“Las mujeres están en la primera línea de afectados por la crisis climática”

 “Las mujeres están en la primera línea de afectados por la crisis climática”

Transcripción de la columna de Karina Batthyány
en InfoCLACSO – 19 de marzo de 2025

En este tercer programa del InfoCLACSO en el marco de marzo, Mes de las Mujeres 2025, seguimos abarcando las diferentes temáticas que hacen a las luchas, con avances y retrocesos, de las mujeres en el mundo y en particular en nuestra región, en Nuestramérica.

Hoy además. profundizaremos en tres ejes centrales en torno a las Plataformas para el Diálogo Social que impulsaremos en nuestra Conferencia #CLACSO2025: “Derechos, violencias e igualdad de género”, “Ambiente, cambio climático y desarrollo social”, y “Migraciones y movilidad humana”.

En el primer eje, situamos dos problemáticas importantes dentro de los estudios feministas que son los derechos de las mujeres y disidencias y la falta de oportunidades en todos los ámbitos de la vida y de la sociedad. Cuando hablamos de la igualdad de género tenemos que ver la violencia basada en género, una de las problemáticas centrales y más graves en América Latina y el Caribe.

Según datos aproximados, en Centroamérica una de cada cuatro mujeres entre los 15 y 49 años ha enfrentado situaciones de violencia a lo largo de sus vidas. Es una cifra alarmante que no se da de la misma manera en toda la región. La situación en Centroamérica es preocupante y brutal. Si introducimos otras variables encontramos cómo la temática de la violencia ejercida contra mujeres afecta diferencialmente a distintos colectivos de mujeres

La situación en Centroamérica es preocupante y, en mayor o menor medida, se replica en otros países de Nuestramérica, tanto en forma de la violencia ejercida contra mujeres como en el abandono de políticas específicas. El caso más alarmante en los últimos meses es el de la Argentina de Javier Milei que desfinanció, desarticuló y generó un vaciamiento de las políticas orientadas a prevenir, atender y proteger a mujeres y diversidades en situación de violencia. Además, las cifras mencionadas se agravan aún más en el caso de mujeres indígenas, mujeres afrodescendientes, mujeres del ámbito rural, mujeres con discapacidad o pertenecientes a los colectivos de la diversidad sexual.

En el cierre del Coloquio Internacional “Ciencias Sociales y Violencias en Centroamérica: entre asedios y resistencias”, realizado en diciembre pasado, en Ciudad de Guatemala, los Grupos de Trabajo CLACSO “Violencias en Centroamérica”, “Feminismos, resistencias y emancipación” y “Ruralidades y transiciones políticas en Centroamérica y Colombia” emitieron una declaración alertando sobre signos alarmantes de autoritarismos en la región. También señalaron que esas violencias afectan con especial crudeza a las niñas, adolescentes y mujeres sometidas a la violencia sexual, como lo evidencian los miles de casos de abuso y violación o embarazos forzados que limitan sus proyectos de vida. Las brechas sociales, económicas y políticas las siguen afectando y, a pesar de algunos avances normativos, sus vidas siguen signadas por la exclusión, el racismo, la violencia en diversos espacios, incluida la academia, en las rutas migratorias, en los hogares, los lugares de trabajo, las calles, los medios y el mundo digital.

Ambiente, cambio climático y desarrollo social

Entre el feminismo y las cuestiones ambientales nos encontramos con cruces emergentes en términos de la producción de conocimiento y las propuestas a nivel de política pública. Las implicancias del cambio climático global ya son incuestionables e incluyen, entre otros aspectos, la degradación progresiva de condiciones ambientales, la aceleración de las tasas de extinción y un impacto muy severo sobre las condiciones de reproducción de la vida humana (y no humana).

Según informes de la Organización de Naciones Unidas, la crisis climática no afecta a todo el mundo por igual. Las mujeres y las niñas se enfrentan a los desproporcionados impactos generados por la degradación del medio ambiente (principalmente, porque conforman la mayoría de la población mundial en situación de pobreza) y su sustento está fuertemente ligado a los recursos naturales disponibles en su entorno local.

