“Las derechas actuales representan peligros para la democracia y los derechos humanos”
Transcripción de la columna de Karina Batthyány
en InfoCLACSO – 4 de octubre de 2023
Hoy, desde la Universidad de la República de Uruguay, abordaré el tema de un seminario en torno a las derechas, sus características y nuevas emergencias que estamos viendo a nivel regional. Es un tema que en CLACSO nos preocupa y nos ocupa, que forma parte de nuestras Plataformas para el Diálogo Social (PDS), específicamente dedicada a la temática de las democracias y los procesos de inestabilidad política, que es un eje estratégico con el que CLACSO viene trabajando hace mucho tiempo.
Lo hacemos ahora mediante las PDS, pero además con el ciclo que hemos denominado 40-50-50, iniciado en marzo de 2023 en Argentina con los 40 años de democracia, seguido por los 50 años del golpe de Estado en Uruguay y luego los 50 años del golpe de Estado en Chile.
– Es una temática muy compleja con características disímiles en el marco de Nuestra América, pero con una cercanía ideológica por parte de estas derechas o nuevas derechas. Vemos situaciones así en Argentina, Brasil y Chile. ¿Qué línea de lectura común haces en Nuestra América?
– Hay líneas comunes incluso en países con gobiernos progresistas en este momento en América Latina. Estas expresiones son fuertes e intentan desestabilizar esos procesos. En nuestro seminario, se preguntaban si eran resurgimientos y emergencias de las nuevas derechas.
En definitiva, hay una reconfiguración de las derechas en nuestra región latinoamericana y caribeña pero también en el mundo. Estamos pendientes, por ejemplo, del proceso en España o de las expresiones en Alemania con algunos rasgos comunes a las de nuestra región, aunque siempre con particularidades a nivel nacional y local.
Primero, tiene que ver con este discurso en contra de lo establecido, principalmente anti Estado o con una fuerte crítica al papel del Estado y mencionando a la corrupción como un elemento clave. Una corrupción que plantean además como extendida a toda la clase política.
Vemos el discurso anti-establishment con la crítica fuerte a las medidas económicas anti neoliberales, es decir, la defensa del modelo económico liberal, en algunos casos como la reducción del gasto público, la privatización de servicios y de empresas estatales y el planteamiento de nuevas aperturas a los mercados en tratados de libre comercio. También posiciones muy conservadoras y preocupantes, principalmente contra la emergencia de la nueva agenda social o de derechos, como lo vinculado a la agenda de género o feminista de América Latina, el aborto legal, el matrimonio igualitario o las leyes de identidad de género. Se pretende ir contra uno de los movimientos sociales más importantes de nuestra región que es el movimiento feminista, convirtiendo los planteos y las luchas en algo puramente ideológico bajo esa categoría de “ideología de género”.
Por detrás hay un objetivo fuerte de las nuevas derechas: debilitar los intentos de Estado de Bienestar en América Latina y el Caribe. Todos los recortes que se le ponen al Estado de Bienestar no implican más que un aumento de la desigualdad, de la pobreza y una afectación directa sobre la calidad de vida de los sectores más vulnerables de la población.
También tenemos el tema de los derechos humanos, con discursos sorprendentes de las derechas, negacionistas del pasado, como las terribles dictaduras que se vivieron en el Cono Sur. Esto quiere decir que se retrocede en materia de conquistas concretas de derechos para las personas. Es por eso que nos preocupa y ocupa el análisis de las derechas, sus emergencias y ascensos en algunos países concretamente.
Necesitamos analizarlas de manera muy cuidadosa como el fenómeno complejo que es, entendiendo además los peligros concretos que representan. Peligros concretos para la democracia, para los procesos de consolidación y de avance democrático en nuestros países y también para los derechos humanos. Por supuesto, en ese marco de las derechas, se suelen dar esos procesos de inestabilidad política.
