Cuba: transformando el trabajo de cuidados de las personas mayores en Pandemia*
Rosa Campoalegre Septien[1]
Felicitas López Sotolongo[2]
Odalys González Collazo[3]
Yanel Manreza Paret[4]
Yudelsy Barriel Díaz[5]
Ernesto Chávez Negrín[6]
Puntos de partida
La experiencia cubana muestra como uno de los aprendizajes relevantes en el afrontamiento a la Pandemia COVID-19, mayor articulación entre las ciencias sociales y las comunidades asentada en la solidaridad. En este contexto, surge el servicio “Acompáñame”, el 13 de abril del presente año, en homenaje al día dedicado a las/os profesionales de la Psicología cubana. Acompáñame responde al Programa de Atención al Trabajo de Cuidados [PATC], diseñado por el Grupo de Estudios sobre Familia del Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas [CIPS] e integra el proyecto de investigación denominado: “Transformando el trabajo de cuidados de las personas mayores con cuidados a largo plazo desde la perspectiva familiar” (Campoalegre; López; González, Manresa, Barriel, Chávez y Samón, 2020).
Este servicio se inicia como una demanda de la Casa de abuelos “Celia Sánchez Manduley”[7], ubicada en el Consejo Popular “El Carmelo”, que fue declarado oficialmente en aislamiento físico interpersonal[8] reforzado ante la Pandemia. Ello condujo al cierre de esta institución, provocando un cambio significativo en las actividades que desarrollaban las personas mayores que asistían a ella. Tal situación influyó en la manifestación de malestares psicosociales.
“El Carmelo” es el Consejo de más concentración de personas mayores en Plaza de la Revolución, el segundo municipio más envejecido en el país con un 28% de su población mayor de 60 años (ONEI, 2019). Posteriormente, se extendió al Consejo Popular “Vedado-Malecón”.
El artículo tiene el propósito de valorar esta peculiar experiencia de cuidado, a partir de la concepción e instrumentación y da cuenta de algunos de sus principales resultados. Constituye un avance de investigación, debido a que se trata de un servicio nuevo, instrumentado en condiciones inéditas y que se encuentra en plena ejecución.
Descripción del servicio
“Acompáñame” es un servicio social preventivo, informativo y de orientación psicológica. Se basa en la solidaridad y se implementa mediante la teleasistencia alternativa personalizada, que se desarrolla sobre la base de redes comunitarias (Campoalegre; López; González, Manresa, Barriel, y Chávez, 2020b). El equipo de profesionales no puede acceder a los consejos populares debido a la contingencia sanitaria, por lo que se apoya en actores de la comunidad[9] para la facilitación de recursos y solución de problemáticas de las personas mayores.
Este servicio se fundamenta en dos presupuestos teórico-metodológicos básicos. En primer lugar, considera el cuidado como un trabajo y un derecho universal (Batthyány, 2015). En segundo lugar, se asume el enfoque de corresponsabilidad multiactoral que articula la participación de las personas mayores como agentes proactivos y transformadores de su propia realidad de conjunto con actores comunitarios, el Estado y las familias, la sociedad civil y el mercado.
Es un proyecto feminista, el cual es coordinado e implementado en su mayoría por profesionales mujeres, “El proyecto “Acompáñame” es un puente feminista corresponsable de amor y apoyo colaborativo (Campoalegre citada por Gordillo, 2020). Nótese que la mayoría de las personas que reciben el servicio también son mujeres. Si bien, constituye un servicio social destinado a personas mayores, sin distinción por sexo; sin embargo, se presenta como tendencia que han sido las mujeres quienes solicitan y/o están dispuestas a ser atendidas.
El servicio está a destinado a brindar acompañamiento a: personas mayores de 65 años de edad que viven solas, con sus cónyuges de estas edades, o que, por variados motivos, permanecen prácticamente solas en sus hogares; personas mayores de 60 años que reciben cuidados a largo plazo y cuidadoras/es que proveen cuidados a largo plazo a personas mayores.
Los objetivos de este servicio son los siguientes:
- Acompañar afectivamente a las personas mayores que requieren del servicio.
- Canalizar las principales inquietudes, opiniones, preocupaciones o problemas de índole social a las instituciones competentes.
- Realizar acciones primarias de orientación psicológica a las personas atendidas que lo requieran.
- Promover adecuadamente las informaciones oficiales brindadas por el Estado cubano ante la situación epidemiológica que atraviesa el país.
- Fomentar un espacio para la promoción y mantenimiento de la salud física y psicológica basado en la cultura de los cuidados y el autocuidado.
