“En República Dominicana las mujeres pobres ven en riesgo sus vidas”
En el marco del Foro Internacional “Sociedad de los cuidados y políticos de la vida”, organizado el 20 y 21 de abril en Santo Domingo, República Dominicana, por CLACSO, Oxfam, ONU Mujeres, la Fundación Friedrich Erbert y los Centros de CLACSO Región Caribe, habló con CLACSO.tv Gloria Amézquita, integrante del Comité Ejecutivo de CLACSO por la Región Caribe y representante del país anfitrión.
– ¿Cuál es la importancia de hablar de tareas del cuidado en República Dominicana?
– República Dominicana se ha metido en la dinámica latinoamericana de pensar en serio el tema de los cuidados. Ya se viene discutiendo en diferentes instancias la importancia de tener un sistema nacional de cuidados. En ese sentido, se han dado pasos concretos y fuertes en la dinámica de construir una política pública que garantice el cuidado como derecho.
Un primer elemento que hay que pensar son las políticas públicas del cuidado como inclusión a las diferentes partes, donde se incluya a los sindicatos, las organizaciones que trabajan en las comunidades y permiten crear y fortalecer todo el sistema comunitario de cuidados y los tomadores de decisiones, que tienen un rol importante. Debemos seguir articulando y fortaleciendo esos diálogos tripartitos, que van a ser clave para que la política del cuidado pueda permear en la sociedad y además ser asumida e implementada con una lógica más horizontal y territorial.
Un segundo elemento es el tema de los imaginarios, es decir, cómo concebimos los cuidados, que van mucho más allá del trabajo doméstico. A veces solo nos quedamos en la reflexión. Cómo concebir los cuidados implica también cuestionarnos como sistema capitalista y machista.
Un tercer elemento, es ver el cuidado como un acto político, como un trabajo y no solamente un acto de amor, más allá que tenga sus elementos afectivos. Las tareas de cuidado necesitan ser reconocidas como tales.
– Las luchas de los feminismos en relación a las tareas del cuidado son un tema central, pero también está la violencia basada en género contra las mujeres. Por otro lado, hay una discusión fuerte en República Dominicana sobre el acceso de las mujeres a lugares de decisión y de poder, porque todavía sigue habiendo un grave techo de cristal. ¿Cuáles son hoy las agendas de los feminismos y cómo se están desarrollando en República Dominicana?
– Has mencionado los temas centrales de esa agenda feminista en República Dominicana. De hecho, hace algunos años, un grupo de organizaciones feministas elaboró la agenda feminista 2030, destacando elementos de las tres cuestiones. Pero viene siendo una discusión estancada en el Congreso Nacional, sobre todo permeada por una idea conservadora y en la que la mujer no necesariamente es el centro.
Eso ha hecho que mujeres pobres vean en riesgo sus vidas. La demanda es muy sencilla, los causales de ese riesgo son el aborto por incesto, por abuso o porque no hay esperanza de vida del feto al nacer y la violencia. República Dominicana ocupa uno de los primeros lugares en países de América Latina en muertes de mujeres.
Ahí hay un reto doble: en la prevención hay una brecha importante sobre cómo entender las relaciones de pareja, cómo concebir a la mujer como un sujeto que no es propiedad de nadie. El segundo tema es, una vez que se hace la denuncia de violencia, cómo actúa el sistema judicial de República Dominicana.
Un tercer problema respecto de la violencia es que pareciera tener un abordaje privado; debería ser abordado desde la política pública. Es importante en tanto respuestas, atención y sobre todo en que las mujeres puedan tener lugares más seguros.
Y otra cuestión muy dolorosa es el embarazo en la adolescencia. República Dominicana es uno de los principales lugares en América Latina donde jóvenes entre 15 y 18 años han tenido al menos un hijo, lo cual limita mucho la vida, el ser, el estar, el desarrollarse como persona, profundiza la pobreza y no les permite seguir estudiando. Son rupturas sociales que hay que enfrentarlas con seriedad.
– Continuando con la agenda latinoamericana y en especial con República Dominicana, ¿qué pasa en relación a los procesos migratorios y su interrelación entre Haití y República Dominicana con las lógicas de las desigualdades?
– En términos de desigualdades, República Dominicana sigue ocupando un espacio importante en la agenda de América Latina. Las brechas de desigualdad son evidentes en el territorio. Si nos concentramos en las grandes ciudades, sobre todo Santo Domingo, Santiago, vemos elementos tangibles de las desigualdades por la cuestión de la infraestructura, pero hay desigualdades estructurales que son importantes: el acceso a servicios, la distribución de las riquezas, cómo se distribuyen y dónde se concentran. Y cómo también esas dinámicas de distribución y concentración de riqueza y poder, que profundizan las desigualdades, son dinámicas que han asumido los diferentes gobiernos para mantener sus votos, orientando sus políticas públicas hacia esos sectores que no necesitan mejores condiciones porque ya los tienen. Están en situaciones de privilegio, pero son quienes les generan votos y finanzas de campaña.
