Contaminación y Covid-19. Una peligrosa combinación en Tlaxcala y Puebla
Milton Gabriel Hernández García*
A mediados de abril, un panel de expertos de varias universidades chilenas advirtió sobre el “coctel explosivo” que podría producirse a partir de la combinación entre la contaminación atmosférica y el SARS-CoV-2.[1] Ello debido a que el sistema inmunológico de nuestro organismo se debilita en las zonas del mundo donde hay una mayor degradación del aire, además de que, en el contexto de ecosistemas deteriorados, se favorece la aparición de muchas enfermedades crónicas que ahora se consideran comorbilidades que aumentan la letalidad del COVID, como la hipertensión arterial o las de tipo respiratorio, lo que hace a los cuerpos ser más susceptibles a un ataque viral o bacteriológico.
En diciembre de 2019, un grupo de académicos, activistas y observadores internacionales realizaron el recorrido “Caravana Toxi Tour México” por varios de los lugares más contaminados del país. Posteriormente se reunieron con Víctor Manuel Toledo, titular de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT), quien reconoció la problemática ambiental y ofreció llevar sus planteamientos al presidente, además de que propuso desarrollar un programa de trabajo con la participación ciudadana para solucionar los problemas socioambientales más graves del país. Por su parte, la Asamblea Nacional de Afectados Ambientales (ANAA) pidió al titular de la SEMARNAT que seis regiones fueran declaradas como “Zonas de Emergencia Ambiental”: El Salto, Jalisco; Dolores Hidalgo, Guanajuato; Apaxco y Atitalaquia, Hidalgo y Estado de México; el Istmo Norte, así como Coatzacoalcos, Veracruz y el río Atoyac, en Tlaxcala-Puebla. También se pidió que la Secretaría de Salud emitiera una declaratoria de estas regiones como “Zonas de Emergencia Sanitaria”, ya que la contaminación generada por la industria también causa problemas graves de salud: cáncer de hígado, riñón, estómago y piel; insuficiencia renal, leucemia, abortos espontáneos, mutaciones genéticas, fluorosis dental y esquelética, deficiencia plaquetaria y daño genotóxico, entre otras.
En este contexto, resulta preocupante el comunicado publicado por la SEMARNAT el pasado 8 de mayo, en el que se señala que según datos recabados por esta institución y por la Secretaría de Salud, en México el 78% de los decesos por COVID-19 se están registrando en las zonas del país que enfrentan una mayor degradación ambiental, “dentro de un polígono que abarca del río Santiago, en Jalisco, hasta el río Coatzacoalcos, en Veracruz”[2]. En relación con ello, Víctor Manuel Toledo señaló que enfrentamos una doble crisis sanitaria que revela la profunda interconexión entre la salud ambiental y la salud humana, por lo que una de las primeras problemáticas socioambientales y de salud que asumió como titular de la SEMARNAT “fue la contaminación de ríos y cuencas, ya que es un pendiente ambiental que ha costado la vida a muchas personas y quienes lo padecen actualmente se vuelven más vulnerables ante la pandemia”. María Elena Álvarez-Buylla, titular del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACyT), también señaló que la doble emergencia sanitaria “no sólo desnuda las condiciones de vida precarias asociadas a muchas enfermedades crónico-degenerativas y que llevan a las personas afectadas por el COVID-19 a un desenlace trágico, sino que se añade el fenómeno de la toxicidad ambiental y sus implicaciones, lo cual recrudece los efectos de salud de otras enfermedades”. Anunció también que el propio CONACyT se encuentra ya trabajando en la construcción de un Sistema Nacional de Toxicología, con el cual se busca generar una “alternativa de investigación e incidencia que contribuya en la solución de los problemas socioambientales de México”.
Como ya se señalaba, la cuenca de los ríos Atoyac-Zahuapan que comparten los municipios tlaxcaltecas de Tepetitla, Nativitas e Ixtacuixtla, así como Huejotzingo y San Martín Texmelucan, pertenecientes a Puebla, es parte de esa geografía que la propia SEMARNAT ha reconocido desde el año pasado como “infiernos ambientales”, debido a la devastadora contaminación de suelo, aire y agua que las caracteriza. En este enclave industrial compartido entre Tlaxcala y Puebla se ha entronizado un modelo de desarrollo industrial que ha producido una verdadera situación de emergencia ambiental, debido principalmente a las descargas de aguas residuales no tratadas. Existe una vasta bibliografía científica que da cuenta del tipo de sustancias químicas que, desde hace décadas, se arroja a ríos como el Atoyac y el Zahuapan: mercurio, níquel, plomo, cianuro, arsénico, cobre, cromo, cadmio, zinc, tolueno, dibromoclorometano, cloroformo, cloruro de vinilo, cloruro de metilo, fenoles, compuestos de benceno, nitritos y nitratos, fosfato, xilenos, sólidos suspendidos, entre otros. En palabras de Víctor Toledo: “Prácticamente estamos frente a situaciones que he llamado infiernos ambientales, los problemas de salud que se desencadenan aquí son terribles, niños con plomo, problemas de cáncer renales” (Excelsior, 12/12/2019).
