Geopolítica energética de Estados Unidos en Nuestra América

 Geopolítica energética de Estados Unidos en Nuestra América

Aníbal García Fernández[1]

En 2012, Estados Unidos diseñó una estrategia energética de largo plazo llamada Conectando las Américas 2022 (CA2022). La misma propone conectar energéticamente al continente, aumentar la capacidad de generación eléctrica, abrir el mercado energético de Nuestra América, destruir a las empresas paraestatales de energía y “mejorar el clima de negocios”, lo que se traduce en Programas de Ajuste Estructural (PAE). Esto como parte de una estrategia global por controlar el mercado petrolero y gasífero, lo que explica en cierta medida la política de EE.UU. contra Rusia, Irán y Venezuela.

La estrategia estadounidense tiene tres grandes proyectos: conexión entre Estados Unidos-México-Centroamérica-El Caribe, conexión andina entre Colombia, Ecuador, Perú y Chile y la conexión del Cono Sur. Vincula al Departamento de Estado, de Energía y a la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID). Incluye al Banco Interamericano de Desarrollo, al Banco Mundial y a la Organización de los Estados Americanos [https://cutt.ly/FtwN96e, p. 1]. Se engarza con tratados de libre comercio como el renovado T-MEC, así como con acuerdos subregionales como la Alianza del Pacífico.

Ésta es una de las estrategias de alto nivel para EE.UU. pues permitirá la salida del gas no convencional por mar y tierra, y la venta de tecnología como el fracking, altamente contaminante. La CA2022 modifica al Estado y a la estructura energética de Nuestra América, haciéndonos consumidores de gas natural licuado y forma parte de la política hegemónica estadounidense en la región, ante el avance chino y –en menor medida– ruso en los sectores energético e infraestructura.

Integración energética latinoamericana

Uno de los objetivos de EE.UU., por lo menos desde los setenta del siglo XX, es y ha sido abrir los principales mercados energéticos so pretexto de su seguridad nacional. El primer círculo lo conforman Canadá, EE.UU. y México. En 2010, México y EE.UU. emitieron la “Declaración para la Administración de la Frontera en el Siglo XXI”. Dicho proyecto incluyó la generación e interconexión de electricidad y la exploración y explotación segura y eficiente de agua e hidrocarburos (petróleo y gas).

México y Centroamérica cuentan con acuerdos en el sector eléctrico y gas. En 2015, México aprobó la creación de un gasoducto que pasaría por Honduras, Guatemala y El Salvador. La Secretaría de Energía y la Comisión Federal de Electricidad están impulsando la integración energética de México con Centroamérica mediante el “Sistema de Interconexión Eléctrica de los Países de América Central” (SIEPAC) [https://cutt.ly/ztw0rhe]. Este proyecto es parte de un programa mucho mayor denominado “Proyecto Desarrollo e Integración Mesoamérica”, continuación del Plan Puebla-Panamá. Falta aún terminar la conexión por ductos, pues en septiembre de 2019 comenzó a operar el gasoducto Texas-Tuxpan, con el que se pretende conectar el sur del país con Centroamérica.

Uno de los rubros que forman parte de la Alianza del Pacífico es el sector energético, con lo cual se pretende conectar Colombia y Ecuador, la construcción de una línea de transmisión eléctrica entre Ecuador y Perú, y la conexión entre Perú y Chile que cuenta con financiamiento del BID. Esta interconexión concretaría el Sistema de Interconexión Eléctrica Andina (SIEA). En 2018 el gobierno chileno, junto con el Banco de Desarrollo de América, presentaron un estudio sobre las alternativas de la armonización y conexión eléctricas con Argentina. En 2019, Perú, Colombia y Ecuador, y hasta ese momento Bolivia como observador, analizaron la armonización de los sistemas eléctricos. Estos proyectos, a su vez, eran parte de la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana (IIRSA) [https://cutt.ly/itvBKLw].

En el Cono Sur, la integración avanza sobre todo desde la mayor presa productora de electricidad del mundo: Itaipú. La integración entre Argentina y Brasil no es nueva, tiene más de tres décadas funcionando, sin embargo, la interconexión avanza vinculando a ambos países vía gasoductos desde el yacimiento de Vaca Muerta en Neuquén, Argentina, hacia Brasil.

Infraestructura y recursos estratégicos

Hay dos elementos de vital importancia que complementan la estrategia de conexión energética, la construcción de infraestructura y los recursos estratégicos latinoamericanos, presas del capital financiero-petrolero extranjero.

