El genocidio colombiano, elementos para el análisis

 El genocidio colombiano, elementos para el análisis

Jesús Antonio Reyes Benavides[1]

El genocidio político se caracteriza por una construcción ambigua de la figura del enemigo, del aniquilable. La aniquilación busca cambiar la identidad del pueblo, como en la última dictadura argentina, se busca la “reorganización social”. Es la instrumentalización de la violencia como forma de terror, donde aquellos que se movilizan son considerados “vándalos, salvajes, terroristas” y quedan anulados a una masa informe movilizada por una amenaza superior, sea el comunismo, el castrochavismo, el judaísmo, los tutsis, los hutus, en nuestro caso, un conglomerado de calificativos que fácilmente diferencian, la “gente de bien” y los demás.

Así, quienes instrumentalizan la violencia, en este caso el gobierno colombiano, pretenden por medio del terror, hacer que los marchantes dejen de movilizarse y terminen por identificarse con el idioma y el lenguaje de quienes exaltan la autoridad y la violencia. Al destruir la identidad de quien se moviliza, buscan imponer la identidad de la “gente de bien”, los “buenos muchachos” representados en el sector productivo, estatal y de funcionariado público; en la expresión del aparato paramilitar en lo económico y lo político.

La construcción del vándalo es ambigua, como la doctrina del terrorista, el enemigo interno; se busca con esta construcción discursiva crear una desconfianza generalizada que quiebre el lazo social horizontal, que ha permitido que la movilización se mantenga. Como el nazismo frente al “judeobolchevique”, el uribismo sitúa el fantasma del “castrochavismo”; núcleo duro de su ideología es que todo aquel que se comporte como castrochavista puede ser eliminable y se justifica su aniquilamiento.

Por tal razón, Paola Holguín, María Fernanda Cabal convocan a la “gente de bien”, a los “ciudadanos” a armarse para defender a la fuerza pública. Es una cruzada que traza un límite entre los vándalos para ellos y los ciudadanos, y según la instigación del partido Centro Democrático, no es ciudadano todo el que se manifieste contra el gobierno y, por ende, se deshumaniza para justificar su asesinato, su desaparición o su tortura.

Como lo expresara Videla, el dictador argentino, para el Uribismo el subversivo, el castrochavista y terrorista es “quien desafía los valores de la sociedad occidental cristiana”. Para el partido que ejecuta el terror a través de su brazo armado civil y las fuerzas militares, el que no es vándalo, pero apoya al vándalo es vándalo. Los indiferentes son vándalos ya que les da lo mismo que existan estos terroristas o no, y los tímidos, porque si bien están con ellos no se expresan con tal radicalidad. Bajo esa lógica, el movimiento central del terror uribista se expresa en el “movimiento ciudadano”, el partido y el líder, es decir, “gente de bien”, Centro Democrático y Álvaro Uribe, movimiento trinitario específico del fascismo y autoritarismo.

El aniquilamiento de quienes protestan no es el objetivo, es el instrumento que se ejerce a partir de un conjunto de técnicas para eliminar una identidad. Estas técnicas son: Control de los medios de comunicación, desinformación, exaltación de héroes y villanos, justificación del terror y el aniquilamiento. En síntesis, los genocidas logran comprender el terror y saben que la única forma de destruir el movimiento social es a través de la desconfianza generalizada y la ambigüedad de lo que atacan. Dentro de su categoría caben, estudiantes, indígenas, afrodescendientes o todo aquel que no se identifica con la lógica del terror, el partido y el líder. Estamos frente a frente con los crímenes de estado y el terrorismo representado en la fuerza pública, así, enmascaran la destrucción de la vida, el asesinato de civiles en su defensa de la propiedad y la libertad de empresa. Libertad que tan sólo recae en las cabezas visibles que monopolizan los negocios de la ganadería, la palma, el extractivismo, sector financiero y así “la gente de bien que sólo hace el bien y se defiende”.

El Centro democrático decidió hacer lo que proyecta en el “enemigo aniquilable”. Combinar todas las formas de lucha para instaurar el terror en Colombia.


[1] Colombiano. Estudiante de Doctorado en Sociología. UNSAM/IDAES, Argentina. Investigador de CLACSO.


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