Ciertamente, se han hecho esfuerzos importantes para contar con evidencias por parte del gobierno, organizaciones de la sociedad civil y de la misma academia sobre cómo se dan esas dinámicas de desigualdad no solamente económica, sino también social y de género. Hay que abordar a la pobreza de manera frontal, porque tenemos un discurso sobre la desigualdad bien plasmado e integrado, pero la pobreza sigue ahí y hay que atacarla.
– Con respecto al tema migraciones, las mujeres, afro, migrantes, haitianas y dominicanas, ¿por qué situaciones pasan cuando están migrando?
– El tema migratorio en República Dominicana tiene una matriz mucho más compleja. Una cosa es hablar de la situación migratoria en general y otra es hablar de la migración haitiana de manera particular, porque tienen tratamientos diferenciados de la lógica dominicana. Las mujeres negras haitianas que están en el barrio y en el campo son las más pobres, al igual que las mujeres dominicanas campesinas siguen siendo las más vulnerables.
En el caso de las migraciones en República Dominicana, a partir de 2005 comenzó una dinámica diferente, con mayor participación de población venezolana en el país, que se dedica, a diferencia de la haitiana, a sectores de servicios, comunicación, con otros niveles de profesionalización. La haitiana se sigue dedicando a temas de servicios pero más vinculados a la agricultura y a servicios domésticos. Las cadenas globales vinculadas a las tareas del cuidado también se hacen evidentes en la participación de las mujeres migrantes, en el trabajo doméstico, en el caso de las mujeres haitianas.
Es una dinámica que está muy presente y tiene retos importantes. Uno de los mayores retos es tener políticas públicas coherentes en este país. A veces pensamos las políticas públicas de migración en torno al país de procedencia y no al país de llegada. Un esfuerzo importante que tienen que hacer nuestras autoridades, es brindar honestidad y sobre todo vincular el Estado y los derechos humanos para pensar las políticas migratorias en República Dominicana.
En términos de políticas, nuestro país tiene un sector empresarial que demanda la mano de obra y que no garantiza sus mínimos derechos a las personas migrantes, pero también tiene un gobierno que no garantiza los derechos humanos, sobre todo los procesos de regulación ante cualquier denuncia de violación de esos derechos. Y trata de responder a los organismos internacionales quitándose parte de la responsabilidad.
A nosotros/as nos falta mucho por reconocer el aporte de las migraciones. Los migrantes aportan mucho, lo han aportado históricamente en los temas políticos, en muchos de nuestros partidos han estado involucrados con el asociativismo y con nuestras luchas más fuertes, como la Revolución del 65’. La lucha del migrante haitiano es un elemento que la historia ha invisibilizado. Como país y como sociedad nos ubicamos en ese rechazo que le tenemos al migrante haitiano, cuando hay una comunidad dominicana que también es rechazada en otros países como España, Puerto Rico y Estados Unidos.
– En el marco de unas futuras elecciones en mayo de 2024 en República Dominicana, ¿qué función le ves a las juventudes en nuestra América?
– Es complejo el involucramiento de las juventudes, pero se han identificado algunas oportunidades. Han surgido en los últimos años liderazgos de jóvenes que colocaron un punto de vista diferente en las propuestas y en las formas de hacer política y campaña. Son ejemplos muy tangibles en los cuales los jóvenes que ahora se están involucrando en la política pueden reivindicar la política para su carrera.
Sin embargo, los liderazgos conservadores y viejos, varones en su mayoría, siguen siendo muy fuertes en las estructuras partidarias y eso limita la participación de los jóvenes y mucho más la de las mujeres jóvenes en esas instancias partidarias. Aunque hay algunos partidos que le han dado cabida a las juventudes, puede ser que las mujeres en algunos casos tengan puestos en la estructura partidaria, pero no son los de mayor peso ni de toma de decisión, sino los más funcionales y operativos.
Entonces, seguimos arrastrando una visión de la política marcada por el oportunismo, el asistencialismo, la relativa aprobación de la corrupción. Está la idea de que acceder a un puesto público es para enriquecerse o que no importa si se beneficia a alguien cercano. Hay un descontento por lo deslegitimado que está el sistema político para los jóvenes, es una de las principales barreras para una mayor y mejor participación.
Entrevistó Gustavo Lema
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