“Hoy la autonomía económica de las mujeres es un tema central”

 “Hoy la autonomía económica de las mujeres es un tema central”

(Transcripción de la Columna de Karina Batthyány
en InfoCLACSO – 17 de marzo 2021)

En este marzo, Mes de las Mujeres, estamos dedicando estos espacios en InfoCLACSO a abordar distintas dimensiones de la desigualdad de género. Y hoy quería hacer referencia al tema de la autonomía económica, obviamente es un tema central en términos de desigualdad de género. Y particularmente hago este comentario motivada por la lectura de un informe reciente de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina) sobre cómo ha impactado en la autonomía económica de las mujeres el tema de la pandemia y también del Panorama Social que se presentó en estos días, un informe que año a año la CEPAL realiza sobre el panorama social de América Latina y el Caribe. Justamente entonces en función de las estimaciones que la Comisión Económica para América Latina y el Caribe está haciendo, observamos evidentemente la fuerte contracción económica producto de la pandemia que todos y todas sentimos, vivimos cotidianamente en nuestros países, y que esto está teniendo además un impacto particular y diferencial en la ocupación y en las condiciones laborales en nuestra región que, en el caso de las mujeres, representa, según estima la CEPAL, un retroceso de más de 10 años en la participación en el mercado de trabajo producto de lo que ha sido el 2020, datos que se toman para este análisis.



Retroceso en la participación en el mercado de trabajo que siempre es bueno recordar los puntos de partida: la brecha entre lo que se denomina la población económicamente activa femenina y masculina ya existía. Es decir, dependiendo el país, se ubica aproximadamente en el entorno de 20 puntos la distancia en términos de esa incorporación y participación en el mercado de trabajo de varones y mujeres. Ahora esto se va a amplificar aún más y volveríamos a valores del 2010. Esto por los efectos que la pandemia ha tenido en el empleo y en los ingresos para la población en general, pero para las mujeres en particular. Recordemos que la CEPAL habla de la caída del producto bruto interno en América Latina y el Caribe de casi un 8% –7,7% para ser más precisa–, y un aumento general del desempleo en la región de 10 puntos porcentuales. Obvio que todo esto tiene un impacto negativo en los ingresos de los hogares. Ahora bien, si consideramos la sobrerrepresentación que tienen las mujeres en los hogares pobres, estaríamos más o menos en una estimación de cerca de 120 millones de mujeres latinoamericanas que vivirán en este año 2021 en situación de pobreza. Además, siempre de acuerdo al informe de la CEPAL, se estima que la tasa de desocupación de las mujeres superaría el 20%, se ubicaría en un 22% para el año que acaba de culminar (2020). Concretamente, se estima que la tasa de desocupación de las mujeres alcanzaría un 22,2% en 2020 (si se asume la misma tasa de participación del 2019), lo que implica 12,6 puntos porcentuales de variación interanual.

También debemos tener presente que de acuerdo a las evaluaciones de impacto que han realizado la CEPAL y también la organización Internacional del Trabajo (OIT), el impacto más alto en la actividad económica y en el empleo se va a dar justamente en aquellos sectores que están altamente feminizados: el comercio, la industria manufacturera, el turismo, el servicio doméstico. Recordemos que más de la mitad de las mujeres de América Latina y el Caribe se encuentran ocupadas en estos sectores que son las que están teniendo el impacto mayor en términos de empleo y de ingresos en estos momentos en nuestra región. Estos sectores que se encuentran en mayor riesgo no solamente emplean a la mayoría de las mujeres ocupadas, sino que además -recuerden algunos análisis que hicimos el año pasado al respecto- estos sectores se caracterizan por tener tasas de informalidad, de precariedad laboral muy alta, por tener bajas remuneraciones y por tener a su vez bajos niveles de calificación en términos de la mano de obra que se emplea.

También recordemos el bajo porcentaje de mujeres de estos sectores económicos que están afiliadas o cotizan en la seguridad social. Concretamente el 35% en el comercio, el 45% en el sector de las manufacturas, el 26% en el turismo y el 24% apenas en el sector del servicio doméstico. Esto nos habla de la ausencia de protección y de seguridad social para estas mujeres. Y también tenemos que recordar que una de cada tres mujeres en estos sectores económicos trabaja por cuenta propia que también suelen ser, no en todos los casos, ocupaciones asociadas a una menor calidad de empleo.

