Declaración sobre los acontecimientos en Chile
El estallido de indignación que hoy florece todo Chile, no es nada nuevo y responde a la crisis del modelo neoliberal instaurado en dictadura que ya no puede sostenerse. La sociedad chilena llevaba algunos años movilizándose por distintas causas, tales como la transformación del sistema educativo, el fin de las administradoras de fondos de pensiones (AFPs) o la desmilitarización del pueblo mapuche. Sin embargo, los últimos gobiernos no han sido capaces de incorporar estas y otras demandas y generar las transformaciones esperadas. La educación sigue siendo desigual y con fines de lucro,las pensiones las administran los privados, y el pueblo mapuche sigue siendo avasallado y criminalizado.
Frente a las desigualdades y el encarecimiento de la vida, durante el mes de octubre, estudiantes secundarios a través de redes sociales, convocaron a evasiones masivas del metro por el alza del precio, pero la represión fue desmesurada y las protestas y cacerolazos no se hicieron esperar. A partir de entonces, el gobierno de Sebastián Piñera ha señalado que el país se encuentra en guerra contra un supuesto “enemigo interno”, declarando así Estado de Emergencia y toque de queda en las principales ciudades del país.
Por su parte, los medios de comunicación, han centrado su debate en la violencia de los manifestantes, la quema de locales comerciales,la escasez de alimentos y los saqueos durante estas semanas de movilizaciones, criminalizando insistentemente a las y los jóvenes que salen a la calle a marchar o tocar sus cacerolas. A su vez, han invisibilizado las muertes y los desaparecidos en las movilizaciones, y hasta el día de hoy no tenemos certeza de cuántos muertos, desaparecidos y violaciones se han producido desde el comienzo del estallido. Estamos ante una clara situación de violación de los derechos humanos.
Es de destacar que las movilizaciones de Chile y las causas que las originan no son hechos aislados. Muy por el contrario, en la región se han venido sucediendo acciones de protesta que tienen o han tenido a las y los jóvenes como protagonistas centrales -aunque no los únicos-. Es el caso de las recientes protestas universitarias en Colombia y Costa Rica, las movilizaciones y posterior represión en Ecuador el mes pasado, y hechos menos visibles pero no menos preocupantes como las fuerzas represivas que actúan contra jóvenes paraguayos. EnBarcelona, las y los jóvenes que protestan y defienden la causa independentista enmarcan sus reclamos en la enorme desigualdad y enlas dificultades que encuentran en relación a las oportunidades de trabajo y educación para ellos y sus familias. Asimismo, el año pasado encontró a las y los jóvenes nicaragüenses protestando contra el gobierno y siendo brutalmente reprimidos. Estos son sólo algunos casos que reafirman, una y otra vez, el carácter estructuralmente desigual de la mayoría de los proyectos políticos de la región iberoamericana, la funcionalidad de esa desigualdad para el
sostenimiento de proyectos socio políticos de corte neoliberal y la
vocación represiva que los hace posibles.
Como grupo de investigadores e investigadoras de CLACSO que estudiamos las juventudes y las infancias en Latinoamérica, repudiamos la violencia y militarización de las calles de Chile, y exigimos al gobierno que responda ante las violaciones sistemáticas de los derechos humanos acontecidas en los últimos días. Asimismo, hacemos visible y ejercemos el mismo reclamo ante todos los gobiernos que reprimen a los y las ciudadanas y denunciamos los proyectos, actores e intereses que están detrás de esa represión, la cual no es más que un síntoma de aquello que esta represión busca “defender”.
Nos solidarizamos con los pueblos, nuestros pueblos y con todos aquellos que buscan cambios transformadores y superiores de la desigualdad, luchas que tienen los niños, niñas y jóvenes de América Latina como actores protagónicos principalísimos, pero también como los más vulnerados.
Noviembre 2019
Grupo de Trabajo CLACSO
Infancias y juventudes