Paulo Freire, articulador de pensamientos y luchas emancipatorias
Dentro de la Colección de los “Cuadernos del pensamiento crítico latinoamericano”, CLACSO presenta “Paulo Freire, articulador de pensamientos y luchas emancipatorias”, de María Mercedes Palumbo, Fabian Cabaluz Ducasse, Mónica Salazar Castilla y Anahí Guelman.
Paulo Freire, articulador de pensamientos y luchas emancipatorias
Notas a partir de su centenario
Y una de las grandes tareas políticas que hay que cumplir es la persecución constante de hacer posible mañana el imposible de hoy.
Paulo Freire, 1992
María Mercedes Palumbo*
Fabian Cabaluz Ducasse**
Mónica Salazar Castilla***
Anahí Guelman****
En el marco de la celebración del centenario de nacimiento de Paulo Freire, nos interesa sostener que, la vigorosidad y vigencia de su legado para América Latina y El Caribe en el siglo XXI, radica, entre otras cosas, en su carácter de articulador, siendo un pedagogo e intelectual que opera como bisagra, para los múltiples proyectos político-pedagógicos de cuño emancipatorio existentes en la actualidad. Freire posibilita el encuentro, el trabajo mancomunado, el diálogo fraterno entre quienes ocupan sus vidas en impulsar discursos y prácticas educativas de transformación social.
Tal vez por lo mismo, el legado freireano genera tanto escozor en las fuerzas conservadoras, neoliberales, patriarcales, coloniales y de derechas de Nuestra América. Quizás por ello, se esmeran por borrar su legado, por excluir a sus defensores/as, por reprimir a quienes desde adhesiones creativas renuevan cotidianamente una pedagogía liberadora. El legado freireano no resulta indiferente, sus textos no se encuentran engrosando la crítica de los roedores, sino más bien todo lo contrario. Su obra se encuentra candente, los problemas formulados en sus libros siguen despertando acalorados debates en nuestras sociedades, los conceptos propuestos en sus páginas hacen sentido a las nuevas generaciones. Freire vive, late, pulsa.
Para sostener nuestra acotada “hipótesis de trabajo”, proponemos cinco nudos que permiten visualizar el rol de Paulo Freire como articulador de pensamientos y luchas: en primer lugar, las articulaciones que genera su obra en torno a quienes se comprometen y luchan desde el campo educativo; en segundo lugar, las articulaciones que provoca, por la negativa, en las fuerzas neoliberales y neoconservadoras que impugnan los procesos de movilización que se referencian en él al postularlo como exponente de la ideologización; en tercer lugar, las articulaciones que propicia el legado freireano desde el pensamiento histórico pedagógico latinoamericano; en cuarto lugar, las articulaciones que dicho legado permite entre generaciones de educadores/as vinculados a la educación popular y las pedagogías críticas en el tiempo presente; y por último, las articulaciones que su obra habilita en torno a la construcción de una educación pública y popular.
I. Paulo Freire, articulador de pensamientos y luchas emancipadoras
La obra y el legado de Paulo Freire se constituyen en el siglo XXI como referentes ineludibles para todas las fuerzas sociales y políticas que, desde el campo educativo y pedagógico, se comprometen con impulsar proyectos y experiencias radicalmente democráticas, humanistas, dignificantes y emancipatorias. En este sentido, el pedagogo de origen pernambucano, permite articular, entretejer y desplegar numerosos puntos de encuentro entre organizaciones de trabajadores/as de la educación, sindicatos de maestras/os, agrupaciones magisteriales rurales y urbanas, colectivos de educación popular, estudiantes de escuelas normalistas, de profesorados, de ciencias de la educación y de pedagogía. En torno a su obra se congregan múltiples actorías socio-educativas; se hermanan prácticas escolares, universitarias y experiencias educativas de movimientos populares; se encuentran cara a cara proyectos político-pedagógicos anticapitalistas, antipatriarcales, anticoloniales. En este sentido, Paulo Freire tiene vigencia y relevancia para el siglo XXI, pues permite avanzar en articulaciones y/o en el reconocimiento de puntos de convergencia, entre quienes creemos y nos comprometemos con una educación emancipadora.
