“El acceso a la información es imprescindible para el buen funcionamiento de la democracia”
(Transcripción de la Columna de Karina Batthyány
en InfoCLACSO – 24 de febrero 2021)
La idea hoy es comenzar a conversar sobre el rol de la información y de la desinformación en este siglo XXI. Y parte de esa preocupación se refleja en este programa que CLACSO hace, el InfoCLACSO, para tratar de llegar a todos y a todas e informar en el marco de nuestra Red CLACSO.
¿Por qué el rol de información? Algunos elementos que conocemos de nuestra realidad latinoamericana y caribeña, como, por ejemplo, que los medios de comunicación masiva -por supuesto en nuestra región, pero también en otras partes del mundo-tienen una alta concentración en pocas manos. Es decir, son algo así como monopolios u oligopolios mediáticos y que además sorprende la homogeneidad de noticias que transmiten esos grandes medios en la región latinoamericana y caribeña, casi que la misma noticia reproducida en los distintos países: homogeneidad de noticia y homogeneidad ideológica en el mensaje que se transmiten en muchos casos.
Dentro de esto, además, hay algo que nos preocupa por la incidencia que ha tenido la región latinoamericana y caribeña que son las noticias falsas o las fake news como se las llama por allí. Por supuesto, siempre han sido un componente de la comunicación política, pero que, a raíz del desarrollo de internet, de la inteligencia artificial, de la robótica, en general de las tecnologías digitales de comunicación, se han consolidado estas noticias falsas como una herramienta muy poderosa de construcción de sentido en muchos casos sorprendentemente homogéneo que vamos viendo en nuestros países.
Además, observamos al mirar la realidad en cada uno de nuestros países de América Latina y el Caribe los procesos tanto de mercantilización como de concentración de lo que es la industria de la comunicación o la industria comunicacional en las redes sociales y, por supuesto, desde el comienzo de este siglo XXI el papel de las redes sociales como una de las principales fuentes de información y a veces de desinformación; a su vez las redes sociales como un espacio privilegiado para la propaganda digital en términos de comunicación.
Como decía: este proceso de desinformación se ha consolidado como un nuevo campo de lucha o como un nuevo lugar de confrontación, donde los límites son muchas veces difusos, donde cuesta realmente ver cuándo estamos frente a un proceso de información o de desinformación. Estas batallas se llevan a cabo en un espacio, en un escenario nuevo que tiene que ver con la construcción de los imaginarios y de los sentidos comunes, en tanto la búsqueda también por imponer determinadas formas de la realidad e imponer el manejo de determinado tipo de información, de datos y también de la segmentación de esa información y de esos datos.
Hay ejemplos muy claros recientes en términos de estos procesos a los que estoy refiriendo, donde además se ve con mucha claridad la manipulación de los datos por esas cuentas automatizadas y noticias falsas que han sido promocionadas y promovidas en internet, en muchos casos por corporaciones mediáticas y en otros casos también con influencia de los gobiernos.
Esta guerra mediática o este problema mediático además en muchos casos se desenvuelve, como decía, con límites difusos en las sombras, en el anonimato, por medio de la contratación de esas especies de ejércitos privados para poder falsificar, tergiversar y confundir el debate social. Esta guerra mediática además articula en los países de América Latina y el Caribe con otro fenómeno que también es muy preocupante y que tiene similitudes con éste que estaba refiriendo, que es la famosa Guerra Judicial o la judicialización de la política como operaciones especialmente dedicadas a generar contenidos culturales, contenidos que pretenden ridiculizar a dirigentes políticos, contenidos que pretenden por tanto trabajar en el engaño planificado en el medio de la comunicación política.
Hay muchos ejemplos en América Latina y el Caribe: el más paradigmático, el que seguro todos y todas quienes nos están escuchando tiene muy presente, es la famosa operación Lava Jato contra Dilma Rousseff y contra Lula da Silva en Brasil, que además han surgido evidencias recientes y contundentes sobre todo este proceso.
Esto nos preocupa porque es algo que crea y que recrea las condiciones para esos procesos de judicialización que se convirtieron en América Latina en una herramienta clave para en muchos casos destituir, en otros desgastar procesos o victorias posibles electorales del campo progresista, imposibilitando sea su llegada al gobierno, su continuidad, su reelección, etc. Y que son procesos que terminan -como bien dije en el caso de Brasil- muchas veces directamente encarcelando a sus principales líderes. Estos son algunos de los nuevos roles que han asumido los medios de comunicación masiva en América Latina y el Caribe en los últimos tiempos además de planificar, de trabajar en torno a un ataque sistemático como mencionaba a determinados líderes o a determinados procesos sociales progresistas de la región.
