Vínculos: Pandemia, Inflación y Excedente Económico Transferido en la Argentina

 Vínculos: Pandemia, Inflación y Excedente Económico Transferido en la Argentina

Carlos Fidel[1]

La pandemia es una enfermedad que se expande por amplios territorios y atraviesa las fronteras en busca de sus víctimas, sin diferenciar clases sociales, género ni nacionalidad. En el caso del virus Covid-19 se contagia globalmente por contactos directos entre seres humanos, viajando en aviones se traslada entre países, cruza de diferentes maneras las fronteras, circula rápidamente por los espacios inter e intra urbanos al interior de los países, usando los medios de transporte y aprovechando todos los contactos entre las personas.

Las medidas gubernamentales para detener los contagios son vacunar y aplicar medidas públicas de restricciones a la circulación de las personas. Estas medidas públicas afectan de modo diferente a las distintas actividades económicas, a la mayoría de los sectores que venden presencialmente bienes y servicios les contrae las ventas, lo que implica que muchos comercios tuvieran que cerrar su negocio. Otras actividades se expandieron en tiempos de pandemia, especialmente los que se realizan con el uso de soportes de tecnología digital.

En la Argentina el sector primario no fue afectado por la pandemia, algunos productos de la rama agroexportadora fueron beneficiados por la suba de los precios internacionales.

La amplificación y la extensión en el tiempo de la pandemia no redujeron el aumento de los precios, en particular los productos que conforman la “canasta de alimentos”. Esto expresa que los pocos actores económicos que tienen el “poder de fijar precios y ganancias” no se conmueven por la situación social y de salud de sus compradores finales. Para ellos predomina la búsqueda de mantener y aumentar la obtención de ganancias “extraordinarias”, podríamos decir que es la principal motivación que impulsa sus conductas empresariales.

Casi todas las corrientes de pensamiento económico coinciden en definir la inflación como un aumento de los precios relativos de los bienes y servicios. También coinciden en que la inflación es un fenómeno “sintomático”; es decir, toda la población advierte los efectos del fenómeno inflacionario todos los días. No afecta de igual modo a toda la población, a la gran mayoría de los habitantes los golpea cotidianamente la suba de precios, especialmente en el consumo de alimentos y las reducciones al acceso del consumo de otros productos básicos para la reproducción de la vida.

Los distintos enfoques de la teoría económica no coinciden en explicar las causas de la inflación.

Por razones de extensión de la nota dejaremos de lado algunas explicaciones “rústicas” que se expresan en ciertos medios de comunicación.

Los enfoques monetaristas de la inflación ponen el centro en que el excesivo gasto público basado en la emisión de moneda empuja a un exceso de la masa monetaria en circulación, estimula la “Demanda” de la población a gastar, encontrando una “Oferta” que responde subiendo los precios.

¿Para esta corriente de pensamiento económico cómo se arregla el problema de la inflación?

Estos economistas argumentan que hay que atacar el origen de la inflación. Como sus resultados llevan su tiempo, en lo inmediato hay que utilizar instrumentos monetarios para “secar” de papel moneda el mercado, lo que llevará a reducir la demanda solvente, en consecuencia, los precios dejarán de subir y hasta pueden bajar.

Estas recetas monetaristas se aplicaron muchas veces en la Argentina, la mayoría de las veces fueron medidas de ajuste ordenadas por el organismo FMI (Fondo para la Miseria e Inequidad) integrado por 184 países, pero dominado por unos pocos con la hegemonía de EEUU. Una aproximación crítica al funcionamiento del FMI se encuentra en el libro “El Malestar en la Globalización” (ed. Taurus, 2002) escrito por el premio Nobel de economía Joseph E. Stiglitz.

En la Argentina la aplicación de estos instrumentos monetarios para ajustar la economía y combatir la inflación tuvieron un inequívoco resultado: aumento de la pobreza, suba del desempleo y ampliación de la desigualdad. La anterior receta monetarista se utilizó en el periodo que administró la alianza Cambiemos, culminando su gobierno en 2019 con una inflación del 53,8%, la más alta en los últimos 28 años. Esto demuestra la inconsistencia de la teoría monetarista, además en ese periodo se estimuló y permitió la salida de excedentes por canales financieros y por los cauces que se realiza el comercio con el resto del mundo.

