Un millón doscientos mil

 Un millón doscientos mil

Carlos Pérez Soto

Un millón doscientas mil personas en Santiago, cientos de miles más en regiones, en cada ciudad, en cada pueblo de Chile. Es hora de golpear la mesa.

Un golpe político: que renuncie el presidente de la república.

Un golpe institucional: que se elija una Asamblea Constituyente.

Un golpe económico social: desmantelar la economía neoliberal.

Que renuncien el presidente de la república y todos sus ministros. Que se forme un gobierno provisional que llame a elecciones simultáneas presidenciales, parlamentarias, de gobernadores, concejales y alcaldes. Que la tarea prioritaria del gobierno provisional sea redactar y hacer aprobar una ley que convoque la elección de una Asamblea Constituyente. Que la tarea prioritaria de los ministerios provisionales sea implementar un programa social provisional que apunte a los problemas más urgentes que ha acumulado el modelo económico: el salario mínimo, las pensiones básicas, el costo del transporte, la deuda habitacional, el endeudamiento de las personas con el retail y los bancos.

Que se elija una Asamblea Constituyente democrática y participativa. A través de voto proporcional, sin fórmulas binominales, ni delegados designados. Que delibere directamente, con asesorías sobre los delegados, pero sin comisiones de expertos que le impongan condiciones. Que discuta alternativas constitucionales, no un proyecto redactado de manera previa entre cuatro paredes. Que contemple mecanismos de participación y fiscalización por parte de la ciudadanía. En que todas sus discusiones sean públicas, en que se puedan presentar proposiciones de artículos desde grupos de ciudadanos. Una Asamblea Constituyente en que todos los temas que no sean aprobados por al menos 2/3 de los delegados sean sometidos a plebiscito. Que someta a plebiscito un proyecto constitucional con alternativas, no un texto cerrado. Que someta nuevamente a plebiscito la redacción final.

Queremos una Asamblea Constituyente democrática. No es aceptable que el parlamento se declare como poder constituyente. No podemos aceptar que se nos proponga una constitución redactada por “expertos”, o por una “comisión de consenso”. No podemos aceptar un plebiscito constituyente en que simplemente tengamos que decir sí o no a un texto cerrado, elaborado entre cuatro paredes. No podemos aceptar un simple proceso de “reformas estructurales” a la Constitución de Pinochet – Lagos. No podemos aceptar que, una vez más, nos presenten de manera grandilocuente un proceso en que parece que cambia todo y, sin embargo, se mantiene lo esencial, todo lo que favorece a los poderes que han mantenido la economía neoliberal, lo que favorece a los poderes que han colonizado nuestras vidas, que han entregado nuestros recursos naturales al capital extranjero, que han precarizado el trabajo y generado el sistema de pensiones miserables.

Es necesario desmantelar el sistema de economía neoliberal que ha estado destruyendo nuestras vidas. Desmantelarlo de raíz. Es necesario apuntar a las bases del sistema, no solo a un conjunto de “reformas”. No es aceptable una nueva “agenda social” que deje las bases del modelo intactas. No es aceptable un conjunto de leyes de “unidad nacional”, o de “urgencia social”, que esté contaminada una vez más por la miserable letra chica del neoliberalismo.

Debe formularse un núcleo duro de reivindicaciones estratégicas que pueda mantenerse siempre, por debajo de las reivindicaciones parciales o locales, como fundamento desde el cual todas las reivindicaciones locales o parciales sean viables y tengan sentido estructural.

En este núcleo estratégico deben estar, como mínimo:

1. La implementación de una política general de incremento de los salarios y regularización de la jornada, por un lado, y la implementación de una política de disminución de la precariedad del trabajo en alianza con la micro, pequeña y mediana empresa, por otro.

2. El fin de la política de concesiones en materia de bienes comunes naturales: renacionalización efectiva de todos aquellos que se consideren estratégicos, garantizando el usufructo social, democrático y sostenible, y el aseguramiento de la existencia de los bienes comunes naturales actuales a las generaciones futuras.

3. El fin de todo apoyo, garantía o aval estatal a las deudas privadas más grandes: el desistimiento y la derogación de todos los acuerdos internacionales que nos obligan a ello.

4. El fin de las políticas de elusión tributaria que benefician al gran capital y la fijación de tasas impositivas reales para la banca y la gran empresa.

5. El fin del sistema de administración privada de los fondos previsionales y su reemplazo por un sistema de reparto solidario y de financiamiento tripartito, administrado por el Estado y por los cotizantes.

6. El fin de los sistemas de administración neoliberal de los organismos y las empresas del Estado: reforma radical de los estatutos de “autonomía” de las empresas estatales. En su reemplazo, implementar un sistema de administración del Estado descentralizado y radicalmente democrático.

7. El fin de toda política de subvenciones y concesiones en salud, educación, transportes, vivienda y cultura: un Estado que garantice de manera efectiva los derechos sociales, asumiendo su cumplimiento directo y descentralizado a través de los municipios;

8. Fin a los órganos e instituciones antidemocráticos y contra mayoritarios establecidos en la institucionalidad actual: Tribunal Constitucional, autonomía del Banco Central, autonomía de las FFAA.

9. Revisión y derogación de todos los tratados de libre comercio que comprometen la soberanía financiera, alimentaria y tecnológica del país.

10. Que la nueva Constitución Política contemple profundas reivindicaciones democráticas: plebiscitos vinculantes, revocatorias de mandato, transparencia radical de los actos del Estado, iniciativa popular de ley, una política de radical descentralización de la gestión y redistribución del gasto estatal, una política de usufructo social de los bienes comunes.

Somos más. Este país es nuestro. Somos los que generamos toda la riqueza y todo el valor que se produce en esta tierra. Tenemos derecho a no seguir siendo engañados. Tenemos derecho a vivir dignamente nuestras vidas. Es hora de decir basta y de echar a andar.

Santiago de Chile
26 de octubre de 2019