La memoria en tiempo de pandemia
Valeria Vegh Weis1
Las marchas del 24 de marzo en Plaza de Mayo han sido una constante en la historia reciente de la democracia argentina. Ni el Estado de sitio, ni la represión, ni la estigmatización o las acusaciones de “locas” o “guerrilleras” lograron parar a las Madres, las Abuelas y los familiares. Elles siguieron reclamando por memoria, verdad y justicia, cada día y especialmente cada 24 de marzo. Lo hicieron cuando la dictadura militar estaba en el poder y lo siguieron haciendo en democracia, aún cuando les acompañaban solo algunos miles de personas. Es que fue recién en 1996, a 20 años del golpe, cuando los organismos se conformaron en el Encuentro por Memoria, Verdad y Justicia y las marchas adquirieron ese carácter multitudinario que hoy las define.
Esta historia de intransigencia encontró su primer hiato el 24 de marzo de 2020, cuando por primera vez en 44 años y en el marco de la pandemia por el coronavirus, la Plaza de Mayo permaneció en silencio. No se trató de miedo –eso nunca detuvo a los organismos de derechos humanos–, sino de solidaridad. En su declaración, el Encuentro MVJ expresó:
La decisión de no movilizarnos el 24 de marzo como lo hacemos desde hace tantos años es realmente algo muy impactante, pero entendemos que el cuidado de la población requiere respuestas solidarias para contribuir con la prevención y la salud de nuestro pueblo”.[1]
Las Madres, Abuelas y familiares llevaron al extremo las tareas de cuidado, tan marcadas por la cuestión de género: no sólo lavaron, cocinaron y criaron a sus hijes, sino que extendieron las tareas de cuidado hasta el espacio publico, donde salieron a tratar de seguir protegiéndoles a través de un grito colectivo. Hoy las tareas de cuidado nos llaman a quedarnos en casa y las Madres y Abuelas de todes nos cuidan como extensión de eses 30.000 detenides-desaparecides.
Tal es la importancia histórica y emocional de estos cuidados que, para ratificar la imposibilidad de marchar, les representantes del Estado buscaron apoyarse en las declaraciones del Encuentro MVJ. Los organismos operaron entonces como una autoridad moral incluso superior a la prohibición decretada desde la administración pública. Así, desde el Ministerio de Justicia se insistió en que todes debíamos recordar desde nuestras casas bajo la arenga de: “hagámoslo porque ellas lo dicen”. Horacio Pietragalla, actual Secretario de Derechos Humanos y nieto recuperado por las Abuelas, lo expresó con estas palabras: “Las Madres, Abuelas y los familiares dicen que nos tenemos que quedar en nuestras casas y recordar a los 30.000 así”.[2]
Así fue como este 24 de marzo de 2020, aún en el medio de una pandemia surrealista, no suscitó enfrentamientos y tampoco implicó olvido. Por el contrario, evidenció la creatividad y vitalidad de los organismos para multiplicar las formas de recordar y de seguir haciendo justicia.En palabras del Encuentro MVJ: “No podemos ir a la Plaza para evitar el contagio, pero queremos que se contagie la esperanza firme en el Nunca Más”.