A su vez, Paulo Freire ha sido, y continúa siendo, un referente indiscutible de la educación popular, de los movimientos, proyectos y experiencias educativas levantados y llevados adelante desde los movimientos populares de América Latina y El Caribe. Sus textos se leen y discuten en espacios de autoformación, en talleres de reflexión colectiva, en círculos de lectura; sus propuestas político-pedagógicas alimentan las experiencias educativas, las nutren con preguntas, problematizaciones, conceptos; sus reflexiones en torno a la liberación, la dialogicidad, la politicidad, la autonomía, la eticidad, la curiosidad epistemológica, sólo por nombrar antojadizamente unas pocas categorías, son analizadas y recreadas cotidianamente a lo largo y ancho de estas tierras. En las experiencias se trabaja con los saberes de los sujetos, se dialoga y se redistribuye el poder del saber, Por lo anteriormente señalado, podemos sostener, sin temor a equivocarnos, que las educaciones populares del siglo XXI tienen, cual más, cual menos, una veta freireana.
Por su parte, para quienes inscriben sus prácticas en las corrientes críticas del campo pedagógico, profesoras/es, maestras/os y el conjunto de trabajadoras/es de la educación, la obra y el legado freireano operan como una suerte de hontanar que nutre de esperanza el ejercicio complejo y cotidiano de educar. Con Freire, se robustecen las luchas en defensa de la educación pública, se fortalecen los procesos de democratización de la cultura escolar, se vigorizan los trabajos por construir experiencias de aprendizaje pertinentes, contextualizadas y socialmente relevantes, se refuerzan los proyectos político-pedagógicos que se comprometen con procesos integrales de humanización, dignidad y justicia social. En fin, lo que nos interesa subrayar es que los discursos, los movimientos, las prácticas y experiencias que se posicionan ética, política y epistemológicamente desde las pedagogías críticas, se han nutrido y se seguirán nutriendo de lecturas creativas del legado de Paulo Freire.
Y a lo anterior, podríamos agregar que Paulo Freire, se ha configurado como una fuente recurrente para las/os estudiantes secundarios y universitarios comprometidas/os con la construcción de una educación liberadora. En esta dirección, se puede sostener con certeza que Paulo Freire ha estado presente en numerosas jornadas de movilización estudiantil, en tomas de establecimientos educacionales, en pliegos de demandas, petitorios y propuestas de las organizaciones estudiantiles. Sus palabras han circulado como fotocopias, se han plasmado en lienzos que se despliegan por las principales avenidas de nuestras ciudades, se han pintado en murales de escuelas públicas y sedes universitarias, se han leído en actos político-culturales, se han impreso en folletos, panfletos, fanzines, cuadernillos y un sinnúmero de materiales escritos y gráficos producidos por las/os estudiantes de Nuestra América. El legado freireano ha nutrido por décadas a las nuevas generaciones, a la juventud rebelde que no se resigna y no claudica del proceso de construcción de utopías, de aquello que Freire denominaba los inéditos viables.
II. Paulo Freire, articulador por la negativa de sectores neoliberales y conservadores
Como veníamos sosteniendo, Paulo Freire es, en nuestros días, una figura política que articula un conjunto de actores, luchas y procesos de movilización en torno a la democratización de la escuela pública y también a un proyecto emancipador integral que tiene en lo educativo una de sus dimensiones constitutivas. Fiel al contenido de su obra, el carácter indisoluble de la relación entre pedagogía y política sigue siendo parte de su legado y de aquello que se juega y construye en torno a ella en la actualidad.
El valor del significante “Freire” se verifica no solo en la potencialidad de las construcciones que lo retoman como uno de sus pilares centrales, de allí la multiplicidad de articulaciones emancipatorias que se tejen en torno a su figura, sino también en lo descarnado de la política anti-freireana impulsada desde sectores conservadores, neoliberales, patriarcales, coloniales y de derechas de nuestro continente. El centenario del nacimiento del autor se encuentra así atravesado por la celebración y el odio según quiénes y desde dónde lo miren.
El caso de Brasil resulta paradigmático en este sentido. El odio a Freire se monta sobre la acusación de “educación ideológica” asociada a su obra, su legado y las variadas experiencias de formación que se asumen freireanas o pueden leerse en esa clave. La consolidación del movimiento político en torno al Programa Escola Sem Partido (Escuela Sin Partido) sitúa a Freire como la máxima expresión del adoctrinamiento, la ideologización, la introducción del marxismo y el pensamiento de izquierda en el sistema educativo brasileño. Frente a los valores a los que asocian el significante Freire, proponen como contrapunto la necesaria neutralidad del acto educativo. Dicha neutralidad comprende posicionamientos docentes basados en el imperativo de no transmitir sus preferencias y opiniones políticas a las/os estudiantes tanto como en evitar la “incitación” a participar de movilizaciones y otras manifestaciones públicas. En sintonía con la Escuela Sin Partido, encontramos la iniciativa de quitarle a Freire su título de Patrono de la Educación de Brasil.
