Socialización Política y Construcción de Subjetividades en Tiempos de Pandemia

 Socialización Política y Construcción de Subjetividades en Tiempos de Pandemia

María Camila Ospina-Alvarado, Sara Victoria Alvarado, María Teresa Luna, Julián Andrés Loaiza, Ruth Amanda Cortés, Milton Andrés Salazar[1], participantes y egresados[2]

Nuestro posicionamiento colectivo como línea de investigación en Socialización Política y Construcción de Subjetividades del doctorado en Ciencias Sociales Niñez y Juventud y de las maestrías en Educación y Desarrollo Humano y en Desarrollo Educativo y Social, ante las actuales demandas y desafíos a las ciencias sociales y a los estudios de niñez y juventud en tiempos de pandemia, parte de reconocer que son más las preguntas que las respuestas, especialmente porque la crisis no ha terminado, por el contrario, estamos en un momento de recrudecimiento de sus efectos e incertidumbres.

Como comunidad académica y de sentidos compartidos, tenemos profundos cuestionamientos y preguntas en torno a asuntos como la pertinencia de los techos epistémicos, conceptuales y metodológicos que hemos construido, el sentido de la investigación social en este contexto de incertidumbres y desigualdades recrudecidas y su potencial para impulsar la transformación, la denuncia, la resistencia y la re-existencia individual y colectiva.

Igualmente, la vivencia subjetiva, familiar y comunitaria en cada territorio de la crisis social, económica y cultural derivada del Covid 19, nos ha hecho revisar con mayor detalle los dilemas éticos relacionados con las interacciones virtuales y el manejo de lo íntimo en nuestras investigaciones y en nuestros encuentros de línea: las formas como nos relacionamos con los demás actores de las investigaciones en la construcción del conocimiento, las intencionalidades y usos del mismo, los lenguajes desde los cuales enunciamos la vida.

Esta problematización colectiva nos ha invitado a pensar elementos relacionados con: ¿Cómo situarnos de forma crítica y propositiva como investigadores, asumiéndonos como hermeneutas de la cultura, intelectuales orgánicos comprometidos cada vez más con la generación de conocimientos situados y con capacidad de transformación desde la incidencia en políticas públicas y las acciones con las comunidades?, ¿Cómo acercarnos a los otros y las otras, tras las pantallas, cómo sentirlos, cómo aprehenderlos en un momento en el que la gente se siente saturada, sin tiempo y sin espacio para sí, porque todas las dinámicas de la vida –exclusión, desigualdad, violencia– están convergiendo desaforadamente en el espacio familiar? , ¿Cómo salir más humanizados, más creativos, más autónomos, fortalecidos como sujetos políticos y capacitados para enfrentar juntos el modelo neoliberal que depreda la vida en todas sus manifestaciones?

Entendemos que antes de la pandemia, lo virtual en la investigación social no era un asunto central, pero en este momento, no solo debemos incluir las mediaciones virtuales en nuestras investigaciones (como lo hemos hecho a través de etnografías virtuales, video llamadas, plataformas, redes, etc.), sino que tenemos que dotarlas de mayor contenido y sentido, identificando su potencia, como ha sucedido, con las pasantías y los encuentros de línea. Ante estas nuevas realidades nos estamos preguntando: ¿Qué significa investigar en interacciones y escenarios virtuales?, ¿Cómo mantener la investigación como práctica relacional?, ¿Cómo no perder la importancia de los rostros y los cuerpos?, ¿Qué es lo nuevo que nosotros tenemos que aprender?, ¿Cómo superamos en la investigación, la brecha digital que golpea seriamente a las poblaciones rurales, indígenas, campesinas y de frontera; a las mujeres y a los adultos mayores?

Nos encontramos ante una brecha gigante que no se limita al acceso a la conexión a internet, sino fundamentalmente al acceso a la información y la formación para hacer uso de estos recursos y medios; a la disposición de tiempo para usar estos recursos y medios, con una gran recarga en el trabajo de cuidados especialmente para las mujeres; y a la posibilidad de participación real en procesos y escenarios donde estos recursos y medios se usan.

