Violencia de género en tiempos de pandemia

 Violencia de género en tiempos de pandemia

Germán Darío Herrera Saray[1]

La COVID-19 aseguró un lugar en la historia de la humanidad, ocupará un sitio importante en nuestras memorias, porque en la brevedad del tiempo cambió las formas de relación y vinculación entre hombres y mujeres. Hoy pensamos en el uso y abuso de la distancia social no como un asunto de clase, sino como opción para prevenir el contagio y así protegernos de que la enfermedad llegue a nuestro cuerpo y se desarrolle. De lo contrario, tendríamos que ir a un sistema de salud precario, que en esencia es violento en la atención por sus condiciones de pauperización como resultado de su mercantilización, es decir, una muestra de las consecuencias perversas del neoliberalismo en nuestras vidas, ya que hemos transformado el derecho a la salud en un negocio de particulares, que se lucran con el dolor y el sufrimiento humano.

América Latina y el Caribe no son ajenos a esta realidad, somos territorios marcadamente desiguales, excluyentes, pobres y violentos, donde la débil infraestructura institucional colapsaría si la enfermedad comienza a crecer de manera exponencial, como está sucediendo actualmente en Guayaquil, Ecuador. Frente a este miedo, los gobernantes decidieron decretar confinamientos, aislamientos, toques de queda de las poblaciones como medida para evitar el contacto y disminuir el “riesgo”; mandatos poco agradables para los dueños de los medios de producción, quienes ven amenazado su fortuna a causa de parar por unos cuantos días la explotación de la mano de obra de mujeres y hombres vinculados al mercado laboral de manera formal, quienes en realidad son una cifra minoritaria en comparación a quienes viven del día a día, del “rebusque”, de la informalidad para su subsistencia individual y familiar. Pero, sin lugar a duda, quienes están sufriendo mayores vulneraciones son las mujeres, quienes han sido invisibilizadas y violentadas por estos gobiernos neo-patriarcales y de derecha que están enfrentando esta crisis.

Para el caso de mi país, Colombia, la situación es realmente trágica. Presento una breve radiografía general de ésta: alrededor de 14.400 mujeres durante este periodo de aislamiento han tenido que convivir 24 horas con su verdugo, es decir, con quien la ha violentado física y sexualmente o, en el peor de los casos, con quien ha intentado asesinarla o ha asesinado. De acuerdo con Ana Güezmes, Representante ONU-Mujeres en Colombia en entrevista para El País de España (07 de abril de 2020), entre el 20 de marzo y el 4 de abril han asesinado a 12 mujeres, correspondiente al 32% de feminicidios ocurridos en el país durante este año. Lo que demuestra que el lugar menos seguro para un grupo importante de mujeres es su vivienda, y que ahora más que nunca se le debe exigir a la institucionalidad que actúe efectivamente para que estas cifras de muertes de mujeres no sigan creciendo, porque de lo contrario la pandemia en nuestro país no será el coronavirus sino la violencia de género.

Finalizo, preguntando a mis compañeras y compañeros del GT: ¿Cuál es la realidad de la violencia de género en sus territorios en tiempos de pandemia?


[1] Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales. Universidad de Caldas. Colombia. Grupo de Trabajo Luchas Antipatriarcales, Familias, Géneros, Diversidades y Ciudadanía


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