En consonancia con lo anterior, en diversos países latinoamericanos, las derechas toman fuertes iniciativas contra las/os docentes críticos que asumen la educación como tarea de formación transformadora. Así buscan desarmar espacios de formación docente que siguen estas lógicas para reemplazarlas por otras de formación de emprendedoras/es, buscan instaurar mecanismos de delación de docentes que luchan o que tienen perspectivas de género o cumplen con leyes de educación sexual.
Un ejemplo que podría resultar clarificador, podemos encontrarlo en las numerosas acusaciones desarrolladas contra maestras/os, profesoras/es y docentes de Nuestra América realizadas en el marco de la implementación de la educación remota en el contexto pandémico. El desarrollo de las clases virtuales como sesiones abiertas que, en numerosas ocasiones, quedan grabadas, ha tensionado la intimidad de las aulas escolares. En este marco, desde sectores de derechas se han tomado, generalmente de manera descontextualizada, algunas clases realizadas por profesores/as y han sido denunciadas/os por generar procesos de “adoctrinamiento ideológico” a las nuevas generaciones, sólo por el hecho de problematizar y poner en el centro de la reflexión educativa los grandes conflictos sociales presentes en nuestros países (Colombia y Chile han sido paradigmáticos al respecto). En este sentido, la educación a distancia ha servido como dispositivo de control de la educación de mercado y sus concepciones más autoritarias. Ha permitido a los grupos retardatarios de nuestras sociedades avanzar en su crítica a quienes hemos sostenido, inspirados por el legado freireano, la relación estrecha e indisoluble entre educación, política e ideología.
Otro intento por desarmar la vinculación de lo educativo y lo político son los modelos de educación emocional que fomentan la adaptación de las emociones de los sujetos. Resulta particularmente irritante la operación que realiza la propuesta de la llamada educación emocional, que parece proponer el espacio para el trabajo con lo subjetivo, afectivo y emocional cuando, en rigor, se trata de lo contrario: del acomodamiento de los sujetos a los comportamientos esperados por el sistema, las políticas de control y adaptación. Así también podemos referir a las miradas descontextualizadas y biologicistas de los sujetos que realizan los modelos de aprendizaje de las neurociencias, en las que los sujetos que aprenden se reducen a sus funciones cerebrales.
Aún sin mencionar explícitamente a Freire, es necesario para estos sectores instaurar modos aparentemente “neutrales” de enseñar y aprender. Con base en esta premisa, se articulan un conjunto de iniciativas, algunas de las cuales mencionamos, contra la politicidad de la educación, problema que el pensador y educador pernambucano dejó bien instalado sobre la mesa.
En todo caso, el centenario revela lo que siempre supimos: el carácter político de Freire. Su posibilidad de inspirar proyectos y utopías transformadoras. La anti-política neoliberal y conservadora no es otra cosa que la consumación de un tipo de política que busca la reproducción de lo existente tanto como tornar naturales las desigualdades que estructuran nuestras sociedades y que involucran, sin dudas, lo educativo. Ni la política le viene a la pedagogía desde afuera a la manera de una ideología política que se cuela en el terreno pedagógico; ni la pedagogía le viene a la política desde afuera empleada como recurso o técnica para el adoctrinamiento.
III. Paulo Freire, articulador de la tradición pedagógica democrática latinoamericana
También, Paulo Freire articula la mejor y más democrática tradición histórico-pedagógica latinoamericana: aquella que busca que la educación sea para todas/os y que presta atención a las/os excluidas/os, a las/os oprimidas/os. Desde el punto de vista de la educación popular, no puede configurarse una línea histórica unívoca en Latinoamérica. Adriana Puiggros (2010) no encuentra en Freire inscripción en las lecturas de la herencia político-educativa latinoamericana, tal vez porque ésta sea una característica de Brasil. Sin embargo, la educadora e historiadora argentina, comparte con Simón Rodríguez -y nosotras/os agregamos con José Martí, José Carlos Mariátegui, Luis Emilio Recabarren, Gabriel Mistral, con los maestros rioplatenses Jesualdo Sosa y Luis Iglesias, entre otras/os – las preocupaciones y compromisos por la formación de la población empobrecida y marginada. Es interesante encontrar las diferencias con las tradiciones europeístas triunfantes en muchos de nuestros sistemas educativos, que dejan afuera parte de esta población y que tienen por interés y objetivo homogeneizar lenguas, sujetos y culturas.
