Pronunciamiento ante los acontecimientos sucedidos recientemente en Colombia
Aquí crecen la rabia y las orquídeas por parejo,
No sospecha usted lo que es un país
Como un viejo animal conservado
En los más variados alcoholes,
No sospecha usted lo que es vivir
Entre lunas de ayer, muertos y despojo
Juan Manuel Rocas
Desde el Grupo de Trabajo CLACSO Educación popular y pedagogías críticas hacemos nuestro el comunicado de nuestras y nuestros compañeros de Colombia ante los acontecimientos sucedidos recientemente en ese país.
De quienes integramos la sección Colombia del GT, muchos y muchas somos jóvenes, integrantes de procesos organizativos que caminamos la educación popular en los barrios y en distintas instituciones, y queremos decirles que en Colombia llevamos más de un mes en que nos levantamos derramando sangre, despidiendo a nuestros compañeros y compañeras, escuchando a madres que se preguntan por qué mueren sus hijos e hijas. No nos alcanzan los dedos de las manos y de los pies para contar tanta muerte, tanta brutalidad que nos agobia, pero que, a su vez, nos empuja a seguir luchando desde nuestros distintos espacios.
En Colombia después de la firma del acuerdo de paz se está reeditando la violencia política en modalidades escabrosas y abruptas: asesinatos selectivos, perpetración de masacres, desapariciones, amenazas sin tregua y permanentes desplazamientos. Una violencia descarnada que nos duele y nos desgarra en toda nuestra humanidad. El capitalismo como sistema de dominación múltiple hace uso de sus diferentes formas de opresión en donde la clase, el género, la etnia, la naturaleza y la vida están sometidos a una constante enajenación, saqueo y despojo. Los y las jóvenes, como categoría y sujeto sociopolítico, cobramos una factura particular, en donde el plusvalor otorgado por el orden político-institucional, no está exento al apetito del capital y al régimen adultocentrico, patriarcal, heteronormativo y homogeneizador que lo constituye.
Julio, agosto, septiembre nos levanta con páginas llenas de manchas de sangre por el desolador panorama que nos aqueja desde hace tantos años. Se ha construido discursivamente una concepción del joven como limitado, dispuesto exclusivamente para la intervención y el control, como mero objeto de estudio, pasivo. Pero cuando sale a reclamar lo que por derecho es suyo, interviniendo espacios, símbolos y significados, se convierte en el enemigo interno, en “revoltoso”, “rebelde” y “desobediente” y desde allí se ha justificado su acallamiento, su eliminación, todo por la defensa de la seguridad y del orden.
Estos tiempos nos reciben apagando luces, enterrando semillas que de seguro seguirán floreciendo, porque en nuestros territorios donde dejaron sus huellas y proyectos, cientos de jóvenes lloramos sus ausencias, pero también regamos sus semillas de esperanza, como nos lo cantó Víctor Jara: Ven conmigo ven, al corazón de la tierra germinaremos con ella.
Somos conscientes que estos sucesos no son nuevos en nuestro país, pero motivados a no silenciar los hechos violentos que nos han acompañado a lo largo de nuestra historia, con la intención de no normalizar la crueldad y la brutalidad, el silenciamiento, la precarización, la desaparición, el asesinato como formas de control, la estigmatización que se libra frente a jóvenes, su presentación como criminales y no como agentes de cambio. Por esto nos seguimos juntando para exigir la vida digna que nos merecemos todos y todas, para hacer memoria histórica y para seguir avivando las llamas y los campos florecidos de nuestros compañeros y compañeras que hoy no están.
Por una Colombia que sigue doliendo a pesar de los años de luchas; las juventudes de este país nos seguimos reuniendo, juntando palabras y acciones en contra de este Estado criminal que nos quiere desparecer, torturar, masacrar y eliminar. Por muchas muertes y muchas más vidas que creemos que se deben respetar, no sólo la humana sino abanderarla desde su máxima expresión.
Estas últimas semanas, todos los días nos hemos encontrado para seguir resistiendo, para que a la juventud no la sigan eliminando, para que a los ciudadanos y las ciudadanas del mundo no nos sigan exterminando. Nos hemos movilizado en las ciudades exigiendo el respeto a la vida, y es nuestra voz la que se ha alzado y seguirá haciéndolo para hacernos escuchar y gritar al unísono, NO MÁS GUERRA PARA LA JUVENTUD.
Exigimos que el Estado asuma la responsabilidad en el esclarecimiento de cada uno de los asesinatos y masacres perpetrados en contra de los y las jóvenes.
Respaldamos los repertorios de acción política que están realizando los colectivos, organizaciones y el movimiento nacional de víctimas y de derechos humanos en torno a la defensa de la vida y a la libertad de expresión.
Requerimos que se generen las condiciones de protección y de cuidado para nuestra juventud colombiana.
Convocamos a las comunidades barriales, urbanas y rurales, a mantenerse alerta, participar y contribuir en la construcción de un proyecto de país donde la paz, la democracia, la justicia y la afirmación de los derechos humanos sea el horizonte por el cual trabajamos solidaria y responsablemente.
11 de septiembre de 2020
Grupo de Trabajo CLACSO
Educación popular y pedagogías críticas
Esta declaración expresa la posición del Grupo de Trabajo Educación popular y pedagogías críticas y no necesariamente la de los centros e instituciones que componen la red internacional de CLACSO, su Comité Directivo o su Secretaría Ejecutiva.