Otro enfoque denominado “estructuralista” pone el eje analítico en la estructura productiva y la inserción del país en el mercado mundial. En la esfera productiva, señalan que la existencia de monopolios desregulados, ubicados en algunas de las fases del proceso productivo, les concede el poder de elevar los precios, ampliando la tasa de ganancia de modo circunstancial o permanente, lo que incide en los precios finales que pagan los consumidores.

Dentro de esta corriente, sostenemos que el proceso inflacionario deriva del efecto de múltiples causas, las que pueden cambiar según las coyunturas. Lo que es permanente es la existencia de pocos actores empresariales que buscan ampliar el margen de ganancia, quienes sustentados en sus posiciones monopólicas absorben un sobreexcedente del circuito real, en la búsqueda de llevar al extremo la maximización de sus tasas de ganancias.

En la Argentina muchos empresarios fijan sus precios y ganancias en dólares, aunque la mayor parte de los insumos sean locales, si los precios internacionales varían también los modifican, aunque su producción se destine al mercado local, como es el caso de muchos alimentos. De modo tal que en el reparto del “excedente económico” se quedan con un considerable pedazo del total del excedente originado en un ciclo de producción.

En la mitad del siglo pasado los economistas norteamericanos Paul Baran y Paul Sweezy, además de compartir el mismo nombre, se dedicaron conjuntamente a estudiar el crecimiento y desarrollo capitalista. En sus trabajos definieron al “excedente real” como la diferencia entre lo que realmente se produce y consume la sociedad en un periodo determinado. En tanto, precisaron al “excedente potencial” como lo que no se produce porque se destinan esfuerzos o recursos a la producción de bienes superfluos. Las formas de organización de la producción existente impiden obtener excedente real, lo que se podría lograr con una forma de producción y distribución más fructífera, con menos despilfarro gestionado con énfasis en la justicia social.

Para los fines de esta nota proponemos la utilización del concepto de “excedente transferido”, que alude a los bienes, servicios y capital ficticio que se “escurren” al exterior de un espacio nacional utilizando diversas herramientas evasivas y elusivas de los impuestos y/o directamente recorriendo los caminos del contrabando (Argentina ostenta una antigua trayectoria en este campo).

Uno de los efectos de la pandemia fue la tendencia a la suba de los precios globales de algunos bienes y servicios, muchos de los cuales se producen en la Argentina. Los productores que generan sus bienes en el espacio nacional intentan fijar sus precios destinados al consumo interno al mismo nivel que en el mercado mundial, lo que lleva al aumento de la inflación interna. En muchos casos exportan por vías informales, tal es el caso de la mal llamada hidrovía, cuya concesión ha sido tema de debate en los últimos tiempos. Esta sería una verdadera expresión de lo que aquí denominamos “excedente económico transferido”, ( Alcira Argumedo: “La Hidrovía Paraná-Paraguay es una vena que sangra”, https://cdmnoticias.com.ar/2021/04/26/alcira-argumedo-la-hidrovia-parana-paraguay-es-una-vena-que-sangra/).

Proponemos que antes de discutir la equidad de la matriz impositiva actual hay una asigantura pendiente que es efectivizar los impuestos y reglas existentes. En ese sentido hay que cesar con la compleja trama de canales de salida del “excedente transferido”. Es un desafío obligatorio y urgente del Estado Nacional. Sus efectos incidirían rápidamente en el nivel de precios internos, a la par que incrementaría los recursos fiscales para combatir la pandemia, también se podrían instrumentar medidas públicas para transformar el “excedente” potencial en real, en el marco de una sociedad más igualitaria y por lo tanto más democrática.


[1] Docente investigador consulto de la Universidad Nacional de Quilmes. Productor y entrevistador del Ciclo: “Diálogos Cercanos”, UNQ-TV y CLACSO-TV. Director de la “Revista de Ciencias Sociales, segunda época”, UNQ. Director de la Revista virtual; “Mundo Urbano”, UNQ. Director del Programa de Investigación: “Dimensiones y alcances del Desarrollo Territorial#. UNQ. Co-coordinador del Grupo de Trabajo CLACSO Pobreza y Políticas Sociales.


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