La reconstrucción post pandemia

El lunes 1 junio se realizó la mesa redonda “La reconstrucción post pandemia” en el marco del coloquio Ciencia y sociedad denominado “COVID-19 – Ciencia, participación social, decisiones políticas”, organizada por el Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación Tecnológica (Concytec) de Perú, a través del Programa Especial de Popularización de la Ciencia, Tecnología e Innovación.
Contó con la participación de Karina Batthyány, Secretaria Ejecutiva de CLACSO, Marcos Cueto, Investigador de Fundação Oswaldo Cruz (Fiocruz) de Brasil, Javier Iguíñiz (Acuerdo Nacional) y Gustavo Gorriti (Director IDL Reporteros); fue moderado por Benjamín Marticorena del Concytec, quien puntualizó que el objetivo del encuentro fue ofrecer un diálogo relevante y respuestas coherentes y eficaces a la presente crisis y para la prevención y mitigación de otras futuras.

Acerca de la pandemia, Javier Iguíñiz planteó: “No sé lo que significa exactamente, pero lo que sea va a durar bastantes años. Creo que tenemos un horizonte con la realidad de esta experiencia, con las cosas que hay que volver a hacer o empezar a hacer, sin seguridad de cuánto va a durar y cuáles son. En ese sentido, sí es correcta la expresión ‘incertidumbre’, porque incertidumbre alude a que los términos no están claros y, por lo tanto, no se puede ni siquiera calcular riesgos. Con riesgos uno sabe de qué se trata, aunque no lo sepa cuantitativamente, de manera precisa, pero uno puede aventurar riesgos de una acción o de otra.”
Javier Iguíñiz, después de haber realizado un pormenorizado análisis del panorama económico en Perú y la región, consideró: “Lo que tenemos hacia adelante a reconstruir es el fin de un país tan discriminativo, tanto racial, cultural, como regionalmente, y eso me parece que es indispensable para que los agentes principales de la economía –y parte de la política– se legitimen en lo social. Creo que las empresas tienen un serísimo problema de legitimidad, también lo tienen los políticos. Y necesitamos empezar a pensar, imaginar y pelear por un país en el que haya lugar para todos, con el mismo estatus, el trato adecuado y la consideración que corresponde a personas, no solo ciudadanas, sino queridas por ser del mismo país y haber convivido con los paisajes y la realidad y la historia que corresponde con el nuestro.”
Marcos Cueto alertó sobre “el peligro que al final de las epidemias aparezcan respuestas temporales y efímeras en cómo solucionar la crisis y se regrese a formas autoritarias” y recordó la epidemia de cólera en el Perú en 1991 con Alberto Fujimori, que abrió las puertas a “un gobierno autoritario y no se resolvió un problema de inequidad social que se revelaba en que cerca del 50% de la población no tenía acceso al agua segura.” Tras lo cual propuso armar “una lista de asuntos esenciales que tienen que cambiar, que se podría ir elaborando ya… y tratar de conseguir un compromiso político y de los medios de comunicación con esta lista que piense en el mediano plazo y no solamente las respuestas a la epidemia.”
Para el historiador Gustavo Gorriti, “para ver cómo construir el futuro, tenemos antes que nada que ver cuál es la destrucción del presente. Solamente tratar de hacer un diagnóstico preciso y adecuado es un desafío grande para nuestras capacidades y pone en tensión buena parte de todos los paradigmas cognitivos sobre los que hemos actuado. En América Latina está en este momento claro que la pandemia ha atacado duramente básicamente a los más pobres.” Repasando los efectos del covid-19 en distintas regiones, planteó que “si algo queda claro mirando la experiencia mundial antes de que la peste llegara a América Latina es que las mejores respuestas se han dado en estados más eficientes que otros y en aquellos que han tenido experiencias relativamente recientes en enfrentar epidemias parecidas.” Tomó el ejemplo de Taiwán, “quizá es el que ha tenido el mayor éxito a nivel mundial con una respuesta rápida de un Estado eficiente”.
A su vez, frente a la pandemia, Karina Batthyány llamó a “pensar soluciones regionales y colectivas. Y creo que en este momento efectivamente nuestra región está en condiciones de aunar esfuerzos para redefinir una nueva ecuación en la perspectiva de salida, que es una nueva ecuación en la relación sociedad-Estado. Tenemos que pensar cuáles son las riquezas que tiene nuestra región en términos humanos, científicos, en términos culturales y sociales y que nuestros estados –en lo posible de manera integrada y regional– se pongan al frente de los cambios que son necesarios.” Planteó luego el dilema de “si avanzamos hacia modelos más equitativos o seguimos aumentando y profundizando la desigualdad que es una característica estructural en nuestra región. Salvamos a las empresas o cuidamos a las y los trabajadores. Aplicamos modelos de ajuste estructural que legitiman la concentración de la riqueza –que por cierto es también una característica de nuestra región– o, por el contrario, fomentamos el empoderamiento a nivel social, a nivel comunitario para, entre otras cosas, garantizar un ingreso mínimo, un ingreso básico de características universales. O defendemos la salud y la educación y el cuidado como derechos o permitimos que la iniciativa privada los mercantilice, es decir los consolide como mercancía. En definitiva, ver si fortalecemos al Estado o lo debilitamos.”
Karina Batthyány agregó que, en la perspectiva post pandemia, “tenemos qué preguntarnos qué tipo de estados van a necesitar las sociedades que emerjan de esta crisis, que es la más grande de la historia reciente no sólo nuestra región sino a nivel mundial. Y quizás este sea por tanto un buen momento para empezar a pensar ese nuevo modelo y, a su vez, un nuevo contrato social que permita la construcción de un mundo más igualitario, más justo, más equitativo y alejado de esa narrativa neoliberal que nuestra región, a partir de los años 80, se impuso como la narrativa dominante. Y para la cual, recordemos –y eso por supuesto que antecede a la pandemia–, los seres humanos, las personas, somos lo menos importante porque todo se regla por el mercado; es decir, lo que está en el centro es el mercado y no las personas. Quizás el primer desafío que tenemos es ese: desplazar el modelo para que la vida de las personas, el ambiente, el entorno, estén en el centro. Allí, las Ciencias Sociales tienen un papel protagónico para poder trabajar con las herramientas que tenemos como cientistas sociales, para orientar toma de decisiones, para pensar políticas públicas de carácter estructural y también para esbozar alguna propuesta colectiva en la región.”
Si desea recibir más información sobre las propuestas de formación de CLACSO:
[widget id=”custom_html-57″]
a nuestras listas de correo electrónico.