“Más de tres cuartas partes de personas vacunadas hasta hoy viven en países ricos”

 “Más de tres cuartas partes de personas vacunadas hasta hoy viven en países ricos”

(Transcripción de la Columna de Karina Batthyány
en InfoCLACSO – 10 de febrero 2021)

El año pasado hicimos un recorrido por las principales dimensiones de las desigualdades. Y para comenzar este año donde encontramos en la vacunación una de las posibles salidas a esta situación de pandemia, creo que no podía comenzar de otra manera demostrando también la desigualdad en el acceso a las diferentes vacunas que hay para el COVID-19.

Una vez más, como lo dijimos en el 2020 en nuestros programas, esta pandemia ha puesto en evidencia la creciente desigualdad entre muchas dimensiones y, por supuesto, entre los países con más recursos y los países más pobres. En este sentido, también se ha vuelto muy evidente el tema del mercado global de los medicamentos y de las vacunas en particular, que está además -recordemos- concentrado en un grupo muy pequeño de empresas que en muchos casos se valen además de descubrimientos que fueron financiados con fondos públicos de investigación, para convertirlos en productos que después llegan a los mercados de manera desigual. Y es lo que estamos viendo hoy con esta situación de la vacunación.



Recordemos algunos datos vinculados a este tema de los medicamentos: primero, como ya dije, es un sector muy concentrado. Los 20 principales laboratorios representan el 60% del total de las ventas de la industria farmacéutica y la mayoría de ellos están en Estados Unidos o en Europa (en el norte).

En los últimos años la industria, además, ha invertido muchísimo pero en marketing y en publicidad y se han reducido en general los fondos asociados a Ciencia y Tecnología. Se han favorecido los monopolios, las fusiones entre estos distintos laboratorios y el desarrollo de los medicamentos que obviamente son rentables y de venta masiva.

En los países con más recursos, en los países centrales, hoy una de cada tres personas no accede a los medicamentos por razones exclusivamente económicas. Y en los países de menos recursos (los periféricos) este porcentaje llega a hacer dos de cada tres. Es decir, dos de cada tres personas no puede acceder a los medicamentos por razones económicas.

En lo que respecta específicamente las vacunas, lo estamos viendo todos los días en las noticias: los acuerdos para el abastecimiento de estas vacunas cambian según el país que analicemos, en algunos las negociaciones las encabezan las autoridades nacionales; en otros lo llevan organismos o instituciones/laboratorios privados, y esto genera la negociación todavía más compleja y más desigual.

Sabemos que los estados con más recursos, más ricos, más fuertes, tienen mayores herramientas para negociar bilateralmente con las corporaciones o con los laboratorios que están desarrollando la vacuna. Mientras que los estados de menos recursos o incluso de ingresos medios, como se los clasifica en algunos casos, quedan completamente desprotegidos. ¿Hoy qué es lo que nos encontramos? Que la producción, la distribución y el acceso a las vacunas son, como ya se ha mostrado, profundamente desiguales y por eso traemos este tema.

Más de tres cuartas partes de las personas vacunadas al día de hoy viven en los diez países ricos que suponen, además, el 60% del producto bruto mundial en su conjunto. Y por otro lado, 130 países donde viven más de 2.500 millones de personas, todavía no empezaron a vacunar. Los países de ingresos más altos (más o menos son el 16% de la población mundial) ya concentran el 60% de las dosis de vacunas que se han vendido. Y, por otro lado, el 90% de los habitantes (de los casi 70 países de bajos ingresos) tienen poca chance de acceder a la vacuna en lo que queda del 2021.

¿Qué datos tenemos hoy de las vacunas por cada 100 personas? Hay una fuente de datos que se va actualizando todos los días: Israel ya ha vacunado a 67 de cada 100 personas, los Emiratos Árabes a 45, Estados Unidos a 13. Y si venimos a América Latina tenemos a Chile con 5, Brasil con 2, Costa Rica 1 y medio, Argentina 1, México media persona por cada 100 (0,6). Y el resto de los países aun no han comenzado o el número que alcanza es todavía insignificante en términos de su impacto.

¿Qué es lo que está detrás de todo esto, en definitiva? Que aquellos acuerdos del año 94’ que permitieron en la Organización Mundial del Comercio (OMC) la fabricación, el control, la regulación de los nuevos medicamentos y que éstos quedaran enmarcados, en definitiva, no como un bien público, como un bien social como hemos hablado en otras columnas, sino justamente como mercancía, como productos sujetos a patentes y a otros tipos de acuerdos. Y allí es donde tenemos que colocar, entonces, el centro de la discusión. Si lo que decimos es que efectivamente tenemos que colocar la salud en el centro, la vida en el centro, muy bien, entonces tenemos que debatir este punto y preguntarnos si la salud puede hoy ser regida por disposiciones del mercado, disposiciones mercantiles.

O más aun, un bien tan importante como son las vacunas y la vacuna en particular para esta pandemia, si puede ser tratada como es tratada hoy como una mercancía y no como un bien público global. Allí es fundamental la discusión en términos de la articulación a nivel regional, pero también a nivel internacional con algunos de los mecanismos que ya existen como el COVAX, pero que está demostrando por lo menos hasta ahora ciertas debilidades y retrasos para responder a algo que es urgente: que es la salud de todos y de todas por igual en el norte y en el sur con las desigualdades que ya estamos acostumbrados.

Karina, pensaba mientras te escuchaba… Primero la cantidad de países ricos que ya tienen asegurada la compra de muchas más vacunas que la cantidad de ciudadanos y ciudadanas que tienen.

En algunos casos hasta tres veces más que la población que tienen.

Lo cual se plantea ahí ya un panorama de desigualdad seguramente atemorizados en cierta medida por los niveles de inmunización a largo plazo sin ningún tipo de sentido común frente a la necesidad mundial. Lo otro que pensaba es cómo muchos países invirtieron en farmacéuticas privadas para poder sostener económicamente vacunas que esas mismas farmacéuticas le venden a los Estados. Tenemos un ejemplo en Latinoamérica de lo que podría llega a hacer la única vacuna que se produzca en Latinoamérica generada por laboratorios estatales que sería la Soberana-2 en Cuba que en marzo podría llega a entrar en Fase-3. También ahí hay un intento de sostener un Estado al mínimo y que si tiene que sostener algo sostiene al privado, no a laboratorios estatales que consiguen esto, inclusive cuestiones de Seguridad Nacional por ponerlo algún sentido.

-Absolutamente. Creo que la clave allí está en esta idea de que se logró desplazar éste y otros elementos asociados a la salud como bien público, en este caso las vacunas, pero los medicamentos en general, a tratarlos como simples mercancías. Y sabemos que cuando se los consideran simples mercancías operan las leyes del mercado y las desigualdades a las que ya estamos acostumbrados y acostumbradas en estas lógicas mercantiles. Y eso es lo que se está viendo con el drama, con la urgencia que está pasando a nivel mundial. Ese acaparamiento en el caso de algunos países, que tú ponía el ejemplo, en definitiva también repercute en la salud mundial. Porque de qué sirve tener -por ir al extremo- tener vacunado a todo el Norte si no acceso a la vacuna en el Sur cuando sabemos que la movilidad humana, que la movilidad en general, la globalización, hacen permanentes los intercambios. Y si no hay una inmunización a nivel global, de poco van a servir todos estos mecanismos. Entonces es un tema que nos preocupa, es un tema que una vez más se convierte en una desigualdad y en una injusticia para nuestra región, para América Latina y el Caribe, y por eso queríamos colocarlo hoy en InfoCLACSO.


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