La pandemia agrava la crisis laboral y profundiza las desigualdades sociales

 La pandemia agrava la crisis laboral y profundiza las desigualdades sociales

(Transcripción de la Columna de Karina Batthyány
en InfoCLACSO15 de julio 2020)

Yo creo que está bueno que nos dediquemos en los programas sucesivos a ir mirando distintas dimensiones de la desigualdad en el marco de esta crisis sanitaria, de esta pandemia y de su afectación para América Latina y el Caribe. Y efectivamente una de las dimensiones, no la más importante pero una dimensión relevante, tiene que ver con lo que está ocurriendo en el mundo del trabajo remunerado, productivo; no en el mundo de otros trabajos como pueden ser los trabajos no remunerados y los del cuidado al que también le dedicaremos alguna atención en próximos programas.



¿Qué es lo que sabemos hasta ahora? Por supuesto, sabemos que antes de la pandemia América Latina y el Caribe es la región más desigual del planeta. Y sabemos también algunas características que tenía nuestro mercado de trabajo en la región, como, por ejemplo, que más de la mitad de trabajadores y trabajadoras en nuestra región latinoamericana y caribeña son informales. Decir que un trabajador o una trabajadora es informal quiere decir que no tiene protección social alguna; que no tiene protección de ningún tipo en cuanto a sus derechos de salud, en cuanto a sus derechos económicos, en cuanto a su retiro futuro: 53% antes de la pandemia estaban en la informalidad, la mitad de los trabajadores y trabajadoras. Tenemos que pensar además qué le ocurrió a toda esa gente que vive del día a día de “lo que hago cada día” para parar la olla o para sostener la alimentación de la familia. Qué les pasó en esta pandemia, en la medida que muchas de esas actividades producto del confinamiento de las cuarentenas y de la crisis económica, por supuesto, se detuvieron. Y esta gente ya no sólo carece de protección social como antes de la pandemia (y eso era muy grave), sino que además ahora se le suma que no tiene ingresos directamente. Es decir, pierde su fuente de trabajo aunque ésta sea informal y queda sin posibilidad de llevar ese sustento cotidiano a sus hogares.

Pero de la otra mitad, de los que tenemos empleos formales, la situación no es mucho mejor tampoco. Porque pensemos que en nuestra región, el 64% –dos de cada tres– de quienes tienen un empleo formal con protección están en el sector servicios. Y, como ya sabemos, dentro de eso la amplia mayoría son mujeres. El sector servicios es justamente el que se vio más afectado por la pandemia. ¿Qué hay en el sector servicios? Cosas tan básicas como hoteles, restaurantes o gastronomía en general, servicios a las personas, que son las primeras actividades económicas que se vieron afectadas durante esta crisis sanitaria. Por lo que estas personas, que sí tienen un empleo formal, pasaron a estar desempleadas en seguro de paro o en algún tipo de afectación de su fuente de trabajo.

Todo esto lleva a que, por ejemplo, tanto la OIT (Organización Internacional del Trabajo) como la CEPAL (Comisión Económica para América Latina), estén manejando que en las situaciones de la salida de la pandemia el desempleo va a aumentar en América Latina. Y va a aumentar el desempleo y va a aumentar la pobreza. Nos dan cifras que realmente son escalofriantes, como por ejemplo que vamos a tener más de 45 millones de personas que se suman a la pobreza, de las cuales más de la mitad se sumarán a la pobreza extrema.

Esa es un poco la situación hoy en nuestra región: aumento de la informalidad, aumento del desempleo, aumento de la pobreza, aumento de la indigencia. Situaciones que por supuesto no todas son producto de la pandemia. Son cuestiones que teníamos de antes en América Latina, pero que ahora se agravan. Y allí nos tenemos que hacer muchas preguntas, nos tenemos que preguntar cuál es el papel de cada uno de nosotros en el marco de esta situación y también cuál es el papel del Estado. Qué rol tienen que jugar los estados en todo esto y qué rol tiene que jugar el principal instrumento que tienen los estados que son las políticas públicas, cómo las vamos a orientar.

Hablando de la presencia del Estado, hay que ver cuánto de las políticas neoliberales también fueron muy propicias, no solamente con un panorama ya complicado antes de la pandemia, sino a veces utilizar también la pandemia para reducir personal. Entonces, ¿cuál sería la importancia, por ejemplo, de la presencia del Estado en la coyuntura?

-El rol del Estado es absolutamente clave. Y lo que tú decías acerca del papel del neoliberalismo, digamos, estos números que yo doy que antecede a la pandemia, son resultados de un Estado prescindente, de un Estado que justamente no cumple con sus funciones básicas que es asegurar el goce de los derechos básicos de las personas. Y vaya si un derecho básico es un derecho al trabajo, pero no cualquier trabajo, sino a un trabajo digno, de calidad, con cobertura y con protección social. La mitad de quienes habitamos esta región tienen empleos informales, ahí estamos hablando de cuál es el papel del Estado y aquí, efectivamente, surgen oportunidades. Tenemos que tener cuidado también, porque son muchas las voces que se ubican, yo diría, como entre dos extremos. Por un lado, aquellas que dicen que nada va a cambiar, es todo cuestión de tiempo de volver a la normalidad. Y por otro, en el otro extremo, que esto es una catástrofe absoluta y no se sabe cómo vamos a salir de aquí.

Yo creo que en realidad debemos pensar en los caminos entre esos dos extremos, donde el papel del Estado se vuelve central –no de cualquier Estado, de un Estado de tipo social–. Y cuando digo un Estado social, estoy hablando justamente de un Estado que garantice esos derechos básicos de las personas y donde probablemente conceptos como la solidaridad, la empatía, la responsabilidad, por supuesto que la democracia, la interdependencia entre las personas y entre todos los que habitamos un espacio determinado, se van a volver centrales. Porque sino la alternativa a todo eso, lejos de ser la solidaridad, la empatía, que acabo de mencionar, va a hacer que prime el autoritarismo, el egoísmo, el racismo, la xenofobia y que cada país se cierre sobre sí mismo, que son algunos de los riesgos que ya estamos observando en América Latina.

Ésta es una excelente oportunidad: recordemos aquella vieja idea de que toda crisis abre una excelente oportunidad para rediseñar una serie de elementos en nuestra región. Hoy estamos hablando del trabajo. Entonces, corresponde decir: rediseñar el modelo económico, por supuesto plantear el tema de la deuda. Es un absoluto disparate el nivel de endeudamiento del mundo y la región latinoamericana: más del 40% del Producto Bruto latinoamericano está comprometido en deuda externa. Y también plantear los temas de la renta básica ciudadana que va directo a lo que estábamos conversando del mercado de trabajo. Pero también es una oportunidad para fortalecer las democracias: sólo con democracias fuertes se puede plantear esta idea de los Estados sociales. Y cuando digo “fuertes” es desde un punto de vista de la participación ciudadana. Y, por supuesto, no olvidarnos de acortar las brechas (ojalá eliminarlas), por lo menos aprovechar para cortar las brechas de género que están tan presentes en el mercado de trabajo y en todas las esferas sociales. Sigamos pensando que, en definitiva, no nos olvidemos que el propósito de CLACSO es eso: comprender para transformar. Y para eso trabajamos todos los días.


https://www.instagram.com/tv/CCyogoMFe_z/?utm_source=ig_web_copy_link

Si desea recibir más información sobre las propuestas de formación de CLACSO:

[widget id=”custom_html-57″]

a nuestras listas de correo electrónico.