Se calcula que 4 de cada 5 personas desplazadas por los impactos generados por el cambio climático son mujeres y niñas. Los desastres graves también pueden alterar los servicios esenciales, como por ejemplo la atención sanitaria sexual y reproductiva, por lo que se agravan los perjuicios para las mujeres y las niñas.

Asimismo, ONU sostiene que son las mujeres quienes están impulsando las mayores soluciones climáticas a todos los niveles: como agricultoras, trabajadoras, consumidoras, administradoras de sus hogares, activistas, líderes y empresarias. Especialmente en las zonas rurales, las mujeres y las niñas suelen encargarse de conseguir alimentos, agua y leña para sus familias. Durante las épocas de sequía y lluvias irregulares, realizan un trabajo más arduo, caminan distancias más largas y dedican más tiempo a garantizar que sus familias obtengan ingresos y recursos. Esta situación también puede exponerlas al aumento de los riesgos de sufrir violencia de género, pues el cambio climático intensifica los conflictos, desigualdades y vulnerabilidades ya presentes. Dado que se sitúan en primera línea de la crisis climática, las mujeres están en buena posición para ser agentes del cambio y ayudar a encontrar distintas formas de mitigar las causas del calentamiento global y adaptarse a sus impactos sobre el terreno, la comunidad y la vida cotidiana.

Las mujeres nativas han estado siempre a la vanguardia de la conservación del medio ambiente. Aportan sus conocimientos y prácticas ancestrales, por ejemplo, preservando la biodiversidad de los cultivos y las variedades de semillas, protegiendo a los polinizadores y las poblaciones locales de abejas, utilizando métodos naturales de fertilización y formación del suelo, o dejando intactos los bosques.

Sin embargo, las mujeres tienen menos acceso a una serie de recursos: desde derechos sobre la tierra y concesión de créditos hasta la educación y la tecnología. Si las mujeres tuvieran el mismo acceso a los recursos productivos que los varones, entiende Naciones Unidas, el rendimiento agrícola podría aumentar entre un 20 y un 30 por ciento, por lo que alimentarían a entre 100 y 150 millones de personas más. Este hecho reduciría la presión para la tala de árboles cuyo objetivo es conseguir más tierras agrícolas, uno de los mayores causantes del cambio climático. A nivel mundial, más de la mitad de la deforestación se debe a la conversión de los bosques en tierras de cultivo.

Migraciones y movilidad humana

Con el paso de los años, en América Latina y el Caribe la cantidad de mujeres y niñas que migran se mantiene prácticamente en igual proporción que los varones. Sin embargo, a los retos y desafíos que afectan a todas las personas migrantes, las mujeres deben agregar obstáculos que presenta la brecha de género.

Si bien históricamente los patrones de las migraciones eran determinados por los desplazamientos de varones en busca de trabajo, quienes enviaban remesas a sus familias que permanecían en el país de origen, cada vez más mujeres migran de forma independiente en busca de trabajo, como cabezas de hogares y también como consecuencia de las distintas manifestaciones de la desigualdad de género y de la violencia, como ocurre en países con altas tasas de feminicidios.

Durante el tránsito y en las comunidades de acogida, las mujeres, adolescentes y niñas utilizan rutas frecuentemente inseguras en donde sus derechos se ven condicionados por la falta de servicios básicos como salud, salud sexual y reproductiva, educación y cuidado. Las rutas de desplazamiento desoladas o altamente militarizadas y la falta de presencia institucional hacen a las mujeres, adolescentes y niñas más vulnerables a la trata de personas con fines de explotación sexual, a la violencia y a la desaparición forzada. Sufren entonces la doble discriminación que significa ser migrante y ser mujer, tanto en el largo trayecto hacia un nuevo destino como en los países de acogida.


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