Declaración por una América Latina anti-capacitista y no más Teletón
Desde el Grupo de Trabajo CLACSO Estudios críticos en discapacidad, junto con activistas y académicas/os latinoamericanas/os, deseamos expresar nuestra profunda preocupación por el avance de las campañas Teletón en nuestra región de América Latina.
Este tipo de colecta caritativa televisada tomó auge en los años 60 en Estados Unidos, de la mano de Jerry Lewis, con el fin de recolectar fondos para garantizar la rehabilitación de infancias con discapacidad. El medio para ello ha sido, desde su origen, la espectacularización de las corporalidades de las niñas y los niños, y la constante reducción de la discapacidad a un déficit que debe ser curado, superado o invisibilizado en pos de alcanzar, por medio de la sobreadaptación personal, la integración a una sociedad discapacitante. Desde sus inicios, el naciente movimiento por los derechos de las personas con discapacidad anglosajón, que en los años 80 sería llamado el “modelo social de la discapacidad”, convirtió a las Teletones y a todo tipo de forma de caridad hacia este grupo, como enemigo en su batalla política por la dignidad. En contraposición y disputando este sentido, ellas afirmaron que “la pena oprime” y que la Teletón era un proxeneta de la discapacidad, por el abuso y la explotación económica que realiza de los cuerpos infantiles y sus familias. En las bases de esta afirmación se hallaba un elemento adicional: la fantasía caritativa genera a nivel de la sociedad general un falso bienestar, respecto a que “algo” se está haciendo a favor de las personas con discapacidad.
Pero en rigor, este tipo de respuestas reproduce la opresión de este colectivo e invisibiliza la sistemática discriminación, segregación y exclusión que experimenta día a día por alejarse del cuerpo capaz. Desde este planteo, la discapacidad no es una desgracia que le sucede a individuos aislados, sino una forma sistemática de opresión impuesta sobre aquellos que se alejan de los requisitos exigidos (de acuerdo a criterios médicos/laborales, definidos por juicios de productividad capitalista) por el cuerpo capaz. Batallando contra la caridad y la reducción de la discapacidad al campo de una diferencia indeseable que requiere únicamente tratamiento médico para ser corregida, las personas con discapacidad organizadas exigieron el reconocimiento de sus derechos ciudadanos, desanclando el asunto del ámbito individual y trasladando el debate a los modos de producción de desigualdad y desvalorización social. Aquello que debía ser cambiado era lo social, lo ideológico y lo político, y no los cuerpos individuales. Las bases de estos elementos se extendieron a través del desarrollo del paradigma de los derechos humanos de la discapacidad, y, con diversos hitos, tendrán su punto culmine en la firma de la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, ante la Asamblea General de la ONU, en diciembre de 2006.
En América Latina, desde los años 70, pero con antecedentes previos, las propias personas con discapacidad embaten contra distintas formas de caridad que los tenían por objeto. Pero no sería hasta 1978 que una Teletón desembarcó en la región. Lo anterior se dio en Chile, en plena dictadura pinochetista y puesta en marcha de la implementación de un proyecto neoliberal radical, excusa perfecta para producir un ambiente de unión societal. El derecho a la rehabilitación se privatizó, dejó de estar cubierto por el Estado. Paulatinamente, Teletón se convirtió en sinónimo de discapacidad y “solidaridad” en Chile y su show televisado un éxito anual de recaudación. La Teletón, al lograr su propósito de donar fondos creó institutos de rehabilitación y devino en un negocio millonario para aquellas marcas que auspician el evento, con lo cual elevan sus ventas gracias a donar una parte de sus ganancias a la campaña. Estas son las bases de un modelo de atención a la discapacidad que se exportó, junto con las políticas neoliberales, a diversos países de América Latina.
En 1980 se realizó la primera Teletón en Colombia por iniciativa del presentador Carlos Pinzón. Durante los siguientes 15 años se hizo año tras año casi de manera ininterrumpida, en el mismo periodo de recrudecimiento del conflicto armado: época en la cual se dio el genocidio del partido político Unión Patriótica, el holocausto del Palacio de Justicia, miles de atentados de los carteles del narcotráfico, centenares de masacres perpetradas por el paramilitarismo con consentimiento del Estado e incontables asesinatos selectivos de líderes y lideresas sociales. De 1996 a 2009 no se realizó Teletón. En el 2010, y renovados por el impulso de ORITEL (Organización Internacional de Teletones, institución creada en 1998 con el fin de coordinar los esfuerzos, las acciones, congresos y cumbres de los Teletones en América[1]), se retomó el show televisivo y denigrante para la población con discapacidad. Sin embargo, a partir de 2014 diferentes organizaciones y movimientos sociales de personas con discapacidad iniciaron un incidente movilización nacional en rechazo de Teletón.
