“La crisis de la pandemia tiene efectos preocupantes en la seguridad alimentaria en nuestras sociedades”

 “La crisis de la pandemia tiene efectos preocupantes en la seguridad alimentaria en nuestras  sociedades”

(Transcripción de la Columna de Karina Batthyány
en InfoCLACSO – 8 de diciembre 2021)

Estamos recorriendo los ejes de nuestra Novena Conferencia #CLACSO2022 en junio en la UNAM de México e invitarles a los que aún no lo han hecho a que envíen sus contribuciones para asegurarse de poder estar presente en la Novena Conferencia presentando sus trabajos, sus reflexiones, sus avances en materia de investigación.

En ese recorrido por nuestros 34 ejes, hoy te propongo trabajar en torno al eje de Soberanía Alimentaria a partir de un informe que se dio a conocer hace pocos días de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, más conocida como la FAO, que muestra datos preocupantes  y tenemos que incluir en nuestra reflexión para América Latina y el Caribe sobre una de las dimensiones de la Seguridad Alimentaria o de la no Seguridad Alimentaria que es el tema del hambre.



¿Qué nos muestra este informe? En primer lugar, nos muestra un escenario muy preocupante de los efectos que ha tenido la crisis de la pandemia por el COVID en la seguridad alimentaria en nuestras  sociedades latinoamericanas y caribeñas.

El informe que se publicó la semana pasada nos obliga a tomar conciencia que a finales de 2020 y principios de 2021, casi 60 millones de latinoamericanos, latinoamericanas, caribeños y caribeñas padecían hambre. Según la FAO, durante 2019 y 2020, el hambre aumentó en nuestra región más drásticamente que en cualquier otra región. En 2020, la prevalencia del hambre en América Latina y el Caribe fue de 9%, la cifra más alta en los últimos quince años.  Durante la pandemia y en tan solo un año, las personas que viven con hambre en la región aumentaron en casi 14 millones, un aumento del 30 por ciento.

Sabíamos nosotros y nosotras ya que América Latina y el Caribe fue una de las regiones más afectadas por la pandemia en términos sanitarios: con solo el 8,4 por ciento de la población mundial nuestra región sufrió el 27,8 por ciento de las muertes por COVID-19 a nivel mundial.

Sabíamos también que la economía se vio impactada de forma importante, con caídas en los productos brutos internos en todos los países. Recordemos: se estima que el PIB de la región registró una caída cercana al 8 por ciento en 2020 y que a su vez la tasa de desocupación aumentó en casi 3 puntos porcentuales.

Por la caída en la actividad económica, implica que un gran porcentaje de personas y familias en la región no tengan los ingresos suficientes para poder comprar alimentos en la cantidad y calidad nutricional necesarias para mantener buenos niveles de salud y desarrollo.  Esto también ha tenido un efecto en los niveles de pobreza, de hambre e inseguridad alimentaria sin precedentes recientes.

Además de la proporción de personas con hambre, la FAO (en este informe que dio a conocer) elabora otros indicadores que intentan registrar la proporción de la población que enfrenta obstáculos para obtener suficiente alimento a lo largo de un año. La inseguridad alimentaria moderada, por ejemplo, describe una situación en la que la capacidad de una persona para obtener alimento está sometida a ciertas incertidumbres; y que esas incertidumbres la obligada a reducir, a veces a lo largo de un año, la calidad y/o cantidad de la comida que consume. Así también habla de la inseguridad alimentaria grave que se refiere a un escenario en que es muy probable que a una persona se le acabe la comida, que padezca hambre y, en su versión más extrema, lleve varios días sin alimentarse, poniendo en riesgo su salud y su bienestar.

