“Rediseñar el modelo económico e impulsar una renta básica ciudadana”

 “Rediseñar el modelo económico e impulsar una renta básica ciudadana”

(Transcripción de la Columna de Karina Batthyány
en InfoCLACSO – 30 de septiembre de 2020)

Propongo comenzar a analizar algunas alternativas desde América Latina y el Caribe para los problemas que hemos estado analizando en las últimas columnas, es decir que podemos imaginar hacia delante. Desde CLACSO queremos hacer una serie de propuestas que permitan organizar espacios regionales de reflexión, de intercambio, pero sobre todo de construcción de nuevos consensos. Porque –como dijimos en alguna de nuestras columnas anteriores– este momento de crisis representa también un momento de oportunidades y de necesidades de construir nuevos consensos. Entonces ésta y las próximas semanas miraremos esas alternativas que es necesario proponer desde nuestra región frente a este escenario global que ahora está caracterizado por la pandemia.

En primer lugar, plantear que estamos en un momento que representa una oportunidad para discutir, para rediseñar el modelo económico, para plantear temas tan clásicos también de América Latina como la deuda externa, plantear la reducción de la deuda externa y la construcción de una renta básica ciudadana.



¿Por qué decimos esto? El modelo económico predominante que, como sabemos, se basa en el capitalismo neoliberal actualmente dominado por el capital financiero internacional, que sabemos además es especulativo, ha generado desigualdades –desigualdad que estuvimos analizando en las semanas anteriores– y una profunda concentración de la riqueza.

Entonces, mirando la etapa de la pospandemia, encontramos dos discursos principalmente: una narrativa que pretende plantear que éste es el único modelo y el único camino a pesar de que esta pandemia y esta emergencia sanitaria mundial demostró claramente su fracaso. Y la otra que apuesta en realidad a construir alternativas a partir de una pluralidad de modelos que pueden coexistir. Y es desde ese lugar que nosotros queremos posicionarnos. Allí uno de los elementos centrales es repensar justamente la relación de los países de nuestra región con la deuda externa que condiciona y agrava las posibilidades de recuperación económica y de recuperación social. Sabemos que por supuesto no es un problema de América Latina y el Caribe exclusivamente. Es más, el propio Fondo Monetario Internacional (FMI) reconoció que la deuda global acumulada en el mundo, luego de la crisis de 2008, representa más de dos veces el producto bruto interno mundial. Queda clarísimo, entonces, el desequilibrio. Porque esto quiere decir que todos nosotros, la población mundial, debemos al menos dos veces lo que producimos. Y que, en el caso de América Latina, la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) nos dice que ese endeudamiento está próximo al 44 por ciento del producto bruto de la región.

Tenemos, entonces, que proponer y diseñar alternativas, marcos y formatos de deuda que efectivamente puedan ser pagadas con reglas claras y a través de generación de consensos entre las distintas naciones y los organismos internacionales de crédito. Necesitamos discutir globalmente pero de una manera realista este tema que permita reestructurar los términos y las condiciones de la deuda. Pero además también tenemos que plantear alternativas para esa dimensión tan relevante que hemos analizado que es la vida cotidiana de todos y de todas. Y allí es que surge, con mucha fuerza, la propuesta de establecer una renta básica, o un ingreso ciudadano o distintas formas de nombrarlo.

La pandemia claramente reactivó esa discusión que ya tenía su trayectoria en América Latina. Y es una discusión en torno a un derecho que está basado en la premisa de que el acceso a los bienes esenciales es una condición para la existencia de una ciudadanía democrática. Dicho de otra manera, el acceso a los bienes que todos y todas necesitamos cotidianamente es necesario para que podamos realmente hablar de una ciudadanía democrática que garantice igualdad y dignidad para todas las personas en nuestros territorios. También en este punto debemos considerar medidas fiscales, que algunos países ya están discutiendo, que plantee la justicia tributaria y por lo tanto la redistribución de los recursos. Y esa justicia tributaria difícilmente se pueda concebir si las medidas que se toman en realidad contribuyen a seguir acumulando, a la acumulación extraordinaria de algunas personas y la contracara que es la pobreza extrema de otras personas.

Allí también hay un antecedente: luego de la crisis de 2018, la cantidad de multimillonarios se duplicó. Tal como mostraba un informe de Oxfam hace relativamente poco, la concentración de la riqueza se acentuó a niveles de que en 2018 en el mundo, 26 de estos multimillonarios poseen más dinero que las 3.800 millones de personas más pobres del planeta. A esto reitero de acuerdo al informe de Oxfam. Entonces, decimos que es fundamental abrir el debate sobre el establecimiento de criterios claros que graven las grandes fortunas en contextos, además, de gran emergencia sanitaria y social como el actual.

Entonces, esta sería una de las primeras alternativas que estamos planteando o una de las primera oportunidades que vincula a lo económico, al diseño del modelo económico, a la reducción de la deuda y al planteo de la renta básica ciudadana.

En este contexto, ¿cómo ves la viabilidad actual de pensar que estos cambios puedan transformar las sociedades, en sociedades un poco más justas?

O nos sumamos a la narrativa que nada cambiará o nos sumamos a la idea, a las propuestas y a la construcción de que a partir justamente de esta situación que es la más grave de los últimos años que hemos enfrentando, podemos construir alternativas. Y por este lado van las alternativas. Porque de nada vale hablar de la construcción de nuevos modelos, de nuevos fortalecimientos de la democracia –que lo vamos a abordar en las próximas columnas–, si no empezamos por discutir este rediseño de lo económico que se mostró muy claro. Y el aumento de los multimillonarios o de las personas que se beneficiaron de esta situación de pandemia, no hace más que reforzar la misma idea. Es decir, nuevamente amplificación de brechas, amplificación de desigualdades en situaciones de crisis. Esto no resiste más.

Y este modelo mostró muy claro todas sus deficiencias en el marco de esta crisis sanitaria. Entonces es ahora, sin duda, el momento de empezar a construir estas alternativas. Debemos discutir el diseño económico, la deuda y el ingreso ciudadano como las tres claves o por lo menos los tres puntos de inicio desde el punto de vista económico de esta situación.


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