De 2015 a 2018 se consolidó el movimiento “No Más Teletón Colombia”, actuando desde los ámbitos jurídico, de comunicaciones y socio-político. Así, los argumentos por los cuales rechazan la realización de Teletón socializados ampliamente por el movimiento, se catapultaron como un acto pedagógico transformador que fue interiorizado por la ciudadanía. Como resultado de la protesta social en las calles, las acciones jurídicas, la influencia en los medios de comunicación y las redes sociales, fue disminuyendo la cantidad de dinero recolectado por Teletón desde el refuerzo de los imaginarios de caridad y conmiseración, por tanto, se logró que en 2018 Teletón renunciara a la idea de continuar realizando la maratón de telemendicidad. Por todo ello, desde Colombia nos unimos a la lucha de los pueblos latinoamericanos en rechazo de Teletón.
La Teletón llegó en 1981 a Perú, al inicio del conflicto civil interno que se convirtió en la etapa más violenta de la historia nacional del siglo XX. Por lo mismo, además del tinte de conmiseración atribuido a las personas con discapacidad que exhibía televisivamente; también se volvió muy rápido en un arma política que los gobiernos y partidos de turno utilizaron para procurar limpiar su imagen ante la opinión pública. Es más, Ricardo Belmont, quien trajo el formato desde Chile, fue después alcalde de Lima y congresista de la República.
Además, en Perú la campaña se aunó a intereses de instituciones religiosas, lo cual agregó otra arista a la instrumentalización de quienes fueron desplegados en medios como objetos de lástima, no como sujetos. Desde su primera edición, el dinero recaudado va al Hogar Clínica San Juan de Dios, e incluso en 2020 la Fundación Teletón realizó una edición especial dentro de la contingencia sanitaria por el COVID-19 junto a Cáritas, el Arzobispado de Lima y la Conferencia Episcopal del Perú. La lógica instrumentalista explicada previamente se explaya en discursos dogmáticos que mantienen polaridades peligrosas. A través de acciones masificadas como la Teletón, particularmente las infancias con discapacidad, integran estrategias facilistas donde “otros” vehiculan ficciones de adquisición de cualidades altruistas; construyendo un “nosotros” capacitista y superficialmente caritativo.
En Brasil, la Teletón comenzó en 1988 en los estudios del Sistema de televisión brasileño (SBT) de Silvio Santos, un empresario del ramo, recaudando millones de reales. Dicho dinero iba dirigido a financiar la investigación, el ‘tratamiento’ y la ‘rehabilitación’ de niñas y niños con discapacidad física atendidas y atendidos en las unidades de la Asociación de la Asistencia al Niño Discapacitado (AACD). Debido a la pandemia Covid-19, la 23ª edición de la Teletón de 2020, que tuvo lugar el 7 de noviembre, se llevó a cabo en horario reducido y presentó el capacitismo como tema. Actores de telenovelas, cantantes e influencers discapacitadas/os, entre otras celebridades, respondieron a la invitación de la AACD-Teletón y asistieron, en persona o virtualmente, al programa televisado. La Teletón lo hizo en nombre de todas las personas con discapacidad, supuestamente con la intención de aumentar la conciencia pública sobre el capacitismo. Aquí radica su hipocresía al usarlo únicamente como lema que implica “no superar” la discapacidad, con lo que promovería la “independencia” e “inclusión” de las personas con discapacidad. No obstante, el enfoque de la Teletón sigue alineado con la noción liberal de sujeto universal y continúa siendo lo que reniega: capacitista y marginalizante.