– Las dictaduras latinoamericanas contaron con apoyos de parte de la población y no solamente de los sectores de poder. En el caso de las nuevas emergencias de las derechas, hay un apoyo popular grande. Sobre todo, sorprende que haya apoyo popular de sectores que parecieran ser los principales dañados por alguna de estas políticas neoliberales que se proponen desde las nuevas derechas. ¿Qué interpretas que puede sostener a esos sectores populares en la idea de que estas nuevas derechas sean las que los tienen que representar en el poder?
– Hay que tener un poco de cuidado en términos del análisis en la mirada regional, porque si bien tienen estas características comunes, también tienen sus particularidades nacionales.
En el caso de Argentina, que miramos con mucha preocupación, está instalado el famoso “voto bronca” o un voto en la búsqueda de una supuesta alternativa. La bronca disruptiva, que implica “esto no, busquemos otra cosa”, aunque esa alternativa no deje muy en claro qué es lo que puede hacer.
Hay que tener cuidado, porque no es así como se expresan todos los países. Por ejemplo en Uruguay, tenemos un partido militar claramente de derecha (incluso de ultraderecha) con discursos negacionistas de lo que fue el pasado dictatorial y con llegada a algunos sectores populares. Estos vuelven a retomar los discursos nacionalistas en contra del fenómeno de la globalización que además está supuestamente agotado en la construcción de otra alternativa.
Entonces, allí aparecen o emergen estos discursos de fuerte base nacionalista y de recuperación de valores tradicionales y familiares que se supone que nos dan la seguridad y la organización social necesaria. Hay distintos fenómenos mezclados, por eso estamos discutiendo e intercambiando con quienes se dedican a estudiar a fondo en la región y en el mundo estos temas.
Lo primero es colocar el tema en agenda, analizarlo, buscar las alternativas y entenderlo para construirlas. Además, más allá de las particularidades nacionales, hay una articulación a nivel regional e incluso mundial en términos de miradas muy concretas sobre lo que tienen que ser el papel del Estado, el papel del mercado, el papel de los y las ciudadanas y las claves en términos de organización democrática.
– Hiciste una referencia puntual en esta avanzada de los sectores de estas nuevas derechas contra las luchas de los feminismos de los últimos años. En ese sentido, ¿cuál es el riesgo concreto que ves de lo que está sucediendo en algunos países de la región?
– Uno de los indicadores cuando queremos analizar el grado de conservadurismo de un gobierno o ciertos candidatos es lo que están diciendo respecto de todo lo que refiere a esa agenda feminista o a la cuestión de género en sentido amplio.
Claramente, estos movimientos de derecha o incluso de ultraderecha se posicionan en el sentido más conservador. ¿Qué quiere decir eso? Que no hay un reconocimiento de ninguno de los derechos que hemos conquistado con mucha lucha las mujeres, por ejemplo, en América Latina y el Caribe.
Tiene que ver, en primer lugar, con el campo de la autonomía física. Además, hay riesgos para los países que han conquistado leyes de derechos sexuales y reproductivos y de derecho al aborto como Uruguay y Argentina, de ponerlos en cuestión. También en lo que refiere a la autonomía económica, es decir, la participación de nosotras, las mujeres, en la vida pública, en el mercado de trabajo y en condiciones de igualdad. Aparecen allí nuevamente los discursos de que el lugar de las mujeres es puertas adentro, en los hogares, en los cuidados, en el mantenimiento de esa esfera hogareña o privada, y en todo caso su participación es secundaria en el mercado de trabajo. Incluso, en términos de autonomía en la toma de decisiones, es decir, de la participación de las mujeres en el campo de la política y de la sociedad en general tomando decisiones en los parlamentos, en los poderes ejecutivos, en los poderes judiciales, en las empresas y en los sindicatos.
Entonces, cuando se analiza la temática de las derechas es un buen termómetro. Yo siempre lo uso; veo cómo se posicionan en estos discursos. Por ejemplo, al escuchar a los candidatos y candidatas a la presidencia en Argentina me fijo en qué se plantean en sus propuestas electorales. A partir de allí se puede hacer un gradiente de conservadurismo.
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