Justamente, si miramos la evolución de estos indicadores, es decir, la inseguridad alimentaria moderada o la inseguridad alimentaria grave, el informe nos muestra que más allá de esta última crisis, de la pandemia, el hambre y la inseguridad alimentaria son dos datos que no han parado de crecer en los últimos seis años en nuestra región. Entre 2014 y 2020, la cantidad de personas con inseguridad alimentaria moderada o grave aumentó en un 74 por ciento, pasó de 153 a 267 millones en los últimos seis años. Y particularmente entre 2019 y 2020 se registró el alza más importante con 60 millones en solo un año. Fijate las cifras que estamos mencionando. La crisis desatada por la pandemia, una vez más, como hemos visto en otras dimensiones de la desigualdad, no hizo otra cosa que exacerbar una tendencia que ya venía ocurriendo y que explica en buena medida también esto que venimos afirmando columna a columna de las Tramas de las Desigualdades en América Latina y el Caribe, y de la región más desigual del planeta.

Pero este informe también describe un fenómeno sobre el que nos detuvimos varias veces en esta columna: cómo los confinamientos, el “Quedate en casa”, las cuarentenas obligatorias, representaron una desorganización de los arreglos establecidos en los hogares para organizar las tareas domésticas y de cuidados, y que eso también tuvo un efecto en la alimentación. Los confinamientos, las pérdidas de ingresos llevaron a un menor acceso a alimentos en la cantidad y en la calidad necesaria para la vida, implicó reemplazar alimentos de mayor costo por dietas que quizá son menos saludables con por alimentos con altos contenidos de azúcar, de grasas, etc.

Entonces, la FAO nos está advirtiendo que la inseguridad alimentaria también muestra una brecha de género, porque afecta más a las mujeres que a los varones. Por ejemplo: en 2020, casi el 42% de las mujeres sufría inseguridad alimentaria, frente a un 32% de los varones. Esto también se relaciona (probablemente) a la caída en la participación laboral de las mujeres durante la pandemia. Recordemos que para la OIT cerca de 12 millones de mujeres salieron de la fuerza laboral en nuestra región debido a la destrucción o la pérdida de los empleos en las que trabajaban, particularmente el empleo doméstico remunerado allí explica una buena proporción.

Este cuadro de situación que acabo de describirte es sin duda alarmante: Hoy cuatro de cada 10 personas de la región no se alimentan adecuadamente cada día y casi una de cada 10 vive en condición de hambre.

Evidentemente si no buscamos soluciones efectivas para este problema que modifiquen estos criterios de seguridad alimentaria, estamos frente a una situación grave en la región. Creo que éste es un punto que debemos incorporar cuando hablamos de las Tramas de las Desigualdades en América Latina, y particularmente cuando pensamos -como lo hemos hecho en otras columnas- en los programas de protección social y de bienestar social. Esta dimensión de la seguridad alimentaria debe también estar presente.

-Pensaba mientras te escuchaba en la seguridad alimentaria y en la soberanía alimentaria, y cómo también algunos sistemas lamentablemente no tienen la dimensión como deberían tener, por ejemplo los sistema agroecológicos de cultivo en diferentes partes de América Latina y el Caribe que están creciendo (y mucho) y no necesariamente se le da el espacio necesario y que son muy potentes con el medio ambiente, pero también con la posibilidad de acceso a la alimentación por parte de los pueblos. Cuántas cosas tienen que modificarse y también vemos cómo la presencia del Estado es fundamental para regular estas cosas. Mientras hay grandes campos ligados a la forma de cultivo más habitual y tradicional, la agroecología plantea ahí una dimensión alternativa.

-Absolutamente. Por eso siempre afirmamos la necesidad de ir combinando todas estas dimensiones y de pensar soluciones, pero no solo soluciones superficiales, sino soluciones que vayan justamente a las dimensiones estructurales del problema de las desigualdades en América Latina, donde la soberanía alimentaria, la soberanía también en términos de las decisiones productivas que tienen que ver con los patrones de producción vinculado a la agroecología y más en general a la dimensión ambiental, es uno de los temas que debe ocuparnos. Por supuesto siempre en el marco de lo que tratamos de ir construyendo desde CLACSO y también desde este espacio (Info CLACSO) de pensar en sociedades más justas, más democráticas, más igualitarias, y con criterios de soberanía en estos elementos.


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