La universidad debe ser una aliada estratégica del sector público

 La universidad debe ser una aliada estratégica del sector público

Carlos Fidel es economista, docente e investigador de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ), productor y entrevistador del ciclo “Diálogos cercanos” de UNQUI TV, y Coordinador del Grupo de Trabajo CLACSO Pobreza y políticas sociales, recientemente incorporado al Observatorio de la Obra Pública.


¿Cómo han sido estos primeros pasos y con qué expectativas llegan?


Recientemente estuvimos en dos reuniones vinculadas al Banco de Experiencias de Participación y Control Ciudadano, de manera que ya somos miembros plenos y activos del Observatorio, lo cual nos alegra y enorgullece. CLACSO es una red de redes y, en tanto tal, reúne experiencias, conocimientos y trayectorias
muy vastos y diversos, con mucho para aportar.


Las universidades públicas tienen la obligación de hacer un aporte, teórico o técnico a la actividad gubernamental. Es una lógica muy sencilla: lo que sale del presupuesto, debe volver a él de algún modo. La universidad debe ser una aliada estratégica del sector público y esa alianza revaloriza la actividad universitaria de transmisión de conocimiento.


¿Cómo está nuestro país en comparación con la región?


En primer lugar, debemos asumir que América Latina no es un bloque homogéneo. Existen realidades muy dispares, tanto por tamaño del PBI, el nivel de desarrollo y demás factores. Por ejemplo, México, Brasil y Argentina no pueden compararse con otras economías de volumen mucho menor; además de otras diferencias de diseño institucional, por ejemplo.


Aún así, entiendo que las políticas de transparencia aplicadas a la gestión de obra pública es un campo de investigación interesante que, en nuestra región, podría ser explorado con mayor profundidad.

¿Qué aspectos o abordajes destaca?


Debemos analizar separadamente las dos grandes etapas de la obra pública: el diseño y la ejecución. En materia de ejecución, las políticas de transparencia, en sentido amplio, pueden contribuir a la capacitación, organización y empleabilidad de los sectores históricamente más postergados, mejorando la capacidad instalada y reduciendo la informalidad, generando un impacto económico y redistributivo.


Pero, antes de eso, es central incorporar al usuario o ciudadano al proceso desde la primera instancia: desde la elección de la obra, pasando por su diseño -tipo y calidad- hasta llegar finalmente a la construcción. ¿Cuán importantes son estos mecanismos de diálogo institucionalizado?


Permítame ilustrarlo con un contraejemplo. El gobierno anterior invirtió 650 millones de dólares en el “Paseo del Bajo”, de los cuales 400 corresponden a préstamos de instituciones internacionales que deben ser devueltos.


¿Quién tomó esa decisión? ¿En base a qué criterios de prioridad? ¿Dónde está el plan estratégico o plan maestro? ¿Qué otros destinos podría haber tenido ese dinero? ¿Qué impacto hubiera tenido, si se destinaba a urbanización de asentamientos y barrios precarios dentro de la misma ciudad, asumiendo que cuando se diversifican las tareas, el impacto económico aumenta?


Y, aún más dramático, ¿cómo hubieran atravesado la pandemia de Covid-19 los habitantes de esos barrios, si hubieran sido beneficiarios de semejante inversión pública?

Entrevista publicada en: https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/2021/10/8_4_entrevista_a_carlos_fidel_0.pdf