- Estimular redes comunitarias de apoyo a las personas mayores.
Nótese que estos objetivos responden a los principios del PATC y rebasan el enfoque salubrista, carencial, basado en la dependencia y por ende eminentemente asistencial que predomina en materias de política pública cubana y en este caso en el trabajo de cuidados. Desde su diseño promueve el nuevo paradigma de los cuidados como trabajo social, con enfoque de corresponsabilidad, de género y de derechos más allá de las necesidades básicas.
Implementación del servicio
El servicio comprende el acompañamiento no presencial a las personas mayores que lo demanden o a solicitud de organizaciones de la sociedad civil en los territorios y el gobierno. Al inicio se concentró en personas que asistían a la Casa de abuelos “Celia Sánchez Manduley”, pero se han ido incorporando otras personas mayores de los consejos populares “El Carmelo” y “Vedado-Malecón” que no pertenecen a instituciones sociales y que en algunos casos se dedican al cuidado de algún familiar.
La principal herramienta del servicio es el diálogo, los apoyos a determinadas problemáticas de la vida cotidiana y la orientación psicológica. Transcurre a través de la vía telefónica o WhatsApp, medios que permiten la comunicación sin salir de casa, atendiendo a la situación de aislamiento físico interpersonal. Si bien disponer de estos dispositivos constituye una condición para beneficiarse del servicio en la actualidad, se pretende extender llegada la “nueva normalidad”[10], a otras modalidades que trascienden la teleasistencia.
Se organiza en tres áreas: Introductoria, Social y de Orientación Psicológica. Para cada una de ellas se establecen protocolos específicos. El área Introductoria da la bienvenida al servicio y ubica a las personas preliminarmente en una de las dos áreas restantes. El área Social influye en los asuntos de apoyos para la vida cotidiana, la orientación jurídica, aseguramiento informativo, la promoción de estrategias familiares positivas ante la COVID-19, la prevención de las manifestaciones de violencia en el ámbito familiar y la promoción de las redes comunitarias de apoyo al servicio. La Orientación Psicológica se dirige a la promoción y mantenimiento de la salud física y psicológica de las personas mayores, el apoyo y reconocimiento de los propios recursos, fuerza y capacidad de los sujetos para dar frente a sus problemas, el alivio de sus angustias y la promoción del cuidado y autocuidado.
El contacto inicial con las personas beneficiarias del servicio se hace una vez a la semana en el horario comprendido entre las 4 y 6 de la tarde. En el primer encuentro se consensua si la persona desea extenderlo a más de una frecuencia semanal, además se exploran sus necesidades y expectativas con relación al servicio y el horario que le resulte factible. El resto de los contactos estarán en dependencia de la individualidad y la relación que se establezca entre la/el investigadora/or-acompañante y la persona mayor, siempre teniendo en cuenta los objetivos fundamentales del servicio.
Inicialmente, el servicio se desarrollaba solo con las/os investigadoras/es del Grupo de Estudios sobre Familia del CIPS, pero dada la demanda creciente fueron incorporándose colaboradores/as hasta llegar a 6 instituciones[11] y 15 profesionales participantes.
Uno de los desafíos que los/as profesionales participantes han enfrentado durante el servicio ha sido la implementación del mismo en la modalidad de teleasistencia; en tanto se asume una forma de comunicación que tiene carácter impersonal al inicio y que exige el trabajo y el contacto con las personas a distancia, sin conocerlas cara a cara. Ello ha conllevado a la adaptación de nuevas formas de trabajo donde prima el compromiso y la responsabilidad. La limitación fundamental para la implementación del servicio consiste en la insuficiente efectividad en las relaciones de trabajo y coordinación con la Unidad Básica de Trabajo Social que imposibilita la solución de determinadas problemáticas identificadas. Sin embargo,
El camino recorrido durante la implementación del servicio ha generado satisfacciones para el equipo de trabajo, entre las que se destaca el agradecimiento expresado por las beneficiarias de “Acompáñame” y la certeza de que estas personas no están solas y que pueden contar con el apoyo y compañía del equipo. Otro aspecto clave es que ha influenciado y enaltecido el trabajo. se han logrado establecer redes de apoyo comunitarias que perdurarán en el tiempo como uno de los impactos de este servicio, unido a la capacidad de innovación que ha transformado las estrategias y visiones del propio equipo de investigación.
