«Los países de Centroamérica están entre los 25 más desiguales del mundo»
Transcripción de la columna de Karina Batthyány
en infoCLACSO – 11 de diciembre de 2024
En el marco de las Plataformas para el Diálogo Social, en su coyuntura política, social y económica, desde CLACSO trabajamos día a día para divulgar los claroscuros que caracterizan a América Latina y el Caribe, a los que nos tiene acostumbrados. Guatemala, junto a Brasil, México, Colombia, Uruguay y Honduras se sumaron a la senda progresista, que implica el avance de los principios de igualdad, justicia, solidaridad y derechos.
Este 10 de diciembre se celebró en Argentina un año del gobierno de Javier Milei, que se ha caracterizado por recortes de todo tipo, particularmente de la función del Estado como proveedor de bienestar, de los presupuestos de las universidades, de las pensiones y jubilaciones, del sistema educativo, del sistema de salud y con el cierre del Ministerio de Mujeres, Género y Diversidad y el ataque frontal a todo aquel y aquella que se opone a la orientación del gobierno actual.
Quisiera destacar la importancia de que el último foro del año de CLACSO haya sido organizado en América Central, más precisamente en Ciudad de Guatemala. En efecto, la semana pasada, del 4 a 6 de diciembre, los centros miembros de CLACSO en Centroamérica y los Grupos de Trabajo “Violencias en Centroamérica”, “Feminismos, resistencias y emancipación” y “Ruralidades y transiciones políticas en Centroamérica y Colombia” organizaron junto a la Secretaría Ejecutiva de CLACSO el Coloquio Internacional “Ciencias sociales y violencias en Centroamérica: entre asedios y resistencias”.
Centroamérica eleva significativamente el promedio de todas las formas de violencia en la región. Efectivamente, los conflictos armados de los años ochenta registraron índices de violencia hasta entonces impensados. El orden social que se estructuró a partir de los procesos de paz en los años noventa, la transición a la institucionalidad democrática liberal y la transición al neoliberalismo, lejos de lo que se esperaba, no logró disminuir esas violencias. Cambiaron sus dinámicas y sus formas de manifestación, pero no se disminuyó su presencia.
Los grandes y complejos procesos que dan forma a las violencias presentes hoy en cada uno de los países latinoamericanos tienen en Centroamérica una larga trayectoria: despojo territorial, re-militarización, narcotráfico y crimen organizado, migración, violencia patriarcal, debilidad estructural del Estado, impunidad, gobernanza criminal, pandillas y maras.
A pesar de la importancia regional y mundial que tuvieron y tienen los procesos centroamericanos, la región sigue siendo de escasa importancia para las ciencias sociales latinoamericanas. Por ello, este evento se propuso profundizar los diálogos sobre las violencias en Centroamérica entre el sector académico y universitario, organizaciones sociales y actores políticos y revalorizar el rol determinante de las ciencias sociales en la construcción de conocimiento sobre la realidad social y en su potencial transformador, que es parte de las resistencias que siempre han estado presentes en la región.
La región centroamericana, integrada por siete países, es habitada por más de 61 millones de habitantes y está atravesada no solo por la violencia, sino también por pronunciadas desigualdades, estados autoritarios que conviven con gobiernos democráticos y por la grave problemática de la migración que produce una constante movilidad humana en condiciones generalmente dramáticas y riesgosas.
Según datos del Banco Mundial, en Centroamérica la mitad de la población vive por debajo la línea de la pobreza, muy por encima del promedio de toda América latina y el Caribe, donde este año esto se redujo medio punto, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), cerrando en 26,8%.
Si bien la tasa de desempleo está relativamente contenida y es del 7% promedio, la informalidad trepa al 60% en el segmento de los jóvenes, muy por encima de la tasa de los adultos (40,8%), de acuerdo con datos de la Organización Internacional del Trabajo. Justamente esta alta informalidad es sinónimo de desprotección social.