Nos preocupa porque no existe en América Latina y el Caribe ningún tipo de regulación para este tipo de operaciones. Creo que es una nueva dimensión que tenemos que incluir en la discusión, porque también en este aspecto se juega la soberanía de nuestros países y de nuestra región. Tenemos que discutir, tenemos que regular este sistema tanto de los medios tradicionales como de los nuevos medios digitales para fortalecer la democracia, para fortalecer la paz y para impedir los procesos de desinformación que tanto observamos en nuestros países.
Tenemos entonces que hacernos la pregunta sobre el papel de los medios de comunicación y de las redes sociales, y tenemos que trabajar con la idea de la información como un bien público. La información como uno de esos bienes públicos globales que venimos abordando columna a columna aquí en InfoCLACSO.
Tener acceso a la información es absolutamente imprescindible hoy para el buen funcionamiento de la democracia y para recuperar además esos procesos de información situados, históricos, críticos, plurales, democráticos, en definitiva, que nos permitan avanzar en la transformación de la realidad y de nuestras sociedades.
-Karina, pensaba mientras te escuchaba primero lo que sucedía a finales de los noventa, donde la lógica tecno-optimista de una parte de los tecnólogos – por llamarlo de alguna manera- planteaban un supuesto espacio híper democrático en el cual todos iban a tener una voz para poder expresarse. Da la sensación de que la lógica de la concentración, como vos bien comentabas, ha seguido los mismos rituales que por fuera de internet. Los medios concentrados siguieron monopolizando por lo pronto el manejo de cierta información. Es verdad que han surgido las lógicas de las fake news que inclusive forman parte de procesos complejos en las cuales hay mucho dinero por esa granja de trolls que vemos en algunos lugares, pero me interesaba que por ahí detalles de si viste un avance de esa problemática de las fake news y el tema de las falsas noticias dentro de las redes sociales en este periodo de la pandemia. ¿Cómo viste el crecimiento de este año y poco lo que va de pandemia?
-Lo que me preocupa en este año y poco lo que va de pandemia justamente tiene que ver con algunas restricciones que se han establecido a la libertad de expresión en los medios, en las redes y demás. Incluso la UNESCO se pronunció a finales del año pasado, en esta dirección, llamando la atención sobre las consecuencias del control con la excusa de la seguridad, de la seguridad sanitaria, sobre los distintos medios de información. Entonces creo que es una realidad que adquiere más relevancia en esta coyuntura en la que estamos. Es cierto lo que tú mencionabas en términos del ideal democratizador y por eso yo quiero traer esta discusión nuevamente por entender que la información es una base fundamental para la democracia. Pero probablemente en esta confusión entre la información como un bien público o la información como una mercancía, que es lo que hoy prima, es donde está el problema y donde nos alejamos de la información como base para la democracia. Una vez más todas las regulaciones y las leyes de cualquier elemento que convertimos en mercancía atentan contra la intención democratizadora y en definitiva liberadora de información.
-Por último Karina, ¿qué rol juegan las empresas de tecnologías en todo esto? Porque son como las grandes multinacionales posiblemente de las que más ganaron dinero e inclusive en periodos de pandemia y con poderes muy absolutos en algunos casos, más allá del desagrado que implica por ahí la publicación que hacen o que hacían algunos mandatarios, pero después fueron bloqueados en redes sociales y uno ahí ve como supra-poder que abarcan…
-Absolutamente. El caso que estás refiriendo es paradigmático en ese sentido. Y hay otro ejemplo de estas corporaciones como es el caso del bloqueo de lo que hoy son las principales plataformas para la comunicación virtual en territorios concretos de América Latina y el Caribe: Cuba sin ir más lejos, donde plataformas comerciales impiden a las personas en Cuba, a los cubanos ya las cubanas conectarse. Y por lo tanto, participar de esa supuesta democratización que nos ha dado el entorno virtual pandémico queda por fuera de muchas actividades, de muchas reflexiones, participaciones; es otra forma más también de bloqueo.
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