Reseña del libro: Palabras Clave de China. Intercambio de civilizaciones y Rasgos Culturales Tradicionales

 Reseña del libro: Palabras Clave de China. Intercambio de civilizaciones y Rasgos Culturales Tradicionales

Por el Dr. Gabriel Merino
Co-coordinador del GT China y el mapa del poder mundial

Este libro publicado por Blossom Press constituye una extraordinaria, a la vez que sencilla y breve, puerta de entrada a la civilización China, su relación histórica con otras grandes culturas y su proyección política mundial actual sobre la base de sus tradiciones fundamentales y su experiencia socialista.

Propone un original recorrido a través de más de setenta términos clave de China, en los que se incluyen principios éticos, conceptos fundamentales de su filosofía política y su cultura, ciudades que protagonizaron la historia mundial e intercambios culturales que forjaron esta milenaria civilización y con los que China ha influido en el desarrollo de Occidente y de la humanidad, como sus cuatro grandes inventos: papel, imprenta, brújula y pólvora. También presenta iniciativas multilaterales actuales, grandes eventos y foros, y propuestas para construir una “Comunidad de Destino Compartido para la Humanidad”.

Cada término –de los setenta y seis— conforma un breve capítulo, escrito en español y en chino. Estos se organizan en tres grandes conjuntos o partes. La primera parte agrupa aquellos términos clave que sirven para introducir y descifrar los valores espirituales de la civilización china, donde encontramos fundamentos de su filosofía política y de su ética, basadas en la tradición confuciana. Por ejemplo, su propio concepto de soberanía popular, que parte del principio milenario de que “el pueblo es el cimiento del país, y este tendrá tranquilidad si el cimiento está sólido.”

“La benevolencia y la buena vecindad es un tesoro del Estado” es otro de sus principios históricos, sobre el cual se asienta la idea del diálogo pacífico entre las civilizaciones, un mensaje central de todo el texto, que aparece bajo diferentes formas. Claramente hay un insistente mensaje en torno a la paz, la convivencia, la concordia entre naciones y el desarrollo compartido, que tiene como referencia implícita la
desafiante situación mundial actual y busca contrastar con las narrativas de nueva de guerra fría o las pretensiones hegemonistas.

También hay referencias a valores de la cultura china como el de “diligencia y coadyuvancia”, que aparecen como pares conceptuales. La dedicación de la persona en “cuerpo y alma”, la consagración al trabajo para mejorar incesantemente la aptitud profesional –“la autosuperación constante”—, debe ir unida a la integración de la persona en la vida colectiva y en la colaboración con objetivos comunes de su comunidad. Este tipo de principios y su breve desarrollo nos introducen a entender una cosmovisión distinta a la del liberalismo Occidental, donde una de sus ideas fundantes es que la persecución del interés individual contribuye necesariamente al bienestar general.

Otro término es el de la “frugalidad y el autocontrol”, centrales para entender subjetividad china. Como también el principio de perseguir como meta central la armonía, pero no la monotonía, es decir, la unidad en la diversidad y la discrepancia, lo que nos remite al principio de la dialéctica de la unidad entre contrarios. Además, no podía faltar las referencias a las ocho virtudes fundamentales: piedad filial, respeto a los hermanos, fidelidad a la autoridad, credibilidad con los amigos, los ritos, la justicia, el honor y la integridad. Estos cuatro últimos son considerados las cuatro columnas morales que sostienen al país.

La segunda parte agrupa los términos clave con los que narrar la larga historia de intercambios entre las civilizaciones. Aquí aparece una idea central: la civilización china se conformó como sistema abierto. En este sentido, el primer término que inicia esta parte es el de la Ruta de la Seda, señalando que históricamente fue un punto de convergencia incesante entre las civilizaciones “orientales” y “occidentales”; un puente para el mutuo aprendizaje que comprendió saberes, tecnologías, alimentos y
elementos culturales.

Un punto interesante del texto es su tratamiento sobre la introducción del budismo en China y la compenetración entre el islam y el confucianismo, o también la expansión del cristianismo y las ideas occidentales a partir del siglo XVI, procesos que dan cuenta del desarrollo dialéctico de la cultura en su interrelación con otras. También se destaca la influencia de China en otras civilizaciones, como la Occidental, fundamental para tener una visión más integral de la historia universal. En el mismo sentido se refiere marxismo y el socialismo en China, y cómo éstos fueron interpretados y desarrollados allí a partir de las propias tradiciones filosóficas y políticas.

Otro punto a destacar es el recorrido geográfico que se hace a través de las principales ciudades que actuaban de puertas de entrada y salida o nodos logísticos fundamentales en la historia de China. Allí se destacan Chang’an (actualmente Xi’an y una de las antiguas grandes capitales del mundo), Shangdu (donde se presentó Marco Polo ante Kublai Khan) y Quanzhou (punto de partida de la Ruta Marítima de la Seda), entre otras.

La tercera parte es sobre aprendizaje mutuo entre la de la China contemporánea y las de otros países del mundo. Allí aparece con insistencia el mensaje central que busca proponer el libro en relación a la desafiante situación mundial actual. Si la historia muestra que la civilización está fundada sobre el aprendizaje recíproco, el diálogo y la inclusión, ahora resulta clave encontrar y fomentar el desarrollo de valores comunes a toda la humanidad.

El primer término en esta última parte es sobre “La creación de nuevas formas de civilización humana”, al que le sigue “La persistencia de tener en cuenta al resto del mundo” y “El respeto a la diversidad de las civilizaciones del mundo”. Los títulos hablan por sí mismos y claramente están expresando una proyección de China para con el resto de las grandes civilizaciones, oponiéndose a la “hegemonía cultural”.

Es inevitable la asociación de estas ideas con el concepto de multipolaridad, en relación a una profunda transformación del sistema mundial. En este sentido, los últimos términos o palabras clave son las iniciativas concretas con las que China, junto a otros países, está desarrollando en la práctica la “Comunidad de Destino Compartido para la Humanidad” o construyendo otro orden: La Iniciativa para la Civilización Global, la Iniciativa Franja y la Ruta, la Organización para la Cooperación de Shanghái y los
BRICS, entre otras.

El libro sin dudas es un gran aporte para comprender a China y algunas de sus propuestas, perspectivas e iniciativas fundamentales, en articulación a su cultura milenaria, a sus tradiciones y su particular proceso de modernización y desarrollo.


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