Fue entonces que se dio la paradoja que la misma palabra que hizo posible la lucha en el marco del más dramático terrorismo de Estado, es la que hoy permitió que el mensaje de ‘Nunca más’ siguiera presente incluso en el medio de una pandemia: las redes. La red hizo posible, desde los años 70, que la lucha individual y fútil deviniera en una lucha colectiva que recorrería el mundo. No son Estela o Hebe o Tati o Norita; no son una madre o una abuela; no han sido ni son individues aislades. Son Madres, Abuelas y Familiares con mayúsculas; han sido exitoses en conformar “organismos” y ello implica que son un conjunto, que ostentan una naturaleza necesariamente colectiva que toma forma a partir de la red, de una unión que se expande y que sostiene a les que la constituyen y a les demás. Hoy otro tipo de red, la internet, les vio hacerse presentes sin quiebre de continuidad y a pesar del aislamiento universal y obligatorio. Las redes (y los balcones) se llenaron de pañuelos a través del “Pañuelazo”como respuesta a la invitación de los organismos de viralizar imágenes alusivas con los hashtags #PañuelosConMemoria, #24M, #44AñosDelGolpe, #Son30000 y #MemoriaVerdadYJusticia. Las redes se llenaron de lágrimas de aquelles que del otro lado de los monitores pudieron ver gratuitamente el estreno de la película “Todos son mis hijos” realizada por la Asociación Madres de Plaza de Mayo (2020). Las redes se llenaron de información otrora vedada, cuando las Abuelas, el CELS y Memoria Abierta lanzaron la página web Desclasificados.org.ar, donde se puede acceder a los archivos secretos sobre el terrorismo de Estado desclasificados por los Estados Unidos. Las redes se llenaron de imágenes y videos a partir de la convocatoria del Espacio Memoria a realizar un “proyectorazo” con proyecciones en ventanas, terrazas y balcones luego compartidas en forma online. Las redes se llenaron de voces como respuesta al llamado del Museo de la Memoria a hacer un gran “grito” virtual con el hashtag #ConLaMemoriaDespierta. Claro que la red web hoy es un instrumento para la memoria, pero por sí sola puede aislar. Su uso efectivo este 24 de marzo es posible porque se construye sobre más de cuatro décadas de ocupar el espacio público, de construir redes de solidaridad internacional, de acceder a los tribunales internacionales y locales en búsqueda de justicia, entre muchos otros cambios estructurales.
A las 19.30 del 24 de marzo hubo una transmisión web donde los organismos del Encuentro MVJ leyeron el ya tradicional documento conjunto. Después de cuatro años de enfrentamiento con el poder de turno, esta vez encuentran en el gobierno a una administración afín a sus reclamos. Sin embargo, los organismos no dejaron de levantar sus demandas al Poder Judicial para dar “mayor celeridad” a los juicios y “terminar con el privilegio” de los militares detenidos en “la cárcel VIP de Campo de Mayo”; al Poder Legislativo para que discuta “las herramientas legales que permitan esa aceleración” y al Estado en su conjunto para que se investigue la responsabilidad empresaria en la dictadura.
Pero quizás lo más interesante es observar cómo el manifiesto y las redes dejan en claro que la lucha histórica no se anquilosa, sino que se torna aún más viva a partir de la incorporación de nuevos reclamos. Los pañuelos que poblaron las redes “dicen Nunca Más pero también piden derechos, dicen Ni Una Menos, dicen techo, tierra, trabajo”.[3] El manifiesto de los organismos se retroalimenta de esa fuerza y alerta sobre “las presas y presos políticos o por luchar como Milagro Sala y Luis D’Elía”, pide “que se anulen las leyes antiterroristas… y desmantelar el aparato represivo” y repudia la deuda externa por “ilegítima, fraudulenta, impagable y odiosa”. Sus reclamos llegan incluso a abarcar la actual situación de pandemia desde la mirada de la justicia social, exigiendo “testeo masivo para detección precoz del virus” y repudiando “la presión militarista y cualquier intento de declaración de Estado de sitio”.
Las tareas de cuidado adentro y fuera del hogar, las redes como estrategia –siempre– y un 24 de marzo atípico en el que la pandemia no resultó un obstáculo para seguir sosteniendo la persistencia de la lucha.
1- Criminóloga argentina-alemana, abogada penal y profesora universitaria. Integrante del Grupo de Trabajo CLACSO Memorias Colectivas y Prácticas de Resistencia.
[1] https://www.pagina12.com.ar/252796-suspendieron-la-marcha-del-24-de-marzo-por-el-coronavirus
[2] https://www.lanacion.com.ar/politica/el-coronavirus-obligo-primera-vez-historia-se-nid2346496
[3] https://www.pagina12.com.ar/255106-la-vida-en-el-centro
Valeria-Vegh-Weis
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