En este sentido, lo que la mejor tradición latinoamericana busca en sus diferentes momentos históricos, es también parte de lo que Freire articula y condensa: la independencia, el crecimiento, la liberación del sujeto a educar, que dista de la imposición de ideas, así como la posibilidad de pensamiento autónomo, crítico, transformador.
Se trata, aún sin compartir referencias teóricas explícitas, de una profunda articulación de pensamiento humanista y revolucionario en la pretensión de la igualdad y la justicia social. Todas/os estas/os “pedagogas/os” y compañeras/os creyeron firmemente en la igualdad entre los seres humanos y, por lo tanto, en la necesidad de que todas/os accedan a la educación desde sus saberes. Saberes americanos que des-universalizan lo europeo, lo colonial. Saberes campesinos, indígenas y de la tierra. Saberes populares valiosos para comenzar a pensar el mundo. El anticolonialismo que se expresa en cada una/o de esas/os pedagogas/os, en los diversos contextos históricos y geográficos que habitaron, se hace carne en Freire enriquecido con la experiencia africana. Freire, sin duda, produjo una profunda ruptura del poder-saber moderno como acto no sólo democrático sino descolonizador. Por ello podemos hablar de la articulación de pensamiento pedagógico anticolonial y también descolonizador como línea que une a estas pedagogías y hacen síntesis en Freire, aún antes de que se comenzara a trabajar con la categoría de de(s)colonialidad y de pedagogía de(s)colonial desde un grupo de autores de Latinoamérica, que no siempre recuperan estas tradiciones.
Los contextos y sus tiempos son valiosos para cada una/o de estas/os pedagogas/os y se hace claro también en Freire. A su vez, todas/os saben que se trata, desde esos contextos, de construir una Patria Grande, Nuestro Americana, un Sur descolonizado, en el que el sujeto campesino, indígena y urbano-popular y la problemática de la tierra son centrales.
Cada una/o a su modo sabe y propone que, para ello, es necesario romper con el orden socioeducativo hegemónico, porque sólo desde perspectivas propias pueden construirse pensamientos e ideas que recuperen lo propio y permitan procesos críticos. Es necesario inventar y no errar, crear y resolver los problemas, no copiar ni calcar. Esto es exactamente lo que nos trae la praxis freireana, sus propuestas y sus profundas reflexiones pedagógicas, políticas, filosóficas: Freire rompe lo impuesto desde la más profunda recuperación de los sujetos para hacer desde allí procesos de reflexión crítica del mundo, de desarrollo de la conciencia crítica.
El educador pernambucano es parte de un conjunto de pedagogas/os que vivieron el exilio, hasta los exilios internos que, a modo de confinamiento, tuvieron por ejemplo los maestros rioplatenses Jesualdo Sosa y Luis Iglesias. Desde estos exilios, cada una/o de ellas/os se encontró con nuevas realidades, aprendió, probó, produjo, reflexionó y escribió. Freire recupera, simbólicamente, todos los exilios de sus antecesores y desarrolla una pedagogía latinoamericana que nos lega infinitos modos posibles de hacer pedagogía y educación liberadora y emancipadora, retomando las mejores tradiciones del continente.
IV. Paulo Freire, articulador entre generaciones de educadoras/es
Históricamente en Latinoamérica hemos experimentado aires revolucionarios en los que se asumen proyectos emancipadores de cambio. Con el avance neoliberal y conservador, en los últimos años, hemos vivido movimientos, estallidos, revueltas sociales y populares con fuerte protagonismo juvenil, los que, como educadoras/es populares y pensadoras/es críticas/os, necesitamos acompañar desde lecturas comprensivas e históricas, generando espacios de praxis.
En estos procesos organizativos sigue siendo un lugar fundamental el de las/os jóvenes que lo asumen con efervescencia, con digna rabia, con deseo de cambio; jóvenes diversas/os cuyas reivindicaciones incluyen y trascienden aquellas asociadas históricamente a la lucha de clases. Es en estos escenarios que es importante articular, tejer, dialogar, mirar atrás, recuperar las huellas y acercar las distintas generaciones. Por un lado, para recuperar una historia, un legado, una tradición de luchas y apuestas político-pedagógicas. Por otro lado, para romper concepciones deterministas, estáticas, sin movimiento, sin perspectiva histórica en el presente.
