Hoy en el sur, mañana en el norte

 Hoy en el sur, mañana en el norte

Julián Dasten
Sociólogo, Universidad Católica de Temuco

El sur es complejo y es una red de construcciones de poder distinta a la de las metrópolis, pero enlazada y articulada al centro. Me invitaron a escribir esta columna, pensando en dar una mirada desde la periferia de la periferia, de los procesos, movilizaciones y crisis abierta en la sociedad chilena hoy. Sin saber claramente si estas palabras apuntarán a algo más que esta descripción, y reconociendo que no podré dar cuenta de todas las potencialidades y particularidades de pensar el sur, creo que es necesario más bien responder algunas preguntas antes de pensar el presente, especialmente considerando la llamada región de La Araucanía.

Primero que nada, “el sur” pregunta “al norte” ¿existe una sociedad chilena? Las diferencias geográficas instalan fronteras, barreras y límites a la hora de pensar la identidad y los procesos de construcción de un hábitat societario. Las formas culturales y las posiciones respecto al centro hacen pensar en un heterogéneo montaje de realidades y sujetos que no necesariamente es coherente y una cohesión simétrica. Estos diversos escenarios que hoy se encuentran atravesados por prácticas de gobierno centrales, nacionales y mono-culturales son también los basamentos del estado que también se encuentran en tensión.

Por ello es importante primero visualizar que en “el sur” hay características que hacen pensar en definitiva que estas fronteras centralizadas han consolidado en muchos sentidos zonas y geografías de primer orden y otras de segunda categoría. El desarrollo metropolitano y capitalista va acompañado de una gran expulsión de personas desde los territorios rurales y sureños, ya que en el centro se va condensando una zona de toma de decisiones, programas, políticas y oportunidades que tiene su base en Santiago. Esta es la base de una desigualdad socio-espacial del poder, la cual no implica que Santiago sea homogéneo o sea un paraíso de privilegios para el bienestar de la vida.

La segunda pregunta sería ¿Qué entiende el centro por sur? El sur no es una construcción romántica, acampesinada y tradicional. No es el resguardo moral y paisajístico del centro. Sino que más bien es un montaje de nuevos aparatos de expansión espacial y simbólico que avanza de manera acelerada en redefinir el carácter y reproducción de los territorios. Las ciudades que se van configurando y creciendo en este proceso va sujetando en diversas escalas a comunidades locales, “la naturaleza”, la sociabilidad y las formas de pensar el desarrollo. Sin embargo, allí también se van alojando grandes espacios de concentración de marginalidades, exclusiones y malestar.

La migración interna, sumada a una diáspora rural-urbana, se vuelve el foco de zonas que van quedando deshabitadas por diversos motivos y razones, tales como la expulsión, el despojo y la depredación, así como también por las atracciones y comodidades de la vida en la ciudad. El crecimiento demográfico de las ciudades va de la mano de una manera de pensar el crecimiento a través del despojo de las localidades pequeñas, de sus personas, de sus jóvenes, propiedades, agua, tierra, etc. Las promesas del neoliberalismo llegan acá con una resonancia propia que vacía y llena de precariedades las vidas y reinstituye en la ciudad un trasvasije de las expresiones rurales.

Por otra parte, cabe recordarle al centro que este “sur” no es sólo chileno. El sur ha sido construido por el estado chileno como salvaje, inhóspito, deshabitado e improductivo. ¿El sur de quién? Gran parte del pueblo mapuche conoce histórica, política y organizacionalmente de los procesos en emergencia. Cuentan con una memoria colectiva que les permite contar con un amplio trazado de formas de entender el avance y crisis de los proyectos nacionales en Chile. Han visto transitar presidentes, ministros, senadores, diputados, alcaldes, etc., por décadas. Así como poseen una fuerte convicción y experiencia en injusticas, precariedades y asesinatos, es como también pueden ver con claridad en el estado chileno una máquina organizada de seguir sujetando estos territorios a las necesidades del capital y del winka.

En este sur, el del pueblo mapuche, Wallmapu, hay experiencias que permitirían un gran aprendizaje al pueblo chileno sobre formas de resistencia, acciones internacionales, solidaridad cotidiana y prácticas organizacionales sofisticadas para enfrentar al estado. Son experiencias que han ido mutando y transmitiéndose intra e inter-territorialmente, generando enclaves y nodos de intercambio y de solidaridad colaborativa que encuentran su propio ensamble en la cotidianidad como en la lucha política. Estas fuerzas se han condensado durante décadas en diversos territorios, siendo invisibles para el norte, pero con sostenibilidad y proyección en el tiempo en el sur

Es esta sostenibilidad de estos procesos que hacen interesante preguntarse ¿qué debe aprender el norte de este sur? El sur ha mostrado hace décadas su propia potencia de organización, resistencia y lucha frente a la dinámica extractiva y expansiva del neoliberalismo. Las formas que han cobrado la protesta y la movilización social recorre Punta Arenas, Aysén, Chiloé, Osorno, Valdivia, Mehuín, Temuco, Lautaro, Collipulli, Ercilla y Ángol. Diversos casos, experiencias y procesos particulares locales configuran una red de acciones y una larga marcha de acumulación de significados, aprendizajes y fuerzas.

Estas experiencias también son parte de procesos locales más moleculares, en donde lugares como San Juan de la Costa, Curarrehue, Melipeuco, Pangupulli, entre otros, han generado vertientes y caudales propios para procesos populares, plurinacionales, económicos y ecológicos de re-significación de la vida en colectividad. Hoy parece que el norte tiene mucho que aprender de estas experiencias comunitarias, societarias y móviles, ya que allí se encuentran las bases de un proceso más complejo de lucha contra la precarización de la vida y de una nueva definición de la vida en sociedad.

Entonces queda preguntarse ¿Cuál será la relación del norte con el sur en este proceso de transformación? Mientras más rápido desmontemos el imaginario de un sur opaco, nostálgico y atrasado, más rápido los procesos de respeto, reconocimiento y aprendizaje socio-popular cobrarán forma y expresión en este contexto de rearticulación simétrica. La transferencia de tecnologías de resistencia será parte central de la inteligencia social que se requiere para fundar procesos constituyentes, asamblearios y autónomos de debate, deliberación y decisión democrática.

Las preguntas que nos quedan en el sur tienen que ver con los aparatos clientelares y conservadores que han extendido una visión oligárquica y latifundista de las relaciones sociales, especialmente, en la gestión y manejo de la precariedad. Sin embargo, cabe destacar que este es un problema trans-espacial en el capitalismo periférico y neo-colonial, y que invitan a mirar la explosión de esta movilización en el metro de Santiago y sus resonancias múltiples en los territorios sureños.

Estas preguntas movilizan desafíos, los cuales se forjan y acompañan como un humilde, lento y denso horizonte de posibilidades, un horizonte por el cual estamos llamadxs a trabajar al unísono, no sólo por una nueva constitución, sino que más bien, por una nueva forma de entendernos societariamente en el mundo, en donde trastoquemos la geografía, y el sur pueda ser el norte y el norte pueda ser el sur.



[+] CLACSO por Chile

Si desea recibir más información sobre las propuestas de formación de CLACSO:

[widget id=”custom_html-57″]

a nuestras listas de correo electrónico.