En primer lugar, la estrategia “América Crece”, que comenzó con la administración Trump, pretende implementar una serie de acuerdos entre empresas privadas estadounidenses y gobiernos latinoamericanos para la construcción de infraestructura energética. Desde diciembre de 2019, incluye también proyectos de comunicación, ciberseguridad, modernización de puertos, carreteras, aeropuertos, o sea, infraestructura necesaria para movilizar mercancías. Participan la USAID, la Agencia de Comercio y Desarrollo de los Estados Unidos y la Corporación para la Inversión Privada en el Extranjero, que cambió su nombre a Corporación Financiera Internacional para el Desarrollo de los Estados Unidos. [https://cutt.ly/Wtw9yL4]

Uno de los casos más llamativos es el de Brasil que, a raíz del golpe de Estado a Dilma, con los gobiernos de Temer y Bolsonaro, el país se puso a la venta. Según el Programa de Asociación de Inversión [https://www.investidorpetrobras.com.br/], hay licitaciones para concesiones de trece aeropuertos. Se han llevado a cabo seis rondas de licitación petrolera para el pre-sal bajo la forma de producción compartida. Han participado Exxon, Shell, Chevron, por mencionar algunas. Se suma la venta de refinerías, para lo cual Petrobras contrató a Citigroup para vender 50% de su capacidad de refinación: 1.1 millones de barriles por día, perdiendo soberanía energética y la venta de activos en Colombia y Uruguay.

La disputa por la infraestructura entre China y EE.UU. en el Caribe muestra a esta subregión como prioritaria para la geopolítica energética estadounidense que pretende construir presas hidroeléctricas, sobre todo en República Dominicana, y centrales de gas natural licuado que se conecten vía marítima con Panamá que será centro logístico para Centroamérica. Por otro lado, fomenta la diversificación energética hacia energías renovables que estarán aglutinadas en la Iniciativa de Seguridad Energética del Caribe y la Estrategia 2020 para El Caribe.

Virus y petróleo

Desde que en enero de 2020 se supo del coronavirus (COVID-19), las repercusiones económicas eran de esperarse. China, punto original del virus, comenzó a reducir su demanda de petróleo. Ante esta ralentización de la economía china y la simultánea expansión del virus hacia Europa y EE.UU., era cuestión de tiempo que la demanda petrolera comenzara a bajar y lo mismo será para otros países que ya registrar cientos de infectados. Sin embargo, las alertas de recesión y crisis económica vienen desde hace años.

En 2019, Rystad Energy, empresa de inteligencia energética de Noruega, alertó que en 2020 el panorama para los precios y producción de petróleo no sería bueno debido a la recesión económica y a la guerra comercial entre China y EE.UU., además del plan de la OPEP+. Por otro lado, los informes sobre la caída de producción del gas y petróleo de esquisto en Texas harían bajar la producción estadounidense . [https://cutt.ly/ztjqrbg]

La cereza del pastel fue la reunión de la OPEP+ el pasado 6 de marzo, donde no se llegó a un acuerdo con Rusia para bajar la producción. El lunes 10 de marzo el mercado petrolero se desplomó dejando el barril en 34 dólares, el 23 de marzo se ubicó en 23 dólares y el 26 igual, con variaciones en los distintos tipos de petróleo. Esta caída en los precios tendrá repercusiones en los presupuestos de los países productores, como el caso de México, Venezuela, Brasil y Ecuador, que aprovechó la coyuntura para aplicar el ajuste del FMI.

A pesar de la contingencia por COVID-19, las resistencias en el mundo no dan marcha atrás, como en Chile, Colombia, Brasil y Haití. Y más recientemente en Italia, el sindicato metalúrgico FIOM decidió irse a huelga “por dignidad” y para mejorar las condiciones sanitarias de las industrias. Como dijo Gioconda Belli, ante la emergencia internacional “la solidaridad es la ternura de los pueblos” y Cuba sigue siendo ejemplo de ello, a pesar del bloqueo infame.


PRECIO DEL PETRÓLEO (2007-2020)
(dólares por barril)


Fuente: Investing


[1] México, economista, estudiante del doctorado en Estudios Latinoamericanos, UNAM.
Artículo publicado en el Nº 42 del Boletín “Nuestra América XXI – Desafíos y alternativas”, iniciativa del Grupo de Trabajo de CLACSO Crisis y economía mundial.

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