«El cuidado forma parte del ámbito público y es un derecho humano»
Transcripción de la columna de Karina Batthyány
en InfoCLACSO – 11 de septiembre de 2024
En México, participé del primer Foro Académico “Territorios de Cuidados: Contribuciones desde la Academia a la XVI Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y El Caribe” organizado conjuntamente por CEPAL, ONU Mujeres y el Instituto Nacional de las Mujeres de México, en el marco de esta articulación de organizaciones rumbo a lo que será la próxima Conferencia Regional para la Mujer, que tuvo lugar en Buenos Aires, Argentina.
La temática de los cuidados ocupó y ocupa un lugar absolutamente central en la agenda y la construcción de los elementos necesarios para avanzar hacia las sociedades del cuidado en la región latinoamericana y caribeña.
¿El cuidado es un derecho humano? Definitivamente. En nuestra región avanzaron en los últimos tiempos la conceptualización, la definición y la implementación de políticas hacia las sociedades del cuidado. Una muestra de lo dicho es la conformación de la alianza global por los cuidados impulsada desde América Latina y el Caribe. Esta, además, ha marcado el 29 de octubre como el Día Internacional de los Cuidados. Desde CLACSO estaremos apoyando las iniciativas de comunicación y difusión en torno a este tema.
La particularidad regional se centra en la idea de conceptualizar y reconocer el cuidado como un derecho humano y por tanto como un bien público y no como una responsabilidad privada o puertas adentro. Hay que entender al cuidado como una cuestión colectiva, que forma parte del ámbito público y es un derecho humano. Me refiero al concepto de derecho como cuando hablamos del derecho a la educación, al trabajo o a la vivienda.
El cuidado tiene consecuencias directas para los Estados y las políticas públicas, porque los Estados pasan a ser los responsables de garantizar el acceso y el ejercicio de ese derecho al cuidado. También, de que todos y todas tengamos acceso a servicios de calidad a lo largo de todo nuestro ciclo vital y que el cuidado no siga siendo exclusivamente una responsabilidad puertas adentro de las familias y las mujeres.
Además, se ha avanzado mucho en el conocimiento de la perspectiva del ciclo de vida y la noción de interdependencia. Con esta idea del cuidado se reconocen dos elementos centrales. Primero, que es una actividad relacional: existe una relación al menos entre dos personas, quien cuida y quién es cuidado. Segundo, que todos y todas a lo largo de nuestro ciclo de vida iremos ocupando distintos lugares: seremos cuidados y cuidadas, seremos cuidadoras y brindaremos cuidado nuevamente en distintos momentos de nuestra vida.
Con respecto a la noción de interdependencia, los seres humanos somos interdependientes. Necesitamos de esos cuidados para existir, desarrollarnos como personas y que esos cuidados cubran todas las etapas de la vida. Se suele pensar que solo se necesitan cuidados en la infancia, pero también lo necesitamos cuando estamos enfermos o enfermas de manera ocasional o crónica o cuando llegamos a la vejez.
En la región latinoamericana y caribeña, hay un avance en la definición misma de los sistemas de cuidados y las políticas de cuidados, donde se pueden dar respuestas a esas necesidades de cuidado. Efectivamente estamos hablando de políticas y sistemas que tienen que ser articulados e integrales e incluir una diversidad de servicios para contemplar las distintas dimensiones del cuidado y a las distintas poblaciones que requieren de esos cuidados.
Además, los sistemas y las políticas del cuidado han mostrado ser centrales en nuestra región y el mundo para que se pueda hablar o avanzar hacia la igualdad de género. Dicho de otra manera: el cuidado ha mostrado ser uno de los nudos críticos de las desigualdades de género y también en términos de bienestar social.
Cómo podemos hablar de bienestar social si no colocamos el cuidado en el centro. En materia de cuidados, en los últimos 25 años se incorporaron en la región las perspectivas de género en la discusión de los cuidados, que son el origen de este tema y el motivo por el que hoy estamos hablando de los cuidados. Así, se ha podido visibilizar el trabajo de cuidados no remunerado y cómo recae desproporcionadamente sobre nosotras las mujeres.
Asimismo, se avanzó en la discusión acerca del papel de los distintos actores o agentes proveedores de bienestar y de cuidados, como son el Estado, el mercado, las familias y las comunidades, colocando en el eje la discusión en torno a la igualdad de género.
Los desafíos pendientes para la región tienen que ver con la desigualdad de género persistente a pesar de los avances conceptuales o de algunas políticas de género que se están implementando. A su vez, mucha de esa desigualdad de género se explica por la distribución desigual del trabajo de cuidados entre varones y mujeres. También persisten desafíos en materia de inversión y de financiamiento sostenible para estas políticas y estos sistemas.
Uruguay y otros países de la región, comenzaron con muy buen ritmo y avances en materia de los cuidados y la perspectiva de género, pero luego, frente a los vaivenes ideológicos y cambios de signos de los gobierno y por falta de inversión y financiamiento sostenible, estas políticas son rápidamente recortadas, disminuidas o incluso eliminadas como en Argentina.
En América Latina y el Caribe tenemos otro desafío en términos de integración y articulación de las políticas. Lo que vemos en la experiencia regional es que las políticas de cuidado que se están implementado no están lo suficientemente integradas para garantizar su continuidad en los marcos normativos de los gobiernos. Existe esa necesidad urgente de articular las políticas de cuidado con otras áreas claves del campo de la política social.
Las políticas de cuidado tienen que ser universales y equitativas, es decir, para todos y para todas, no solamente focalizada para algunos sectores de población o para determinada ubicación en los territorios. Si entendemos el cuidado como un derecho, entonces ese derecho es para todos y para todas y no para algunos.
Debemos garantizar la participación ciudadana en la etapa de formulación e implementación de las políticas de cuidado y de género en la gobernanza. En nuestras Plataformas para el Diálogo Social (PDS), promovemos y articulamos el conocimiento generado por la academia, los movimientos y organizaciones sociales y la política pública en la participación y gobernanza ciudadana en los temas que son críticos para superar las desigualdades.
Además, se plantean desafíos asociados a la tecnología en materia de cuidado, desafíos a las nuevas formas de trabajo que se están instalando en nuestras sociedades latinoamericanas.
Hoy, CLACSO es parte de la alianza global por los cuidados, ya que tenemos la convicción de promover su avance, porque aquí se ubica uno de los nudos de las desigualdades en materia de las sociedades del cuidado en América Latina y el Caribe.
– Está en el debate si las tareas del cuidado se plantean en el marco de un derecho humano básico, tanto el derecho a ser cuidado como el reconocimiento a quienes cuidan. Allí, cuando se plantean lógicas de destrucción o desfinanciamiento de estos programas se trataría de una cuestión violatoria mucho más allá de los estados o países, ¿no?
– Claro, por eso es importante el reconocimiento al cuidado como un derecho. Varios países de América Latina lo han hecho en distintos niveles a través de sus constituciones o leyes específicas para darle estatuto a la cuestión del cuidado. Hay un planteo que se trasladó desde la región a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que en un primer fallo reconoció al cuidado como un derecho de carácter normativo jurídico para la exigibilidad de ese derecho. Es un paso fundamental para reclamar que todos y todas tenemos derecho a recibir los cuidados que necesitamos en las distintas etapas de nuestro ciclo vital, así como también el derecho a cuidar.
Programa completo – ¿Es el cuidado un derecho humano?
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