Según nos narraba el Subcomandante Marcos por medio de la palabra del Viejo Antonio: “Lo que estamos haciendo siempre es buscando la huella que es profunda, aprende a mirar abajo y atrás de que vayas de alguien y sigue la marca, síguelo no lo pierdas, porque arriba no lo vas a encontrar”. Una de esas huellas es Paulo Freire. Es necesario hacer de su pensamiento vida en movimiento en este tiempo presente, por su lucha emancipadora, por su trabajo pedagógico para activar conciencias críticas de modo que los sujetos encaren utopías, asuman la opción de la transformación y desnuden realidades indolentes.
Es posible ver hoy en las juventudes esos sujetos afectados, deseantes de cambio. Nos encontramos frente a una serie de emergentes de esta afectación en la cual Freire brota como articulador: los dispositivos pedagógicos construidos desde el arte, el cuerpo y la diversidad en las movilizaciones; los colectivos, agrupaciones y semilleros que nombran a Freire en el trabajo comunitario en las barriadas populares; las instituciones académicas (universidades, profesorados y redes nacionales e internacionales de investigación y extensión) que han leído y comprendido al autor y desde ese lugar asumen propuestas de transformación. Por eso, se torna necesario cartografiar y dialogar generacionalmente para reconocer el legado y las resignificaciones en las generaciones más jóvenes.
Se abren así espacios, tanto dentro como fuera de la academia, donde confluyen reconocidas/os intelectuales que recogen la herencia freireana, desde un lugar de proximidad que, en muchas ocasiones, implica haber compartido camino con el mismo Freire, junto a una generación de jóvenes que también se inscriben en dicha tradición y se asumen como educadores populares/as. Como señala Alfonso Torres Carrillo (2020), las/os jóvenes adoptan la educación popular como referente de sentido y metodológico de una manera creativa que se expresa en nuevos lenguajes y narrativas, una de cuyas marcas reside en la gran sensibilidad estética, sin por ello abandonar el legado de las generaciones anteriores.
De allí el desafío de continuar promoviendo la articulación de las voces de las/os jóvenes, sus acciones, sus preocupaciones, sus sentires y pensares, en torno a los modos de leer y practicar a Freire, en diálogo con aquellos de las generaciones anteriores. Esto coloca en el centro lo que con tanta fuerza desde la educación popular se ha trabajado: el diálogo y la confrontación de saberes. En esa conversación intergeneracional, Freire vuelve a articularnos poniendo a circular la palabra generacionalmente, para preguntar y problematizar y seguir imaginando las huellas que deseamos dejar para transformar Nuestra América.
El diálogo de saberes, como nos han señalado numerosas/os maestras/os, es el espacio para el reconocimiento de los saberes de las/os jóvenes y su importancia, propiciando dejar atrás la cultura del silencio, reconocerse, hacerse presente, volverse valiosas/os. Este diálogo de saberes en clave intergeneracional implica relatarnos y entender qué es lo que percibimos de la realidad y cómo nos posicionamos en relación con ella, todo lo cual, se construye dialógicamente, conversando, dándole vueltas desde la palabra, y de la mano de esta dialogicidad, emerge el proceso de desarrollo de la conciencia crítica. Este diálogo también comprende la resignificación, y seguramente también la confrontación, de la herencia de las generaciones más adultas en un ejercicio crítico-creativo donde se exprese la particular lectura del mundo de las actuales juventudes.
V. Paulo Freire, articulador de calles y aulas en la lucha por una educación pública y popular
El trabajo desarrollado por Paulo Freire en la Secretaría Municipal de Educación de São Paulo durante los años 1989 – 1991, ha sido un momento relevante en la articulación de un proyecto que aboga por la construcción de una educación pública y popular. Desde las aulas hasta las calles, diferentes organizaciones educativas han reivindicado la defensa de la educación pública y su robustecimiento a partir de procesos radicales de democratización. Desde nuestra perspectiva, resulta evidente que estas luchas se han alimentado, entre otras vertientes, de la experiencia impulsada por Paulo Freire, Luiza Erundina y el Partido de los Trabajadores. En este sentido, su legado permite articular luchas pasadas y presentes, luchas de diferentes rincones de Latinoamérica por dotar de un sentido popular y emancipatorio a la educación pública.