Caracterización de las personas beneficiadas por el Servicio
Actualmente se brinda atención a 100 personas, de las cuales 10 se encuentra en el área introductoria y las 90 restantes son: cuidadoras/es 16; personas que reciben cuidados a largo plazo 18 y personas mayores que viven solas, con sus esposos de estas edades o que por variados motivos permanecen prácticamente solas en sus hogares, reportan un total de 56.
El perfil sociodemográfico de estas personas muestra el predominio de mujeres blancas, cuya media de edad es de 78 años, con énfasis en los grupos etarios entre 60-79 años. Estas personas tienden a residir en viviendas con buenas condiciones habitacionales en lo que influyen las características del territorio[12] y el peso de las remesas familiares[13].
Es significativo destacar que toda la población beneficiaria y al unísono protagonista del servicio se encuentra en riesgo epidemiológico. Entre los principales antecedentes patológicos personales resaltan enfermedades crónicas no transmisibles como la hipertensión arterial, diabetes mellitus, asma bronquial, cardiopatía isquémica, trastornos psiquiátricos de base, deterioro cognitivo, demencia, artrosis, entre otras. En las personas que reciben cuidados a largo plazo prevalece la demencia senil, las enfermedades cerebrovasculares, las físico- motores y las visuales.
Al indagar las características de quienes realizan el trabajo de cuidados, se observa que todas, excepto un caso, son mujeres, con un promedio de edad de 71 años, que es relativamente inferior a la media de la población atendida en el servicio. Se confirma la tendencia predominante a la feminización de los cuidados, concentrada en adultas mayores. Esta situación señala un aspecto a priorizar en materia de políticas públicas, pues una de las modalidades más complejas de cuidados, los cuidados a largo plazo, es asumida por personas de los grupos en situación de vulnerabilidad ante la COVID-19 y que requieren mucho cuidado. Nótese que cinco de las cuidadoras se hallan en la llamada cuarta edad, al tener más de 75 años.
Llama la atención el nivel de escolaridad de las cuidadoras y su vínculo laboral anterior. Se constató que la mayoría (13) son jubiladas y poseen nivel universitario (8) o educación media superior (3). Mientras, su situación conyugal es diversa, en la que sobresalen las casadas (7) y divorciadas (4). Estas cuidadoras realizan el trabajo de cuidados fundamentalmente a familiares, especialmente a cónyuges (7) y a madres (5). Se distinguen 2 cuidadoras que tienen la responsabilidad de proveer cuidados a dos personas en el hogar, por lo que aumenta la sobrecarga de trabajo doméstico y de cuidados. El trabajo de cuidados que ellas realizan es no remunerado, solo una es trabajadora por cuenta propia,[14] y en consecuencia no posee cobertura económica y su contribución al bienestar familiar, y a la sociedad, resulta invisibilizado. Ello pone en tensión el cuidado como derecho universal.
La caracterización de las personas beneficiadas por el servicio manifiesta la heterogeneidad del grupo y a su vez tendencias predominantes que las distinguen. Durante el intercambio con estas personas, no solo se les ha acompañado, sino que ellas/os han contribuido al éxito. Este proceso de/construye el enfoque carencial y fortalece la tesis del autovalidismo, la formación y el compartir capacidades.
A pesar de las limitaciones identificadas en la aplicación de este servicio, hasta la fecha se constata su consolidación. Son relevantes los resultados alcanzados, tales como:
- Alta demanda, pues se han duplicado el número de personas, transitando de 50 personas a 100, en la actualidad. Se ha logrado rapport y empatía, a pesar del distanciamiento físico.
- Ampliación del carácter interinstitucional y multidisciplinario del servicio, atendiendo a la composición del equipo y los protocolos empleados.
- Alto y sostenido nivel de satisfacción de las personas beneficiarias del servicio. Estabilidad en las relaciones entre beneficiarios/as y el colectivo que brinda el servicio.
- Tendencia a la evolución favorable de los casos que requieren orientación psicológica.
- Conformación y ampliación de redes comunitarias de apoyo.
- Socialización de avances investigativos (publicaciones nacionales e internacionales).
- Intenso trabajo de superación, intercambio académico y organización de los/as profesionales que desarrollan este servicio.
Notas para un resumen de cara a futuros
Los impactos sociales de la Pandemia COVID-19, han conducido a la reconfiguración de los cuidados (Campoalegre, 2020). En este contexto, se desarrolla “Acompáñame”, como resultado de: el liderazgo de las mujeres en el barrio, la articulación entre las ciencias sociales y las comunidades, unido a la voluntad política estatal. La implementación del servicio muestra la capacidad del proyecto para el fortalecimiento de las redes a nivel comunitario enfocado a las personas mayores. Marca un tránsito en el paradigma de cuidados a estas personas, promueve el diálogo intergeneracional y las redes comunitarias a favor del bienestar subjetivo. La manera en que se han reestructurado los tiempos y formas de trabajo ha sido considerada como una oportunidad que ha promovido la capacidad vencer los obstáculos impuestos, ganar en flexibilidad e innovación hacia nuevas formas de hacer y pensar desde las ciencias sociales.