Aún así, la pandemia nos ha permitido explorar la creatividad y la flexibilidad metodológica, sin perder el rigor; abrirnos a más experiencias y voces, y generar procesos de co-creación; comprender que la interacción, la relación, la confianza y el afecto trascienden el contacto físico, el tacto y el olfato; concebir la narrativa y su poder para significar y transformar a través de la esperanza como dinamismo para la acción; identificar la importancia del análisis documental, del discurso y de narrativas; y comprometernos aún más con las resistencias, las transformaciones y los agenciamientos en las investigaciones.

Por otra parte, en la línea se asume la importancia que tienen los procesos relacionales y colectivos de socialización para cuestionar el término de aislamiento social, por sus implicaciones en la ruptura de tejidos relacionales y sociales, reconociendo la importancia del cuidado de sí y el cuidado del otro, ante lo que es necesario el distanciamiento físico, que como lo ha propuesto Barcala (2020) es diferente al aislamiento social. El aislamiento social nos aleja de la posibilidad de acción política, entendiendo lo político como aquellas transformaciones que se tejen en el entre nos, en la apertura al mundo (Arendt, 2009).

Consideramos que, la socialización y la construcción de subjetividades hoy tienen que pensarse en términos de las desigualdades históricas presentes en América Latina y el Caribe y en particular en Colombia, que hoy se agudizan, se exacerban y se hacen más visibles por los efectos del Covid 19, al dar cuenta de qué vidas merecen ser vividas y cuáles, como lo ha planteado Agamben (1998), son desechadas a la precariedad y desatendidas por el Estado, en el carácter de una nuda vida. Pensarnos en clave del cuidado de niñas, niños y jóvenes, implica analizar con horizonte crítico las materialidades que generan condiciones de desigualdad al interior de las familias y en el marco de las relaciones sociales que se establecen con el Estado, el mercado y la sociedad civil. En esta correlación se suma un elemento problemático del contexto de pandemia: la profundización de las carencias respecto a la calidad de vida para las comunidades de clases bajas y medias.

Estamos, como lo diría Morin (2020), ante un reto de la complejidad, frente a la grandeza y la debilidad de la ciencia, frente a la incertidumbre y la dinámica de la crisis. De cara a ello, pensamos que es urgente volver sobre las preguntas fundamentales por el sentido de nuestro lugar en el mundo, nuestra relación con la naturaleza, la justicia, la dignidad humana, la equidad, el amor, la solidaridad y el cuidado.

La crisis sanitaria ha revelado otras pandemias relacionadas con las desigualdades y las violencias interseccionales por asuntos de género, clase, etnia, raza, contexto, generación, y otros. Las dinámicas del cuidado en tiempos de Covid 19 también han expuesto contradicciones y retos frente a la comprensión y la explicación de la vida; desde allí resulta necesario el abordaje de intersecciones como: las brechas de clase social, el enfoque de género y la perspectiva intergeneracional; en efecto: “el derecho al cuidado, a su vez, debe ser considerado en el sentido de un derecho universal de toda la ciudadanía, desde la doble circunstancia de personas que precisan cuidados y que cuidan” (Batthyány, 2020, p. 4).

Las desigualdades son visibles en las condiciones de miseria que unos niños, niñas, jóvenes y sus agentes relacionales experimentan en términos de no contar con las condiciones básicas de vivienda, sanidad, alimentación, salud, educación, mientras otros viven su vida en la opulencia; se han visibilizado situaciones como el hacinamiento, que marca el habitar de un gran número de niños, niñas y jóvenes, lo que no es menor, dado que como lo ha planteado Heidegger (1951) somos en cuanto habitamos.

Las desigualdades también se expresan en la falta de acceso a tecnologías que hoy son la mediación fundamental para la educación, encontrando procesos de socialización en los contextos rurales en los que los niños, niñas y jóvenes se han asumido como fuerza laboral de la economía campesina y en los que ellos, ellas y sus familias, así como sus propios docentes tienen barreras de acceso. A la vez hay casos en los que las familias presentan un malestar con la escuela al no satisfacer sus necesidades, la escuela un malestar con las familias y ambos con los niños, niñas y jóvenes como lo plantea Llanos (2020). Mientras tanto otros niños, niñas y jóvenes participan hoy de procesos de socialización y re-socialización que en ciertos casos pasan a ser exclusivos de la mediación de las pantallas.

