“Abordar los desafíos del siglo XXI no es factible sin una redistribución significativa de los ingresos”

 “Abordar los desafíos del siglo XXI no es factible sin una redistribución significativa de los ingresos”

(Transcripción de la Columna de Karina Batthyány
en InfoCLACSO – 15 de diciembre 2021)

Esta columna te propongo dedicarla a la temática de nuestra próxima Conferencia en #México2022 sobre las Tramas de las Desigualdades. Y justamente si bien ya hablamos varias veces de desigualdad en esta columna, salió la semana pasada el informe sobre la Desigualdad Global 2022, un trabajo interesante de investigación que reúne a más de 100 investigadores e investigadoras nucleadas en el Laboratorio de Desigualdad Mundial, el que coordina el economista francés Thomas Piketty. Y te propongo recorrer algunos de los elementos y datos que se plantean allí, por supuesto siempre desde la mirada de América Latina y el Caribe.

Este informe nos permite poner cifras actuales a un tema -como tú bien sabes- nos preocupa y hemos abordado varias veces en este espacio y que es parte por supuesto del debate público y es el de las desigualdades. El de las desigualdades contemporáneas, en este caso, de ingreso y de riqueza. Desigualdades que como sabemos son muy grandes y cada vez más grandes. Justamente, según este informe, el 10% más rico de la población mundial recibe hoy más de la mitad, es decir, el 52% del ingreso mundial. Mientras que la mitad más pobre recibe menos del 10%, el 8.5% para ser más precisa en el ingreso mundial. Entonces, ahí tenemos un primer dato escandaloso.



Después también podemos observar que las desigualdades mundiales de la riqueza son más pronunciadas que las desigualdades que refieren al ingreso, porque la mitad más pobre de la población mundial apenas tiene el 2% del total de la riqueza, en contraste con el 10% más rico de la población mundial que posee tres cuartas partes de toda la riqueza global.

Creo que estos números -insisto- son realmente escandalosos. ¿Qué pasa aquí en América Latina? Por ejemplo, tenemos datos que nos muestran que el 10% superior captura el 55% de la renta nacional en comparación con ­–en esa misma relación– el 36% en Europa. Insisto: aquí el 10% superior se queda con más de la mitad de la renta nacional, mientras que en el caso de Europa ese 10% se queda con el 36%.

Otra forma como sabemos de medir la desigualdad global es la proporción entre el ingreso promedio del 10% superior y el ingreso promedio del 50% inferior (y eso lo hace este informe). Y nos muestra que en Brasil, por ejemplo, uno de los países sin duda más desiguales del mundo, el 50% inferior gana 29 veces menos que el 10% superior.

Si vamos a otro país para comparar cómo se da esto entre América Latina y otras regiones y lo comparamos con Francia, esa misma relación es que el 50% inferior gana 7 veces menos que el 10% superior, para que vayamos poniendo en contexto con nuestra región.

Además, este informe también muestra dos procesos que han ido ocurriendo en simultáneo durante los últimos 20 años. Por un lado, la disminución de las desigualdades globales entre los países a raíz –entre otras cosas– del crecimiento que vivieron la mayoría de lo que se llama “países emergentes”. Y el otro proceso, el del aumento, muy significativo, de la desigualdad de ingresos y la desigualdad de la riqueza al interior de cada uno de estos dos países. Algunos de los países incluso han experimentado incrementos espectaculares de la desigualdad como ha sido el caso de Estados Unidos, de Rusia e de India.

Este informe coordinado por Piketty justamente afirma que las desigualdades globales parecen ser tan grandes hoy como lo fueron en el pico del imperialismo occidental a principios del siglo XX. Además se pone la lupa sobre la desigualdad extrema que está presente en la parte superior de la distribución. Esa desigualdad se debe a una gran disparidad entre las tasas de crecimiento entre los segmentos superiores e inferiores de la distribución de la riqueza. Un proceso que el propio Thomas Piketty –en uno de sus libros ya muy clásicos “El Capital del siglo XXI– se dedicó a describirlo con mucho detalle. Allí en ese libro justamente muestra que desde 1995 la riqueza de las personas más ricas del mundo ha crecido entre un 6 y 9% anualmente; mientras que la riqueza promedio sólo ha aumentado un 3%.

¿Eso qué quiere decir en un lenguaje más sencillo? Que en las últimas décadas los multimillonarios globales, es decir, ese 0.01% que se ubica al tope de la distribución, han capturado una parte desproporcionada del crecimiento de la riqueza, pasando de representar el 7% de la riqueza mundial en el año 95’ al 11% actualmente.

Pero además, por si todo esto fuera poco, el informe nos muestra cómo se exacerbó todo esto durante la pandemia del COVID-19, siendo el 2020 el año con el aumento más pronunciado y registrado en la participación de los multimillonarios en la riqueza del mundo.

Y por último, otra de las conclusiones de este informe es que en los últimos 40 años los países se han puesto significativamente más ricos pero los gobiernos se han puesto significativamente más pobres. Y esto es así porque la participación de la riqueza neta (en los países ricos) en manos de los actores públicos, es cercana a 0 o en muchos casos negativa. O sea que la totalidad de la riqueza está en manos de las privadas. Y esto tiene mucho que ver con la deuda pública y la relación de esa deuda pública con los patrimonios públicos. Y esto por supuesto que durante la crisis de la pandemia del COVID-19 se ha agravado aún más. Recordemos que los gobiernos han tomado (dependiendo del país) promedialmente el equivalente al 10 o al 20% de su producto bruto interno para hacer frente a la crisis del COVID-19.

Quedan pendientes dos dimensiones que también se trabaja en este informe que tiene que ver con la desigualdad de género en los ingresos y también en el correlato ambiental de estas desigualdades de ingreso y de riqueza.

-Me quedaba muy impresionado… Tú hablabas de estas lógicas que son tremendamente brutales y pensaba qué difícil fue en algunos países del mundo poner impuestos a riqueza o aportes solidarios como se los llamó en diferentes lugares, las presiones que hubo por los sectores conservadores y que son los dueños de estas riquezas para que no fueran puestas en marcha estas medidas, parecen igual mínimas entendiendo la dimensión de gravedad que tiene esta lógica de desigualdad brutal…

-Absolutamente. Y como ya hemos dicho otras veces, nos queda más que claro que abordar los desafíos de este siglo XXI no es factible sin una redistribución significativa en estos puntos en términos de estas desigualdades escandalosas y aberrantes de ingreso y de riqueza que hoy e este informe de Piketty no hace más que confirmar.

Y a propósito de eso te pido permiso para hacer un comentario porque tiene que ver con la temática de las desigualdades, también con el asunto de los ingresos y las riquezas, y es justamente sobre lo que va a ocurrir el próximo fin de semana en Chile: esa elección tan determinante para Chile, uno de nuestros queridos países latinoamericanos, que se juega una alternativa desde el punto de vista político, económico, social muy significativa. Estamos mirando con mucha atención ese proceso, muy atentos, muy atentas, a los resultados al cierre de la campaña pero también a los que van a ser los primeros resultados preliminares, apostando ojalá que se siga el camino que se inició con el proceso constituyente y con todo lo que hemos ido analizando en InfoCLACSO sobre el proceso chileno en este espacio y en CLACSO en general. Estamos atentos y atentas y por supuesto todo nuestro saludo al pueblo chileno que tiene que tomar una decisión crucial el próximo domingo.


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