El Teletón llegó a México en 1997, para su primera edición se escogió un día emblemático en las festividades religiosas del país: el 12 de diciembre, día de la Virgen de Guadalupe. Desde esta primera emisión, Televisa (el gigante del entretenimiento en el país) ha producido y transmitido esta colecta anual que respaldan los grandes empresarios y algunos gobiernos estatales. Siguiendo el ejemplo de sus antecesoras en el sur del continente, desde este primer momento se delineó un guión que mezcló infancia, caridad, melodrama y espectáculo. Ello ha sido un negocio rentable que se refleja en su infraestructura (24 Centros de Rehabilitación Teletón [CRIT] y una Universidad Teletón) y en los convenios con diversos gobiernos estatales para atender la rehabilitación de niñas y niños con discapacidad: lo anterior le ha dejado terrenos para la construcción de los CRIT y una importante suma anual. En 2014 la ONU hizo recomendaciones al estado mexicano para que dejara de dar dinero público al Teletón. A partir de ese año, este organismo le dio un giro de 180º a su guión y comenzó a meter una perspectiva (light) de derechos humanos. Cabe resaltar que la campaña publicitaria fue agresiva y duró todo el 2015; lo cual se vio reflejado en el lema de esa edición: Ven, conoce y decide.
Para llegar a las nuevas generaciones que utilizan otros lenguajes y medios para entretenerse e informarse, Teletón México utiliza las redes sociales para todo tipo de promocionales, además de recursos como gifs y utiliza las tendencias del momento para generar su publicidad. Como ejemplo se encuentra el adjetivo terco para nombrar a las personas con discapacidad que respaldan esta institución e incentivar a quien se decida a donar; este uso tiene relación con los personajes que aparecen en Ya no estoy aquí (2020), película mexicana que causó gran revuelo en el primer semestre de 2020.
Argentina, a fecha actual, no ha tenido exclusivamente una campaña televisada Teletón, con el propósito de recaudar dinero para las infancias con discapacidad. No obstante, la sociedad civil fines de 2020 ha movilizado acciones ante la Agencia Nacional de Discapacidad al observar con profunda preocupación el desembarco de la institución en el país[2].
En diciembre de 2020, 13 países del continente forman parte de ORITEL, y aún cuando la totalidad de los países de América Latina han ratificado la Convención, observamos con preocupación la persistencia y éxito de las Teletones en nuestra región. En rechazo a las mismas, la sociedad civil en diversos países latinoamericanos se ha movilizado, denunciando sus efectos nefastos en el plano del reconocimiento y visibilizando lo que la existencia de este show evidencia: la privatización del derecho a la salud y los cuidados para los ciudadanas/os, y la irresponsabilidad de los Estados que dejan en manos de terceros los sistemas de salubridad. Es imposible comprender el éxito de las teletones sin aludir a la disposición solidarista que despiertan y el deseo de “ayudar”. Detrás de ella y la utilización inspiracional de las personas con discapacidad, podemos hallar la configuración de la discapacidad como un chivo expiatorio y un mecanismo de soportabilidad social ante el sufrimiento generado por la individualización y mercantilización de las necesidades sociales, imponiendo el imperativo de sobreadaptación personal a un orden injusto y desigual.
El falso bienestar que generan los éxitos de las campañas Teletón en América Latina silencian y esconden la cruel realidad que experimentan día a día las personas con discapacidad. El desempleo crónico y obligado, la exclusión escolar, la pobreza, el aislamiento social (derivado de la presencia de barreras para la participación) forman parte del paisaje del mundo del “no” que experimentan. Las raíces de estas fatalidades, como puede desprenderse de lo ya señalado, no nace los caprichos de la naturaleza, o de la mala fortuna, sino de la sistemática vulneración de sus derechos vehiculizada a través de las políticas de Estado (con sus acciones y omisiones) y la exaltación social de los valores asociados al capitalismo neoliberal.
Cuando decimos NO a la Teletón, estamos diciendo NO a este tipo de sociedades profundamente desiguales y excluyentes. Por todos los motivos expuestos levantamos la voz y decimos:
#LaDiscapacidadNoEsCaridad
Con la consigna #LatinoaméricaAntiTeletón exhortamos a los Estados a que cumplan sus compromisos asumidos frente a Naciones Unidos, su obligación de combatir todo tipo de imagen injuriante hacia las personas con discapacidad, así como implementar las medidas para garantizar su respeto ciudadano. ¡Para ser anti-capacitista es necesario ser anti-Teletón!
Marzo 2021
Grupo de Trabajo CLACSO
Estudios críticos en discapacidad
[1] https://oritel.org/rehabilitacion/
[2] http://www.rumbos.org.ar/anti-Teleton
Esta declaración expresa la posición del Grupos de Trabajo Estudios críticos en discapacidad y no necesariamente la de los centros e instituciones que componen la red internacional de CLACSO, su Comité Directivo o su Secretaría Ejecutiva.