Las desigualdades se encuentran atravesadas por el género, como marca histórica del patriarcado presente en América Latina y el Caribe y en particular en nuestro país, siendo las mujeres construidas como aquello otro, silenciado y con fuertes expresiones de violencia. Al respecto es preciso reflexionar y reconfigurar la organización social del cuidado, pues estamos hablando de una categoría teórica en proceso de posicionamiento, pero a su vez, con una carga de reivindicación histórica, especialmente sobre el rol de las mujeres en los procesos de cuidado, pues en sociedades patriarcales como las nuestras, la feminización de las tareas del cuidado, aún se constituyen como una constante, en el ámbito de las labores remuneradas y no remuneradas.

Las desigualdades tienen una fuerte marca intergeneracional, encontrando niños y niñas que dicen querer ser adultos para poder tomar decisiones y participar; silenciamientos de voces de niños, niñas y jóvenes; lecturas carenciales y deficitarias o lecturas angelizantes que limitan su accionar político. Por ello resulta fundamental en el agenciamiento político y en el fortalecimiento de los procesos de socialización política de los que participan, la no patologización y victimización y el fortalecimiento de capacidades colectivas de afrontamiento.

Se trata de desigualdades que además de históricas permiten identificar la importancia de hacer memoria, de construir analepsis biográficas, para deconstruir y resignificar, para desinstalar discursos y narrativas dominantes de precariedad, vulneración y violencia, para identificar acciones presentes que necesariamente son colectivas y que viabilizan la apertura a posibilidades futuras.

A las desigualdades se suman las históricas violencias presentes en nuestro país, que se acrecientan en tiempos de confinamiento, de desconcierto, de falta de oportunidades laborales y económicas, de temor por la vida, pero que se invisibilizan; expresión de dicha invisibilización es que en periodos similares de años anteriores aparecen menos reportes de violencia intrafamiliar, quizá, como lo ha propuesto el ICBF (El Espectador, 2020), a causa de que hay menos reportes por parte del colectivo de docentes e instituciones educativas que están en un menor contacto con los niños, niñas y jóvenes.

Como comunidad académica hacemos un llamado a la importancia de desinstalar dichas violencias y de dar cabida y visibilizar y fortalecer prácticas de construcción de paz que son diversas, que involucran vivencias de reconciliación en el hacer las paces, que rompen las históricas jerarquías de poder, que posibilitan el tejido del nosotros, que se centran en el despliegue del afecto tan normatizado por estos días, que posibilitan la responsabilidad (Mèlich, 2000) ética por la vida propia y por la vida de los otros y las otras, que dan cabida a posibilidades futuras, que viabilizan la transformación de las conflictividades emergentes en estos tiempos.

Interpelar la multiplicidad de violencias en el pueblo colombiano es un reto orientado a revertir la ecuación: violencia/paz, para transitar hacia: conflictividades/paces; en otras palabras, darle lugar privilegiado a las alternativas co-construidas por las niñas, niños y jóvenes desde sus prácticas comunitarias. En efecto, superar las lógicas deficitarias y reorientar la mirada hacia perspectivas integradoras en la construcción del conocimiento situado. En clave del agenciamiento social y político, es preciso trabajar desde las redes socioeducativas y psicosociales con las comunidades localizadas y deslocalizadas, de manera que logremos democratizar el diseño y el desarrollo de alternativas de afrontamiento a través de estrategias presenciales y virtuales para salvaguardar la vida y reconstruir el tejido relacional, comunitario, social y cultural.