Pero además permitime hacer un pequeño comentario sobre el sector salud, ése que tanto nos preocupa en todos nuestros países, que estamos tan atentos con esta situación de la pandemia: sabemos que en América Latina y el Caribe las mujeres somos una parte crucial de lo que se llama la primera línea de respuesta a la pandemia. ¿Por qué? Porque el 73% de las personas empleadas en el sector de la salud son mujeres que han tenido durante este año (el 2020 y lo que va del 2021) que enfrentar condiciones de trabajo extremas: extensión de las jornadas laborales, mayor riesgo al exponerse al contagio del virus, en un contexto además de discriminación salarial. Porque así como te dije que las mujeres son el 73% de las personas empleadas en el sector salud, los ingresos de las mujeres que trabajan y que son mayoría en el sector salud son casi un 25% inferiores a la de los varones empleados en el mismo sector. Entonces, allí tenemos de manera muy descarnada en el sector que hoy está preocupando a muchos y a muchas estas desigualdades de las que estábamos hablando.

Por último, agregar otra dimensión producto de esta situación de la pandemia que es el tema de las plataformas digitales. Sabemos muy bien que la llegada del COVID-19 y las medidas que se tomaron para intentar mitigar el avance en los contagios en la pandemia, aceleraron la transformación digital de las sociedades de América Latina y el Caribe, y el vínculo por lo tanto con la economía digital. Esto también supone un gran desafío en términos de autonomía económica –que es lo que estamos conversando hoy– y de igualdad de género. ¿Por qué? Porque cuando hacemos el cruce o la intersección entre pobreza, brecha digital y desigualdad de género, el resultado es que se socavan aún más las oportunidades que podrían tener las mujeres que se encuentran en los sectores más bajos de ingresos para obtener un ingreso. Como fue ese resultado de la aceleración de la economía digital.

Casi el 40% de las mujeres  en los hogares del primer quintil, es decir de los hogares de menores recursos, no poseen ingresos propios y tienen grandes dificultades para acceder a cualquier dispositivo de conexión o de conectividad que les permita por ejemplo el teletrabajo, que es tan frecuente hoy.

Inclusive en muchas de estas plataformas están muy ligadas a trabajos supuestamente cuentapropistas pero muy ligados a la informalidad sin responsabilidad por el eje del contratador, lo cual plantea nuevamente una situación de dificultad en establecer un trabajo que no sea precario…

Absolutamente. Sin ningún tipo de cobertura desde el punto de vista de la seguridad o la protección social. Y ahí tienes una primera barrera  en términos de lo que es la calidad del empleo, la seguridad. Pero la segunda es también la dificultad para poder ingresar eventualmente en esas demandas tan aceleradas hoy de teletrabajo cuando no hay acceso a este tipo de conexiones y de dispositivos. En definitiva, ¿de qué se trata? Una vez más de lo que ya hemos planteado en otras ocasiones aquí en estos espacios: la necesidad de volver a discutir el pacto social que permita ya no la retórica de la igualdad entre varones y mujeres, sino su concreción, el avance concreto hacia la igualdad de género. Y retomando el informe de la CEPAL, ellos plantean que es necesario también un nuevo pacto fiscal que se oriente explícitamente a evitar que se profundicen estas brechas de género que mencionamos aquí y que tienen que ver también con el acceso a la igualdad y a los derechos de las mujeres. Pactos fiscales que necesitan incorporar estas dimensiones en su discusión, que haya medidas fiscales concretas y efectivas para evitar la profundización de la pobreza de las mujeres, la sobrecarga del trabajo doméstico y de cuidados no remunerados y también el acceso a este nuevo mundo o nueva realidad digital que estamos enfrentando. Los gobiernos tienen que asignar recursos específicos para poder avanzar en condiciones de igualdad, si no vamos a estar reproduciendo seguramente errores del pasado donde se promueven medidas de tipo económico, por ejemplo, que dejan a las mujeres atrás.


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