En conjunto, los municipios poblanos y tlaxcaltecas que comparten la cuenca del alto Atoyac-Zahuapan, reportan hasta el momento 74 personas contagiadas por COVID y siete decesos, según las cifras oficiales. Por otro lado, el pasado 11 de mayo el Subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell señaló que “la región Puebla-Tlaxcala”, considerada como una sola zona de transmisión de SARS-CoV-2, se encuentra en fase ascendente de casos confirmados por COVID-19, por lo que aún no existe una fecha estimada sobre el punto máximo de contagios ni sobre el descenso paulatino de la epidemia. Ello se debe a la dispersión de los contagios en pequeños conjuntos, incluso de un solo caso en diferentes municipios. Es en este contexto que se ha anunciado, a partir de los acuerdos del Consejo de Salubridad General que ha sesionado el pasado 12 de mayo, que Tlaxcala no podrá reanudar paulatinamente actividades, levantar el confinamiento ni relajar las medidas de sana distancia el próximo día 18, debido a que la mayoría de sus 60 municipios se encuentran en semáforo rojo por el alto grado de contagio y transmisión de COVID-19, o bien colindan con zonas de transmisión. Estos son los casos de Tepetitla, Nativitas, Ixtacuixtla, Huejotzingo y San Martín Texmelucan, que son de los más contaminados en Tlaxcala y Puebla.
Es importante señalar que ya desde el pasado 15 de abril, Alejandra Méndez, directora del Centro “Fray Julián Garcés” de Derechos Humanos A.C de Tlaxcala, había advertido que el grado de vulnerabilidad por COVID-19 en la cuenca de los ríos Atoyac-Zahuapan se incrementaba significativamente debido a que la contaminación de estos y otros cuerpos de agua ha sido la causa del incremento drástico de enfermedades graves como insuficiencia renal y diferentes tipos de cáncer en la región.[3] También señaló que si bien algunas empresas de los corredores industriales aledaños dejarían de verter sus aguas residuales a ambos ríos debido a los paros de labores provocados por la emergencia sanitaria, tampoco serían suficientes para lograr un saneamiento del agua, ya que la contaminación se ha estado descargando a su cauce desde hace al menos cuatro décadas. Los pobladores de Nativitas, Tepetitla, Ixtacuixtla, San Martín y Huejotzingo han identificado que sí existe una disminución de las descargas industriales, aunque tampoco se han detenido del todo.
Es momento de que la voz de las comunidades de estos municipios que participaron en la elaboración participativa de un Plan de Saneamiento de los ríos Atoyac y Zahuapan desde el año 2017[4], sea realmente escuchada, pues en este documento se encuentran no solo las expectativas y aspiraciones de la población, sino un conjunto de alternativas al modelo dominante de desarrollo que durante décadas se ha impuesto. Ese modelo que ha colocado a los habitantes de la cuenca en una doble vulnerabilidad de salud: la de las enfermedades crónico-degenerativas y el daño genotóxico que ya ha cobrado cientos o quizá miles de vidas inocentes, así como la del COVID-19, que en este contexto previo de devastación socio-ambiental podría tornarse más letal en la medida que avancen los contagios.
* Periodista mexicano
[1] https://www.youtube.com/watch?v=JoTEUcSCr3U
[2] https://www.gob.mx/semarnat/prensa/enfrena-mexico-doble-crisis-sanitaria-por-el-covid-19-y-por-degradacion-ambiental
[3] https://www.centrofrayjuliangarces.org.mx/2020/04/15/ante-pandemia-crece-vulnerabilidad-de-pacientes-con-males-relacionados-a-contaminacion-del-rio-alejandra-mendez/?fbclid=IwAR3Va2aIzQxZ-t4hW1IfYDzWQ-8FsiDi0kLxItR0j4KQB4m1Qn-C_7bTNkA
[4] https://www.centrofrayjuliangarces.org.mx/wp-content/uploads/2019/11/Propuesta-comunitaria-27-10-17.pdf
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