Solidaridad en tiempos de pandemia: China en la batalla mundial contra el Covid-19
Centro de Estudios Argentinos
Instituto de América Latina de la Academia China de Ciencias Sociales
Hace poco más de dos meses casi nadie sabía de qué se trataba el coronavirus. Sin embargo, tanto la palabra coronavirus como la ciudad de Wuhan se convirtieron en el foco de atención a finales del mes de enero de 2020 para todos los chinos.
Wuhan es una de las ciudades más pobladas en la zona central de China y un importante centro de transporte nacional e internacional. No era fácil tomar la decisión de aplicar la cuarentena en esta ciudad de 14 millones de habitantes. Pero no había otro remedio para prevenir más contagios por el brote del COVID-19.
El 23 de enero, en víspera del Año Nuevo Chino, se comenzó el cierre de Wuhan para luchar contra el coronavirus. Pocos días después, casi todo el país entró en aislamiento. Sin duda, era la cuarentena más grande de la historia.
Era duro. La batalla contra el COVID-19 se inició en los días que deberían ser de vacaciones y fiestas. Se retrasaron o cancelaron millones de viajes en transporte público para evitar la propagación del virus. Reuniones familiares y viajes cancelados, restaurantes, tiendas y cines cerrados, las calles no habían estado tan tranquilas y vacías en décadas.
Pero era más duro en Wuhan. El fuerte aumento de casos provocó una gran escasez de suministros médicos. Para combatir el COVID-19, se construyeron en pocos días nuevos hospitales y se ampliaron los existentes. El gobierno envió a Wuhan miles y miles trabajadores de la salud, en total, unos 42 mil médicos y enfermeros. Wuhan estaba aislada pero no estaba sola ni abandonada. Nunca está ausente el apoyo ni la solidaridad. La ciudad recibe donaciones tanto nacionales como internacionales.
Mientras tanto, las fábricas que producen material sanitario como barbijos, quirúrgicos y equipos de protección individual, que se habían cerrado por las vacaciones del Año Nuevo Chino (24 de enero), se pusieron a trabajar 24 horas. Otras empresas que no producían material sanitario se lanzaron a fabricarlo y contribuir así a esta batalla.
La vida en tiempos del COVID-19 es totalmente nueva e inesperada para nosotros. Quedarnos en casa, comprar todo por internet, trabajar a distancia, impartir clases virtuales, etc. Todo esto que parecía impensable hace solo unas semanas, se está convirtiendo en la nueva normalidad.
Pero, la cuarentena para prevenir más contagios por el brote del COVID-19 sí funciona. Después de dos meses, se han conseguido éxitos en esta batalla, tras las severas restricciones y cuarentenas aplicadas por el gobierno. La situación está bajo control y miles de médicos y enfermeros empiezan a volver a sus ciudades de origen después de haber estado semanas en Wuhan. Sin duda, el triunfo no se logró fácilmente. China ha tomado las medidas de prevención y control de infecciones más estrictas, eficientes y decisivas, e incluso ha destinado una gran cantidad de dinero para combatir la pandemia. Esto se complementó con la solidaridad y el apoyo internacional.
Últimamente, la situación del COVID-19 ha dado un giro drástico en otros países cuando en China intentamos recuperar la normalidad. El que recibe nunca debe olvidarse de la persona que le ayudó. Además, consideramos que la solidaridad y la cooperación de todos los países, no el nacionalismo ni el egoísmo, garantizarán que salgamos juntos de esta crisis mundial, porque el COVID-19 no se trata del “virus de Wuhan” ni del “virus chino”, como maliciosamente dicen algunos.
Es el momento de expresar nuestro agradecimiento, mostrar nuestra solidaridad y compartir nuestras experiencias con otros países. Hasta ahora, China ha enviado ayuda sanitaria a más de ochenta países en esta crisis. En los casos de Italia, España y otros países, el gobierno chino, además de enviar equipamiento sanitario, mandó médicos e infectólogos especialistas en atender la pandemia. Hace pocos días, el embajador chino en la Argentina, Zou Xiaoli, se reunió con el presidente Alberto Fernández y ofreció ayuda para enfrentar juntos la crisis del COVID-19.
Son muchos los correos y mensajes que recibimos desde enero, en los cuales los académicos latinoamericanos nos expresan su amistad, respaldo y solidaridad. También nos han llegado las palabras de ánimo y aliento de las amigas y los amigos de CLACSO.
Queremos expresar el más sincero agradecimiento y saludo a los académicos de CLACSO. Al mismo tiempo, aprovechamos la oportunidad para destacar la importancia de la reflexión y la capacidad crítica. No cabe ninguna duda de que la pandemia del COVID-19 marcará un antes y un después, que no solo es una crisis sanitaria mundial, sino también una crisis económica y social. Son momentos difíciles pero, al mismo tiempo, son momentos para observar y reflexionar.
En esta época de globalización, la seguridad de los países está interrelacionada, de modo que el COVID-19 afecta por igual a todos. Ningún país puede superar la crisis solo con su propio esfuerzo, ni lograr una estabilidad aprovechando las turbulencias en otras naciones. Es preciso afirmar que ningún país es una isla y que su desarrollo está vinculado con un entorno internacional pacífico, con un orden mundial estable y también con la comprensión, apoyo y solidaridad entre todas las naciones.
Este momento de aislamiento físico es precisamente la ocasión para la solidaridad internacional. Todos juntos vamos a superar la crisis. Por lo tanto, hay que impulsar la cooperación internacional contra el COVID-19, tanto en el sector sanitario, como en el social, económico, político, cultural y académico.
ILAS-CASS
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