Acompáñame nació en tiempos de pandemia y se alza como paradigma en la atención y apoyo a personas mayores y cuidadoras/es. Pretende permanecer, extenderse a otros territorios y renovar sus protocolos en función de los cambios a futuro e insertarse en la agenda pública y familiar.
Referencias bibliográficas
Batthyány, Karina (2015). Las políticas y el cuidado en América Latina. Una mirada a las experiencias regionales. Montevideo: CEPAL.
Campoalegre, Rosa; López, Felicitas; González, Odalys; Manresa, Yanel; Barriel, Yudelsy y Chávez, Ernesto. (2020). Acompáñame: Reconfigurando los cuidados ante la COVID-19. Revista Estudios Socioculturales, 13 (26), julio-septiembre.
Campoalegre, Rosa López, Felicitas; Gonzáles, Odalys; Manresa, Yanel; Barriel, Yudelsy; Chávez, Ernesto y Samón, Milagro. (2020). Transformando el trabajo de cuidados de las personas mayores con cuidados a largo plazo desde la perspectiva familiar. La Habana: CIPS.
Campoalegre, Rosa. (2020). ¿Quiénes cuidan y cómo? Preguntas en Cuba. Recuperado de http://www.facebook.com/pages/IPS-Cuba/193678270660817
Gordillo. Lirians, (2020). Conocernos cara a cara tras la pandemia. Entrevista a Rosa Campoalegre. Revista Mujeres. Publicación de las mujeres cubanas en ˂http://www.mujeres.co.cu/art.php?MTMwMDE=˃
Oficina Nacional de Estadística e Información, Centro de Estudios de Población y Desarrollo. (2019). Anuario demográfico de Cuba 2018. La Habana: ONEI.
* Se refiere a las personas mayores de 60 años. Este término es más inclusivo desde una perspectiva de género y ha sido recomendado en el contexto cubano por el Centro Iberoamericano para la Tercera Edad (CITED).
[1] Dra. en Ciencias Sociológicas. Profesora e investigadora titular. CIPS. Coordinadora del Grupo de Trabajo CLACSO Afrodescendencias y propuestas contrahegemónicas.
[2] Doctora en Ciencias Jurídicas. Especialista en Ciencia y Tecnología. CIPS.
[3] Máster en “Prevención del uso indebido de drogas. Investigadora agregada. CIPS.
[4] Máster en Género, Educación Sexual y Salud Reproductiva. Investigadora agregada. CIPS.
[5] Máster en desarrollo social. Investigadora. CIPS.
[6] Licenciado en Geografía. Investigador Auxiliar. CIPS.
[7] Es una de las alternativas que brinda el Gobierno cubano atención integral (en régimen diurno), a las personas mayores de la comunidad, que tienen validismo, pero carecen de amparo filial o de familiares que no puedan atenderlos/as.
[8] Se emplea el término “aislamiento físico interpersonal” o “aislamiento físico”, en lugar de “aislamiento social” porque aún en esta etapa de emergencia las personas, como seres sociales, mantienen vínculos con los/as otros/as.
[9] Entiéndase por actores de la comunidad a funcionarias de la FMC, doctor/y enfermera del consultorio médico de la familia, trabajadores/as sociales, vecinos/as, entre otras personas de la comunidad que pueden ayudar a las personas mayores que lo requieran.
[10] La “nueva normalidad” se refiere a la etapa de recuperación y regreso paulatino a la cotidianidad que la pandemia interrumpió súbitamente.
[11] CIPS, Universidad de La Habana, Centro Nacional de Educación Sexual [CENESEX], Asociación de Bufetes Colectivos, Instituto de Antropología e Instituto Finlay de Vacunas Las profesiones de las/os participantes son: Psicología (9), Sociología (1), Derecho (3), Geografía (1) y Antropología.
[12] Son territorios urbanos, céntricos de gran actividad económica y sociocultural, con tendencia al buen estado del fondo habitacional.
[13] Por la tenencia de al menos un hijo/a que reside en el exterior.
[14] Es decir, su empleo corresponde a una de las actividades autorizadas para ejercer en el sector no estatal de la economía.
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