En este contexto será también necesario una clara alusión a los escenarios de posibilidad en medio de las conflictividades propias de recorte de realidad. Un reconocimiento a las aperturas y reflexividades desatadas en torno a los diferentes ámbitos, a la solidaridad y los vínculos como memorias de otros tiempos, recuperados en las actuales condiciones, como el reconocimiento de la importancia del contacto humano y con la naturaleza. Una implicación decidida, aunque no suficiente para reconocer el valor de la dignidad. Tiempos de subjetivaciones, subjetividades y sujetos resguardados, pero no acallados ante la arremetida de aquellos que, incluso en estos tiempos, siguen tiñendo la tierra de rojo y hastiando los sentidos de dolor.

Se hace necesario un llamado a reconocer las diversidades, que constituyen las identidades de niñas, niños y jóvenes (institucionalización, discapacidad, migración, desplazamiento, etc.); así como las singularidades presentes en la historia de vida de cada quien, en sus cuerpos y en sus procesos de socialización familiares, comunitarios, barriales, en organizaciones sociales, etc; que son base necesaria de la pluralidad humana, praxis fundamental en la socialización política y la constitución de subjetividades políticas.

Así mismo, se hace necesario como comunidad académica resemantizar nuestras categorías analíticas y participar de la co-construcción de otras que nos permitan en estos tiempos continuar aportando a la creación de conocimientos que posibiliten transformaciones y agenciamientos políticos; siendo necesaria la co-creación de nuevas metodologías de posibilidades dialógicas, que vinculen la acción y posibiliten el nosotros.


Referencias

Agamben, G. (1998). Homo sacer: el poder soberano y la nuda vida. Valencia: Pre-textos.

Arendt, H. (2009). La condición humana. Buenos Aires: Paidós.

Barcala, A. (2000). Panel retos frente a las infancias y las juventudes en tiempos de pandemia. Línea de Investigación Socialización Política, Subjetividades, Memorias y Construcción de las Paces. Maestría en Educación y Desarrollo Humano. CINDE – Universidad de Manizales.

Batthyány, K. (2020). Estudios de Género: Cuidados y Bienestar Social. Aproximaciones conceptuales y Empíricas en América Latina y el Caribe [Manuscrito no publicado]. Buenos Aires: CLACSO.

El Espectador (2020). https://www.elespectador.com/noticias/nacional/durante-la-cuarentena-se-han-vulnerado-los-derechos-de-mas-de-1250-menores-icbf-articulo-913919

Heidegger, M. (1951). Construir, habitar, pensar. Santiago de Chile: Universidad Católica de Chile.

Llanos, D. (2000). Panel retos frente a las infancias y las juventudes en tiempos de pandemia. Línea de Investigación Socialización Política, Subjetividades, Memorias y Construcción de las Paces. Maestría en Educación y Desarrollo Humano. CINDE – Universidad de Manizales.

Mèlich, J. C. (2000). Narración y hospitalidad. La ausencia del testimonio. Barcelona: Anthropos.

Morin, E. (2020). Festival de incertidumbres. En serie Tracts de crise de ediciones Gallimard No 54. (Traducción Libre de Jorge Dávila). Disponible en https://tracts.gallimard.fr/Fr/products/tracts-de-crise-n-54-un-festival-d-incertitudes.


[1] Las y los autores son integrantes de la Línea de Investigación Socialización Política y Construcción de Subjetividades del Doctorado en Ciencias Sociales, Niñez y Juventud, la Maestría en Educación y Desarrollo Humano y la Maestría en Desarrollo Educativo y Social. Además, muchos de ellos integran el Grupo de Trabajo CLACSO en Infancias y juventudes, que en el caso de María Camila Ospina-Alvarado co-coordina.

[2] Recibimos aportes diferenciales de participantes y graduados de nuestra línea en maestría y doctorado como Omar Andrés Camacho Sánchez, Luis Miguel Gallo, Jhoana Alexandra Patiño, Diego Andrés Díaz Jaramillo, Julián Castañeda, Luis Fernando Granados, Indira Granda, Jairo Velázquez y Rafael Gómez. Así mismo, retomamos en el texto reflexiones desarrolladas en los talleres de línea, diseñamos un instrumento para recabar las percepciones del grupo de participantes y generamos una conversación intencionada entre profesoras y profesores alrededor del tema.


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