Muchos/as profesores/as, organizaciones de maestras/os y educadoras/es, llevan a Freire a las aulas de las escuelas públicas, se esmeran por democratizar las relaciones sociales, se preocupan por abordar contenidos pertinentes y contextualizados con las necesidades y problemáticas estudiantiles, luchan por abrir espacios de participación deliberativa, se inquietan por fortalecer las instancias organizativas de las comunidades escolares. En otros términos, el profesorado se ha comprometido cotidianamente con hacer popular la escuela pública, con dotarla de sentidos democráticos. La disputan desde sus fisuras y tensiones internas, intentando volcarla al beneficio de todas/os, reivindicando lo común y lo comunitario.
El proyecto promovido por Freire en torno a la educación pública popular, tenía una preocupación explícita por el currículum y la gestión escolar. En lo que refiere a la dimensión curricular, se preocupó por fomentar la construcción colectiva y democrática del currículum, promoviendo la participación docente y estudiantil; la creación de propuestas autónomas por parte de las escuelas; la reflexión permanente en torno a la práctica educativa y la implementación curricular, promoviendo la producción de saberes desde el profesorado; el desarrollo de un currículum interdisciplinario mediante la construcción de temas generadores; entre otras. Y en lo que refiere a la gestión de las escuelas, desde la Secretaría de Educación, Freire promovió la creación de los Consejos de Escuela, órganos democráticos constituidos a partir de elecciones directas, paritarias y abiertas, los cuales alentaron la participación deliberativa de las/os diferentes integrantes de la comunidad escolar.
En la actualidad, diversos proyectos, organizaciones y experiencias educativas, y hasta algunos Estados, mantienen en alto las banderas de la lucha por una escuela pública y popular. Allí se juegan apuestas de democratización que conllevan la movilización y crítica frente a procesos de crecimiento de la institución escolar, privatización/mercantilización e imposición curricular con una impronta tecnicista, tal como desarrollaremos a continuación, junto a la simultánea defensa de la escuela como institución y la garantía del derecho a la educación.
Como decíamos, las banderas de la lucha por una escuela pública y popular permiten enfrentar con lucidez al menos tres grandes procesos. En primer lugar, hacerse cargo del crecimiento continuo del aparato escolar, lo que se ha expresado, por un lado, en la extensión de las jornadas escolares, impulsando jornadas escolares completas donde las/os estudiantes deben permanecer en los establecimientos educacionales por cerca de ocho horas diarias, y por otro lado, en el aumento de los años de escolaridad obligatoria hacia la educación inicial, incorporando a las/os niñas/os desde muy temprana edad a la institución escolar. En este marco, de crecimiento continuo de la institución escolar, es relevante que el conjunto de las/os educadoras/es, nos comprometamos con las luchas por la democratización de la educación pública, asumiéndola como un terreno relevante de disputa político-pedagógica.
En segundo lugar, permite mantener activas las movilizaciones y resistencias contra aquellas fuerzas que pujan por seguir privatizando y mercantilizando la educación, a las que nos referíamos en el punto II, que pretenden continuar precarizando material y simbólicamente a la escuela pública y que estimulan la incorporación de lógicas de gerenciamiento y rendición de cuentas en la gestión pública. En este sentido, luchar por una educación pública y popular permite oponerse a la agenda global de la educación de mercado y engrosar las luchas del sur global por una educación emancipadora.
Y, en tercer lugar, la lucha por una escuela pública y popular posibilita la confrontación de las políticas curriculares de cuño tecnicista que, financiadas por organismos internacionales, promueven las evaluaciones estandarizadas, la lógica de las competencias, los discursos de la meritocracia, el emprendimiento y el individualismo descarnado. Los planteamientos freireanos en torno a la educación pública popular, han puesto en el centro la preocupación por comprometernos con la democratización del currículum. Lo anterior implica luchar por incrementar la participación social en su diseño, descentralizar y dotar de autonomía a las experiencias escolares en su implementación y reconfigurar de manera radical sus sentidos, tornándolos al servicio de la construcción de sociedades plurales, justas y dignas.
