Jóvenes y reconfiguraciones de lo público: lecturas desde la pandemia

 Jóvenes y reconfiguraciones de lo público: lecturas desde la pandemia

Melina Vázquez y Pablo Vommaro[1]

La configuración de las relaciones entre lo público y lo privado es uno de los rasgos distintivos de la modernidad. No obstante, contextos de crisis y de cambio social han mostrado que sus fronteras son porosas. En este texto abordamos la relación entre ambas esferas a partir de las dinámicas juveniles durante la pandemia y sus transformaciones.

El Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO) en la Argentina produjo una nueva disposición de las rutinas que organizan la vida social. La virtualización del trabajo, de la educación y de buena parte de las interacciones sociales son expresión de ello. Ahora bien, ¿cómo se tramitan estos procesos de reconfiguración de lo público y lo privado entre les jóvenes? ¿cuáles son las condiciones de posibilidad para el #QuedateEnCasa? ¿cómo se expresan estos cambios desde las dinámicas plurales, diversas y desiguales que organizan las experiencias juveniles?

#QuedateEnCasa

Las juventudes distan de ser un grupo social homogéneo. Quedarse-en-casa encuentra específicas condiciones de (¿im?)posibilidad cuando las tareas escolares se realizan en hogares con hacinamiento, sin acceso al agua o a diversos servicios públicos; cuando la educación a distancia tiene lugar sin acceso a una computadora o con problemas de conectividad o cuando diferentes quehaceres deben articularse en un único ambiente. Desde este punto de vista, #QuedateEnCasa podría representar una consigna con sesgo clasista que pone de manifiesto las desiguales posibilidades para desarrollar cuidados, prácticas de higiene y de distanciamiento social equivalentes.

Quedarse-en-casa en muchos casos implica, además, un recrudecimiento de las violencias. En abril UNICEF alertó sobre las “víctimas invisibles” de la pandemia: niños y niñas que son objeto de maltratos en sus hogares. Además, según el Registro Nacional de Femicidios del Observatorio Mumalá, entre el 1 de enero y el 30 de agosto de 2020 se registraron un total de 181 femicidios, de los cuales 118 se produjeron durante el ASPO. Del total de femicidios, el 32% sucedió en la vivienda compartida con el femicida. De acuerdo con la Ministra de Seguridad, se trata del único delito que no ha disminuido con el ASPO.

Disputando los usos del espacio público

La pandemia transformó las relaciones entre lo público y lo privado como conceptos y como prácticas sociales. La revalorización de lo público estatal se manifestó en el valor social que se les otorgó a las tareas de cuidados, educativas, de salud y de producción del conocimiento científico. Otro ejemplo es la consideración del acceso a telefonía, internet y televisión como servicios públicos. Además de su importancia en tiempos de virtualización de las actividades cotidianas, muestra la centralidad de la regulación estatal en la gestión de los servicios considerados prioritarios en tiempos excepcionales y transforma la visión individualista (consumidor-cliente) desde la cual este tipo de consumos suelen ser pensados.

Las mutaciones en los usos del espacio público y el incremento de los controles sobre la circulación impactaron de lleno entre las y los jóvenes; especialmente en quienes viven en barrios populares y ven restringidos la equina o el parque como lugares de socialización y encuentro. Sin dudas, el componente socializador y de pertenencia del espacio público no puede ser reemplazado totalmente de manera virtual.

Además, los usos del espacio público están mediados por el desarrollo de prácticas violentas hacia jóvenes con identidades desacreditadas. Las medidas de ASPO incrementaron el hostigamiento policial y la violencia institucional por medio de persecuciones, detenciones arbitrarias, torturas e –incluso– la desaparición y asesinato de jóvenes. En un estudio sobre personas que habitan en barrios populares de la Provincia de Buenos Aires, se afirma que el 20% de los encuestados refirió hostigamientos de mayor intensidad por parte de las fuerzas de seguridad durante el ASPO (Informe UNGS, 2020).

Lo esencial es visible a los ojos

Las medidas de aislamiento redefinieron los principios de legitimación de prácticas sociales usualmente invisibles. Se produjo una reconversión de las prácticas participativas de jóvenes, fuertemente interpeladas por la gestión de la crisis desde abajo. Movimientos sociales, partidos políticos, centros de estudiantes, entre otros, desplegaron sus repertorios de acciones militantes en los barrios. La distribución de alimentos, la organización de comedores y la fabricación de productos de higiene invitan a pensar en el componente marcadamente territorial de las acciones políticas y en la importancia de la trama organizativa comunitaria para afrontar ésta y otras pandemias a las que los sectores populares se ven sometidos hace años. El protagonismo de trabajadores/as de la economía popular es parte central de esa trama político-comunitaria-productiva. Sus trabajos, aunque muchas veces no remunerados, también son esenciales y se inscriben en una narrativa alternativa a la del “emprendedor” que evidencia la gestión colectiva y desde abajo de la vida cotidiana de los sectores populares.

