El tiempo de la angustia
horizontal background woman in isolation at home for virus outbreak or hypochondria .
Esteban De Gori[1]
I
El Covid-19 es una de las mayores contingencias que ha soportado el mundo global. Ni la caída de Lehman Brothers en 2008, ni las crisis que afectaron a diversos países en la década del 90 se compara con esta pandemia que frenó el mundo. Hace décadas que nada había puesto a tantos millones de personas en sus hogares para protegerse de un virus –hasta hoy– incurable. Se produjo un stop a la circulación de personas, a un universo significativo de industrias y comercios y, de alguna manera, se puso en entredicho la velocidad arrolladora del capital, algo que nadie hubiese podido imaginar. La globalización se ve seriamente afectada por algo inimaginable.
No fue el capital el que se retiró de la escena provocando una crisis y mayores desigualdades, sino que se retiraron o dejaron de prestar colaboración hombres y mujeres que trabajan, comercian, negocian y hacen tareas centrales para que la globalización funcione. Los cuerpos se excluyeron o fueron excluidos de distintas escenas por el Estado y éste asumió algo más incierto aún: gobernar “trozos” futuros y tratar de cuidar a sus ciudadanos sin tener una vacuna para ello.
El Estado, en este acto de mandar a cada uno y cada una a su casa, se ve erosionado no solo por no tener la cura, sino por la débil respuesta sobre el futuro. ¿Cómo volver a garantizar la vida y sostén a hombres y mujeres que perdieron su trabajo, que en el nombre de su propia salud vieron cuestionados sus futuros laborales, profesionales o empresariales? Mucho se perderá en esta pandemia (recursos económicos y afectivos), lo que nos augura tiempos globales de angustia y grandes preocupaciones que impactarán en la vida ciudadana y política.
El optimismo posmoderno en la hiper libertad (individual) y en la ciencia médica, como amplificadora de la vida, se han dañado severamente.
II
La pandemia ha provocado algunas dinámicas para tener en cuenta para el futuro inmediato. Estamos ante estados que despliegan, según cada país, capacidades sanitarias, coercitivas y financieras sin tener todavía la cura y recibiendo todos los días noticias de muertes. Realizan un gran ejercicio de legitimación en momentos donde cada muerte individual y colectiva puede ser parte de un desaliento político. No es fácil cuando los ataúdes se paran frente al Estado. Es indudable que éste manda y busca proteger sin poder curar, es como si dijese, “por ahora esto es lo que hay”.
A su vez, nos encontramos en presencia de liderazgos presidenciales fuertes que se fundan en las metáforas que proveen la crisis, la excepción y la guerra y que convocan a su ciudadanía a obedecer sus políticas de cuidado. La crisis es una ventana de oportunidades para resolver tensiones y desarticular procesos políticos y electorales.
Y, por último, observamos individuos en sus casas, oscilantes, en tensión, que están entre el reclamo de su derecho individual y una postura delegativa de los mismos. Estados (alterados), presidencias fuertes e individualidad es una trama en que se “metabolizarán” los horizontes de todos los regímenes políticos. Ni el Estado, ni las presidencias, ni la individualidad saldrán ilesos.
Es posible, que resurjan diversos malestares, se exacerben anteriores e impulsen protestas de todo tipo. Ya vimos algunas en el Sur de Italia, Medellín, en Tel Aviv y en Maryland, Ohio, Michigan y otras ciudades (Estados Unidos), como así tensiones entre distintos poderes del Estado, como en Brasil y El Salvador.
Todavía nos queda ver algo más inquietante: la salida y la “vuelta” al vínculo social (“a tocarnos”). El regreso a la calle, al espacio público, a las instituciones laborales, empresariales y estatales. A su vez, será interesante observar cómo los gobiernos administrarán las actividades económicas en medio de recesiones, estancamientos y derrumbes que puedan observarse en distintas áreas económicas de cada país. La caída de demanda a nivel global, nacional y local impulsará quiebras, desempleo y conflictos. A ello deberá sumarse el exceso de acumulación en algunos recursos naturales, minerales e hidrocarburíferos que pueden reducir sus precios y afectar los presupuestos públicos agravando la situación de algunos países, como abrir una crisis de infraestructura de almacenamiento en distintas partes del mundo. ¿Dónde guardar todos lo que no se consume?
III
La pandemia y su salida son y serán procesadas de manera diferenciales. China no solo ha superado la etapa más cruel del coronavirus sino que ha logrado reposicionarse geopolíticamente con sus paquetes de ayuda sanitaria. Una geopolítica de la salud está en marcha. Estados Unidos enfrenta su propia interna política, sus tensiones entre gobernadores y gobierno federal y una cuantía de muertes por negligencias gubernamentales. Está muy atareado en resolver su pandemia. En América Latina se potenciaron sus desigualdades y el peso de estados desmantelados durante años se hizo muy patente. Pero, pese a sus condiciones, ha articulado diversos paquetes de ayuda social con todavía destino social incierto.
Ahora queda ver, en todas las situaciones estatales, cómo administrarán la crisis y cómo se posicionarán frente al futuro. Ejercitarán el salvataje de los actores económicos y dejarán al mercado continuar la asignación de recursos o intentarán cambiar la relación, hoy muy asimétrica, con respecto a grupos empresariales y financieros para recolocarse con ciertas capacidades regulatorias. Las figuras presidenciales también poseen su propio desafío. Esta crisis ha afirmado las “Zoom Presidencias” (o las presidencias en versión Zoom). Una virtualización y una mediatización inéditas de la comunicación y el diálogo político, tanto con la ciudadanía como con el universo de los actores. Ésta salta mediaciones y coloca a las presidencias frente a ciudadanos y ciudadanas en el interior de casas, pero los actores ni los intereses han desaparecido ni pueden ser obviados. El futuro de las presidencias no será solamente exigir sacrificios, sino hacer viable un orden político, recrear una comunidad “nacional” de aislados y aisladas y reinscribirla cuando todo pase en una comunidad que deberá afrontar situaciones económicas complejas. Es decir, que el sacrificio pedido no termine volcando los votos para opciones opositoras a los presidentes en ejercicio.
IV
¿Volveremos? ¿Cómo lo haremos? ¿Cómo volver a vincularnos social y políticamente después de esto? Sobre esta pregunta se articulan todos los análisis. El enfoque en lo estrictamente económico y sanitario ha desplazado interrogantes propios de las ciencias sociales. ¿Cómo pensar sociales y políticos los vínculos pospandemia? ¿Qué reflexión merece una individualidad (corporal) atravesada por la virtualidad y asediada por la enfermedad y el Estado? ¿Cómo se abordarán las dinámicas laborales, barriales, juveniles y territoriales? ¿Qué haremos con la cercanía social? Eso. Nos queda algo muy importante, el vínculo. Un lugar donde el tiempo de la angustia pueda morigerarse.
[1] Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica – CELAG. Integrante del Grupo de Trabajo CLACSO El istmo centroamericano: repensando los centros.
Esteban-de-Gori
Si desea recibir más información sobre las propuestas de formación de CLACSO:
[widget id=”custom_html-57″]
a nuestras listas de correo electrónico.