Comprometerse, en pleno siglo XXI, con la construcción de una educación pública y popular, implica asumir la vigencia y actualidad de las luchas democráticas en Nuestra América. Desde la educación popular y las pedagogías críticas, sabemos la relevancia de democratizar el currículum, la gestión, las evaluaciones, los procesos de aprendizaje, los presupuestos, entre otras. Sabemos que luchar por una educación pública y popular tiene un carácter estratégico, y por tanto, reivindicar y defender el legado freireano también. Con Freire, continuamos las luchas por democratizar la educación en nuestras sociedades. Con Freire, robustecemos las disputas desplegadas por proyectos, organizaciones y experiencias de educación emancipadora en el tiempo presente.
Notas de cierre
Como hemos venido planteando, nos interesa insistir en que Paulo Freire, en lo que va del siglo XXI, nos permite hilar tiempos, pensamientos, proyectos, sujetos, generaciones y propuestas educativas en acción. La vida y obra del pedagogo posibilita entrelazar las voces de muchas/os que se alzaron y se alzan contra las opresiones, que construyen horizontes, que se arrojan a la construcción de utopías y transforman, junto a otras/os, sus realidades. El legado freireano, inspira la praxis político-pedagógica de los colectivos y movimientos populares que, en el aquí y ahora, se comprometen con la construcción de los complejos senderos de la emancipación.
Nos interesa reivindicar a Paulo Freire como un compañero que ha sido referente para la educación popular y las pedagogías críticas, como un compañero que ha sido relevante para articular múltiples luchas contra la educación de mercado, autoritaria, patriarcal, colonial. Un compañero con el que dialogamos, un compañero al que sabemos escuchar, pero con el que también sabemos disentir. No nos parece particularmente relevante reivindicar patronos, erguir héroes ni divinizar personas. A Freire lo queremos celebrar en su centenario como a un compañero de ruta, como a un pedagogo que, con su vida y obra, contribuyó a las luchas emancipadoras de nuestros pueblos. Un compañero que supo articular y articularnos, juntarnos en praxis múltiples y diversas, inspiradas en las casi infinitas formas de leerlo, interpretarlo y conjugarlo con las características contextuales e identitarias de cada ámbito. Además de todos sus aportes, tal vez en esto radique su fuerza articuladora: en la comprensión del sujeto popular y su contexto, comprendido como particular y valioso, junto a la reivindicación de la potencialidad política de la educación. Desde esta consideración son posibles tantas lecturas como lectoras/es, tantas comprensiones como pueblos, tantas propuestas como movimientos y colectivos, tantas escuchas y problematizaciones como educadoras/es, articulados en la historia, la dinámica y las posturas humanista, democrática, descolonizadora, transformadora y liberadora.
Su legado se encuentra en disputa, de eso no cabe duda. Su capacidad articulatoria es parte de aquello en juego. Las fuerzas neoliberales y conservadoras de América Latina y El Caribe, reconocen explícitamente la “peligrosidad” de la praxis freireana. Por nuestra parte, como dijimos, reconocemos la potencialidad liberadora de su obra. Paulo Freire, en el siglo XXI, es parte de aquellas/os compañeras/os que posibilitan el encuentro y la articulación de las diferentes luchas que pujan por configurar proyectos históricos que ponen en el centro la dignidad de la vida humana y planetaria.
Referencias bibliográficas
Puiggrós, Adriana (2010). De Simon Rodríguez a Paulo Freire. Educación para la integración latinoamericana. Buenos Aires: Colihue.
Torres Carrillo, Alfonso (2020). Escenarios, prácticas y debates de la educación popular en el siglo XXI. Algarrobo-MEL, 9, 1-27.
* Co-coordinadora del Grupo de Trabajo CLACSO Educación popular y pedagogías críticas. Doctora de la Universidad de Buenos Aires, área Ciencias de la Educación. Investigadora asistente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Argentina.
** Co-coordinador del Grupo de Trabajo CLACSO Educación popular y pedagogías críticas. Doctor en Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Chile. Docente e investigador de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano. Chile.
*** Co-coordinadora del Grupo de Trabajo CLACSO Educación popular y pedagogías críticas. Doctora © en Ciencias Sociales, Niñez y Juventud del CINDE y la Universidad de Manizales. Profesora de la Universidad de Caldas. Manizales. Colombia.
**** Integrante del Grupo de Trabajo CLACSO Educación popular y pedagogías críticas. Doctora de la Universidad de Buenos Aires, área Ciencias de la Educación. Docente e Investigadora (IICE) de la Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires. Argentina.
Cuaderno-PLC-N87-julio_2021
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