El flujo de remesas de quienes han migrado, especialmente a los Estados Unidos, juega un papel determinante para las economías centroamericanas; se calcula que insuflaron más de 100.000 millones de dólares en los últimos dos años, lo que crea un nivel de dependencia alarmante: para Honduras, El Salvador, Nicaragua y Guatemala, esas remesas significan más del 20% de sus respectivos PBI, siendo el caso más extremo el hondureño, donde alcanza el 31%. Si observamos el peso de los distintos sectores en los PBI de América Latina y el Caribe de cada uno de los países, no vamos a encontrar un sector que represente más del 20%.
Por los altos niveles de desigualdad, los países de Centroamérica están comprendidos entre los 25 más desiguales del mundo, de acuerdo con las estadísticas del Banco Mundial. Y OXFAM aporta que el 10% de la población de la región concentra el 83% de la riqueza.
Según un informe del Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral, casi el 70% de los jóvenes centroamericanos no termina el bachillerato y la inversión en salud es precaria: 200 dólares por habitante al año frente a los 1.000 del promedio latinoamericano.
A nivel político, en Centroamérica conviven gobiernos populares como el de Xiomara Castro en Honduras y el de Bernardo Arévalo en Guatemala, con otros autoritarios y con escaso margen para las libertades como El Salvador de Nayib Bukele, que no dudó en reformar la Constitución para poder presentarse para un segundo mandato.
En un contexto de avance de las derechas y las ultraderechas en distintas partes del mundo, los gobiernos democráticos de la región viven asediados política, judicial y económicamente por fuerzas desestabilizadoras y golpistas, provocando, como explicara recientemente el mandatario guatemalteco Bernardo Arévalo, que en su país perdure un “pacto de corruptos” y que en la actualidad él esté gobernando en un islote rodeado de tiburones.
Otra problemática central que planteamos al inicio de esta columna es la migración, una realidad que se presenta más compleja aún si la futura administración norteamericana del presidente electo Donald Trump, que asumirá el 20 de enero del 2025, cumple con sus promesas electorales de cerrar más aún las fronteras de su país y usar a las Fuerzas Armadas para deportar a los migrantes en situación considerada “irregular”, estimados en unos 11 millones de personas.
Mucho venimos hablado en este programa y en diversos foros del drama de las caravanas migrantes que atraviesan Centroamérica y México para llegar a las puertas de los Estados Unidos. Esta problemática es prioritaria para CLACSO e integra una de las plataformas para el diálogo social, la de “Migraciones y movilidad humana”. Bien vale la pena insistir en que la solución no son los muros en las fronteras ni la caza de migrantes, sino crear condiciones en cada país para que sus poblaciones puedan desarrollarse económica, política y socialmente en condiciones dignas y duraderas.
Como esto no se logrará de un día para el otro, mientras tanto se debe garantizar a quienes emprenden la larga marcha hacia un destino distinto las garantías de seguridad y protección que todas las personas debemos recibir. En ese contexto, es sabido que el fenómeno migratorio en Centroamérica afecta particularmente a mujeres y niñas, quienes enfrentan desafíos en todas las etapas del trayecto, incluida la violencia basada en género, la discriminación y la vulnerabilidad ante situaciones de trata, secuestro y asesinato.
Finalmente, otro aspecto que no se puede descuidar es que los países de Centroamérica están muy expuestos a los desastres producidos por el cambio climático. Si bien esto afecta a los cinco continentes, golpea particularmente a una región con escasos recursos para tomar medidas preventivas y para reducir el impacto de los desastres.
América Central está a la orden del día por todos estos aspectos abordados en esta columna y el coloquio de la semana pasada en Ciudad de Guatemala, con el alto nivel de las exposiciones y la profundidad de los análisis así lo demuestra. Fue sin dudas un nuevo granito de arena para romper el muro de silencio de los grandes medios y de los decisores de políticas a nivel mundial que invisibiliza esta región tan rica en historia y en actualidad. Y será uno de los ejes centrales de nuestra X Conferencia Latinoamericana y Caribeña en junio del 2025 en Bogotá, capital de Colombia, donde estos temas vinculados a Centroamérica ocupan espacios centrales en los debates que anteceden a la conferencia durante la Asamblea.
Si desea recibir más información sobre las propuestas de formación de CLACSO:
[widget id=”custom_html-57″]
a nuestras listas de correo electrónico.