“Vivas y libres nos queremos”
(Transcripción de la Columna de Karina Batthyány
en InfoCLACSO – 2 de diciembre de 2020)
Propongo abordar este tema de la violencia contra las mujeres en el marco de lo que fue la celebración del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer o de la no violencia de género como plantean algunos y algunas que es el 25 de noviembre.
Además es interesante cómo surge este 25 de noviembre: la convocatoria de la primera vez se realiza por parte del Movimiento Feminista Latinoamericano. Es decir, esta fecha que hoy es reconocida a nivel internacional y que la ha tomado por ejemplo las Naciones Unidas, surgen en uno de los encuentros feministas latinoamericanos para recordar la fecha en la que fueron asesinadas en 1960 las tres hermanas Mirabal en República Dominicana, para dejar ese día como lucha contra la violencia de género. Este tema es reconocido a nivel internacional por todos los países y comunidades del mundo a propuesta de Naciones Unidas.
¿Qué es lo que pasa aquí en América Latina y el Caribe con este tema? Por supuesto sabemos muy bien que estamos en el marco de la pandemia, pero cuando hablamos de violencia de género nos gusta decir que ésta es otra pandemia, y es otra pandemia que nos afecta desde hace muchos años y que en muchos casos queda invisibilizada. Y que claramente por lo menos al principio de esta pandemia por el COVID-19 quedó invisibilizada en nuestra región. La violencia contra las mujeres y las niñas es hoy sin duda una de las más graves violaciones a los derechos humanos, a los derechos humanos de las mujeres y de las niñas.
Fijate tú que esta violencia afecta a un tercio de las mujeres, es decir, una de cada tres mujeres somos víctimas de violencia a lo largo de nuestra vida. En 2019, se registraron 38 mil víctimas de feminicidio en América Latina y el Caribe. Es la forma más grave, más extrema de la violencia de género. Estas cifras nos alarman y sabemos además por los datos preliminares que en algunos países (no todos) la pandemia está agravando e incrementando este problema.
Esta violencia de género es una forma extrema de manifestación de las desigualdades que son las que venimos recorriendo en nuestras columnas. Obviamente de la desigualdades relacionadas con el género y que se impone a las mujeres y a las niñas a causa de la posición de dominación y de la posición de subordinación de mujeres y niñas en la sociedad. Y por supuesto que las consecuencias que tiene esta violencia son devastadoras, son prolongadas y afectan la salud física, la salud mental de mujeres y de niñas.
Y además una cuestión muy importante: cuando nos preguntan quiénes son las víctimas de la violencia de género. No hay un perfil específico de víctimas de violencia. No hay un perfil asociado a zonas geográficas, a cuestiones culturales, a raza, a etnia. Simplemente el principal factor de riesgo para ser víctima de este tipo de violencia es ser mujer. Es decir, por ser mujer ya tenemos un riesgo de estar en estas situaciones de violencia. Pensemos también que en América Latina están 14 de los 25 países que tienen los índices de femicidios más altos del mundo. Y que nuestra región es además la segunda más peligrosa (desde este punto de vista para las mujeres) y sólo la supera África.
¿Qué está faltando? Está faltando obviamente un trabajo más sistemático en términos de datos, de estadísticas, que nos permitan justamente identificar las características de las víctimas y de los victimarios; la relación que hay entre ellos, los entornos, las motivaciones, los comportamientos, entre otros tantos aspectos. Además de poder caracterizar mejor los registros de violencia de género en términos de algunas variables que son muy importantes para pensar también políticas para superar esta situación: variables asociadas a la raza, a la etnia, a la identidad o la orientación sexual, la educación, el lugar de residencia, etc.
En este sentido, creemos que uno de los primeros elementos, como siempre ocurre con estos temas, es hacer visible el problema. Y por eso estamos planteando, reclamando, la necesidad de contar con mayores datos. Pero por supuesto no alcanza con solamente tener buena información, sino que también es muy necesario trabajar a nivel del ámbito educativo: educar a niños y niñas desde el principio, desde el comienzo, desde sus primeras socializaciones, como personas iguales, independientes, con capacidad crítica y con capacidad de tomar decisiones y sin los estereotipos sexistas que naturalizan la violencia y la discriminación.
Necesitamos seguir trabajando, discutiendo y construyendo políticas y acciones concretas para hacer efectivo el derecho de las mujeres en toda nuestra región y en el mundo también a una vida libre de violencia. Y como plantea la consigna en torno al 25 de noviembre en nuestra región y en el mundo, “Vivas y libres nos queremos”.
-En base a lo que vos estás diciendo, entiendo que ahí tiene que haber un trabajo multidisciplinario muy complejo que incorpore desde cómo se hacen los planteos educativos hasta cómo se construyen por ejemplo los dibujitos animados y los programas de televisión para los modelos más patriarcales que se ponían en algunos momentos y que entiendo en algunos lugares se van deconstruyendo. Y esto va más allá de un gobierno con determinadas políticas, sino más bien una transformación de una sociedad en su conjunto…
-Absolutamente. Esto es el típico ejemplo cuando decimos que tenemos que trabajar a nivel de una transformación cultural. Y es una transformación que va más allá de determinadas políticas o gobiernos. Y lo primero -por eso insistía con eso- es visibilizar el problema. Es decir que seamos conscientes y no naturalizar: no tomarlo como algo natural que siempre fue así, es así, que las mujeres algo habrán hecho para que se las trate de esa manera. Ese es el primer paso. Pero luego necesitamos avanzar en políticas educativas, avanzar desde los primeros espacios de socialización en esta idea de igualdad: igualdad entre varones y mujeres, igualdad de derechos, igualdad en todos los ámbitos de la vida. Esa también es una forma de desnaturalizar esta temática de la violencia y de romper con los estereotipos sexistas, machistas, patriarcales, que están por detrás. Que hacen que las mujeres, como dije, por la condición de ser mujer, ya tengamos un factor de riesgo de ser víctimas de violencia de género.
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