Por último, la pandemia mostró el carácter “esencial” de trabajos precarizados fuertemente juvenilizados que garantizan el reparto de todo tipo de bienes, precisamente cuando buena parte de la población debe quedarse-en-casa. Según un estudio de CIPPEC (2019), 1 de cada 3 personas que trabajan en plataformas virtuales son menores de 30 años; solamente el 55% posee aportes previsionales (el 90% por medio del régimen de monotributo) y el 40% posee una obra social. Diversas organizaciones de trabajadores/as de reparto dieron visibilidad a sus reclamos en la pandemia. Se destaca la impronta creativa juvenil en los nombres con los que bautizaron a sus colectivos: Glovers Unidos, Rappis y furioses y ATR, sigla que juega con la expresión juvenil “a todo ritmo” para designar a la Asociación Trabajadores de Reparto. Frente a las dificultades para realizar acciones de protesta entre los “no esenciales”, estas organizaciones protagonizaron marchas, paros y movidas en las redes sociales en reclamos que van desde el pedido de elementos de higiene para trabajar hasta el reconocimiento de derechos laborales elementales como salario básico, ART, aguinaldo y licencias por enfermedad, justamente en medio de una pandemia.

Qué ves cuando me ves. Protestas y (nuevos) modos de producción de lo público

La movilización callejera es uno de los principales modos de visibilización de cuerpos y reclamos en la política. Las medidas de aislamiento llevaron a que algunas protestas emblemáticas de los y las jóvenes debieran virtualizarse o ampliar sus repertorios digitales con Twitazos, hashtags y Zooms. Buena parte de la movilización en las calles fue disputada por sectores de derecha, menos habituados al uso del espacio público para la protesta. Los llamados “jóvenes libertarios” y la articulación de las derechas en acciones colectivas visibles –como “banderazos”, quemas de barbijos o marchas anti-cuarentena– no son masivos, pero constituyen uno de los aspectos emergentes del momento.

Repensando lo público y lo común

Los efectos de esta pandemia exacerbarán con fuerte impronta generacional las desigualdades, emergentes y preexistentes. Las posibles salidas a la crisis aparecen en disputas por lo público que, a grandes rasgos, reconocen dos grandes matrices. Una, se refleja en la frase “nadie se salva solo” y manifiesta que la salida de la crisis social tendrá cauce colectivo y será mediada por lo público. Otra, se inscribe en una tradición que se autodefine como liberal y exacerba visiones individualistas, pensadas como contrapunto de lo público-estatal. La primera, se vincula con el derecho a tener derechos; la otra, interpreta los privilegios de algunos en clave de derechos (siempre individuales).

Para terminar, proponemos recuperar las experiencias más significativas de los activismos juveniles presentes y pasados que han sido importantes laboratorios sociales en la construcción de compromisos colectivos y que tomaron parte en prácticas que producen el ensanchamiento de los márgenes de lo público.


[1] Melina Vázquez: Socióloga, Magíster en Investigación y Doctora en Ciencias Sociales (UBA). Posdoctora en Ciencias Sociales, Niñez y Juventud. Profesora de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. Co-coordina el Grupo de Trabajo CLACSO Infancias y Juventudes y el Grupo de Estudios de Políticas y Juventudes (GEPoJu, IIGG-UBA). Es investigadora Adjunta del CONICET.

Pablo Vommaro: Historiador y Doctor en Ciencias Sociales (UBA). Posdoctor en Ciencias Sociales, Niñez y Juventud. Docente de las Facultades de Ciencias Sociales y Filosofía y Letras de la UBA. Director de Investigación de CLACSO e integrante del Grupo de Trabajo CLACSO Infancias y juventudes. Co-coordina el Grupo de Estudios de Políticas y Juventudes (GEPoJu, IIGG-UBA). Es investigador Adjunto del CONICET y coordina la Colección de libros Las Juventudes Argentinas Hoy (GEU), con 34 títulos publicados.

Artículo publicado en https://www.elpaisdigital.com.ar/contenido/jvenes-y-reconfiguraciones-de-lo-pblico-lecturas-desde-la-pandemia/28518


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