Construir sistemas universales de salud en todos los países latinoamericanos y caribeños

 Construir sistemas universales de salud en todos los países latinoamericanos y caribeños

(Transcripción de la Columna de Karina Batthyány
en InfoCLACSO – 14 de octubre de 2020)

Estamos recorriendo algunas alternativas en clave de ejes sobre los que CLACSO considera que es indispensable organizar espacios de reflexión, de intercambio y de construcción de nuevos consensos. En ese sentido te propongo hoy trabajar sobre el eje de la salud y más específicamente la idea de consolidar, como una oportunidad en el marco de esta crisis, el acceso universal a la salud. ¿Por qué planteamos esto? Como vimos, esta pandemia del Covid-19 puso a los sistemas públicos de salud de la región al borde del colapso sino en el colapso mismo en algunos países. Y eso nos muestra que efectivamente  los modelos sobre los que se basan los sistemas de salud latinoamericanos son ineficientes y además fomentan o refuerzan las desigualdades. Vimos en varios países ese colapso de los sistemas de salud, incluso en aquellos que uno podía decir a priori que tenían ciertas condiciones catalogadas en el contexto regional como buenas. Y eso es lo que nos da la pauta para decir: necesitamos avanzar en la consolidación de un sistema de salud universal que garantice servicios de calidad, que cuente a su vez con los recursos necesarios para hacer frente a la situación de crisis y que piense la salud de forma integral.

Quizás lo primero que nos tenemos que preguntar es de qué hablamos cuando hablamos de acceso universal a la salud, porque se dice muy fácil pero no necesariamente se hace tan fácil. Si miramos, por ejemplo, las definiciones que tiene la OPS (Organización Panamericana de la Salud), allí se establece que el acceso universal a la salud y la cobertura universal de la salud implica que todas las personas y todas las comunidades tengan acceso sin discriminación alguna a servicios integrales de salud, servicios adecuados, oportunos, de calidad, así como también a los medicamentos nuevamente de calidad, eficaces, seguros, asequibles, etcétera.

Y también establece que es necesario asegurar el uso de esos servicios y que este uso no genere dificultades económicas o financieras, en particular a los grupos en mayor situación de vulnerabilidad. Esto nos muestra entonces que el acceso universal y la cobertura universal de la salud, requieren que se definan y se implementen políticas públicas con un enfoque que involucre a distintos sectores multisectorial, que aborde todos los determinantes sociales de la salud y fomente el compromiso de la sociedad para promover esa salud y ese bienestar.



¿Qué pasa en el marco de esta pandemia en América Latina? Sabemos que es una de las regiones que está viviendo la mayor crisis sanitaria de la historia reciente: tiene número más, número menos, depende de la actualización, aproximadamente 350 mil muertos asociados al Covid-19. La región hoy representa el 8% aproximadamente de la población mundial, pero tiene casi un tercio de las muertes globales por este nuevo coronavirus. Y como dijimos: esto ha desbordado a la mayoría de los sistemas de salud. Entonces, ¿cuál es la oportunidad o cuál es la alternativa? Pensar en construir sistemas universales de salud, redes ágiles, redes que involucren además a las comunidades y que estén en contacto directo con la población. Y que se garantice algo que todavía es un déficit en nuestra región que es la atención primaria de la salud. Tenemos que pensar entonces en un sistema universal de salud o en reforzar algunos de los sistemas de salud que existen en nuestros países. Y eso implica necesariamente también debatir sobre otro punto que tratamos hace un par de semanas que es la evasión fiscal y la fuga de capitales. ¿Por qué digo esto? Por un dato que da la OMS, que nos habla de que el impacto de la evasión fiscal de las grandes corporaciones en los presupuestos nacionales en salud, está aproximadamente entre 500 y 600 millones de dólares al año. En los países de ingresos medios y de ingresos bajos que dependen de la recaudación de impuestos (no tengo que recordarles que justamente los países latinoamericanos y caribeños están en esta categoría) la evasión tributaria duplica hoy en día lo que se destina a la salud. Y este me parece que es un dato muy importante.

A su vez, recordemos que el último panorama fiscal de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) nos mostraba que el costo regional de la evasión fiscal en nuestra región alcanzaba a más del 6% del producto bruto de 2017. Y eso son algo así como 335 mil millones de dólares; cifra que en realidad hoy triplica la inversión que los gobiernos latinoamericanos destinan a incrementar en algunos activos de la salud pública, como por ejemplo la construcción de nuevos hospitales tan necesaria en el marco de esta pandemia.

Estos elementos que acabo de mencionar y otros que no lo voy a hacer por razones de tiempo, nos muestra que la evidencia es muy clara: si queremos sistemas realmente más accesibles, más equitativos y más eficientes, no hay otro camino que reforzar la sanidad pública. Sabemos que hoy el modelo predominante en la región no cumple o no satisface el derecho a la salud que los estados tienen la obligación de garantizar por ley. Por eso queríamos dedicarle estos minutos a esa dimensión y plantear con mucha claridad que esta crisis, como siempre ocurren en las crisis, es una oportunidad para discutir este tema y la alternativa va por el lado de la construcción de sistemas universales de salud en todos los países latinoamericanos y caribeños.

Recordaba la ola privatizadora de los años 90 en gran parte de los países de la región y cómo eso no solamente implicó la venta de empresas millonarias que eran de los estados, o que eran controladas por los estados, a privados, sino también todo un discurso relacionado con la privatización y cómo supuestamente los privados hacían todo mejor. Y en la pandemia se pudo ver claramente que los privados no solamente no parecían resolver las cuestiones de salud, si no fueron los primeros que se vieron colapsados y no tuvieron respuestas a la hora de tratar la pandemia, si no tenían apoyo del estado.

Absolutamente. Y fijate que si habrá impactado ese modelo verdad que se impuso a partir de los 90 que hoy del gasto en salud de nuestra región, el 50% (punto más, punto menos) es público y el resto es privado. Es decir, efectivamente hubo éxito en la privatización. Y ese supuesto que es totalmente erróneo de partida, de que por ser una prestación privada va a ser más eficiente (aun suponiendo que fuera cierta, que no lo es), excluye a la mayoría de la población de la posibilidad de acceder a esos servicios privados de salud. Solamente los sectores medios altos y altos pueden contratar ese tipo de servicios y al resto de la población le queda como opción el sistema público que es debilitado por el modelo privatizador. Entonces, una vez más es de lo que venimos conversando en todas estas columnas acerca de la necesidad de reforzar el papel del Estado en esta discusión Estado-mercado y el papel del Estado social, donde la dimensión de la salud es sin duda una de las dimensiones fundamentales. Recordemos que es uno de los pilares del bienestar social, la salud.


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