«En Ecuador se juega la consolidación de un polo progresista o una alianza conservadora en la región»

Transcripción de la columna de Karina Batthyány
en InfoCLACSO – 2 de abril de 2025

Hoy hablaremos de un tema central que es la proximidad de las elecciones presidenciales de Ecuador. La pulseada entre democracia y autoritarismo en Nuestramérica conocerá un nuevo capítulo el domingo 13 de abril, cuando en la segunda vuelta para las presidenciales se enfrenten el actual mandatario Daniel Noboa, heredero de un rico grupo empresario bananero y representante de la derecha ecuatoriana, y Luisa González, candidata de la Revolución Ciudadana, una alianza progresista antineoliberal.

El frente democrático encabezado por Luisa González se amplió con la reciente firma de un acuerdo en favor de un país libre de violencia, por la paz y la vida con el Movimiento indígena de Unidad Plurinacional Pachakutik, tercero en la primera vuelta del 9 de febrero con 5,25% de los votos, abanderado de la lucha contra el avance de la actividad petrolera en la Amazonía. Además, hay otras organizaciones regionales y locales que adelantaron que se inclinarán a favor de Noboa.

Recordemos que la primera vuelta terminó en un virtual empate técnico, lejos del triunfalismo de la derecha que auguraba su triunfo en primera vuelta. Noboa obtuvo 44,17% de los votos frente al 44% de González. La diferencia entre ambos fue de menos de 17 mil votos.

Luisa González y Daniel Noboa ya se enfrentaron en un balotaje en las anteriores elecciones presidenciales de octubre de 2023. En aquel momento, Noboa se presentó como “lo nuevo”, y ganó por 3,6 puntos de diferencia. Asumió el 22 de noviembre del 2023 y desde entonces viene cosechando indicadores económicos y sociales muy malos para el pueblo en general, ni qué hablar de la inseguridad, el avance del narcotráfico, los conflictos en las cárceles y los graves problemas en el suministro eléctrico con apagones recurrentes.

Daniel Noboa es hijo del llamado “rey del banano” Álvaro Noboa, frustrado candidato a la presidencia del Ecuador en más de una oportunidad, en el país que es el principal exportador mundial de este fruto. Según los Pandora Papers, el actual mandatario posee un buen número de empresas en guaridas fiscales, pero la justicia local no parece interesada en incomodarlo. Fue elegido para completar el mandato del banquero Guillermo Lasso, obligado por la crisis a llamar a elecciones anticipadas en octubre de 2023.

En casi un año y medio al frente del ejecutivo ecuatoriano, Noboa ya mostró la hilacha. A poco de asumir, declaró por decreto el “Estado de conflicto armado interno”, lo cual permitió a las Fuerzas Armadas operar contra las bandas ligadas al narcotráfico al considerarlas como blancos terroristas, política apoyada de lleno por Estados Unidos, con quien Noboa firmó varios acuerdos que, entre otras cosas, dotan de inmunidad a los militares norteamericanos. Además, desde la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca hace pocos meses, se ofrece como cabecera de playa para militarizar la región y para volver a instalar bases militares norteamericanas en el país, incluso en las islas Galápagos.

La seguridad es una de las principales preocupaciones de la población ecuatoriana, como quedó evidenciado en abril del año pasado en una consulta popular que lanzó el presidente y que fue validada con un “Sí” mayoritario sobre temas como la permanencia de las Fuerzas Armadas en el patrullaje interno del país, aunque ganó el “No” en preguntas relacionadas al plan económico neoliberal. El combate al crimen organizado es la justificación de Noboa para su política autoritaria que, no por casualidad, ataca también toda manifestación opositora, restringiendo las libertades públicas.

En este contexto de disputa electoral, no podemos no mencionar el escándalo de la invasión a la embajada de México en Quito en abril de 2024 para capturar ilegalmente al exvicepresidente ecuatoriano Jorge Glas asilado allí, lo que provocó la ruptura de las relaciones entre los dos países y un amplio repudio internacional. Y menos aún, dejar de recordar la desaparición y posterior asesinato de cuatro chicos de entre 11 y 15 años a fines de 2024 en Guayaquil, con responsabilidad de las fuerzas militares, hecho repudiable denunciado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos que fue tapado por Noboa.

Ante un escenario de gran polarización, el 13 de abril se juega en Ecuador mucho más que el destino del país. Se juega también la consolidación de un polo progresista o de una alianza conservadora y autoritaria en la región. Ante el temor de perder las elecciones, la oligarquía en el poder apunta todo su arsenal mediático, de falsas noticias y de amenazas muy poco veladas para tratar de sembrar pánico en una población harta de tanta inseguridad pero también agobiada por una crisis económica que la golpea en sus bolsillos y en su nivel de vida. Y, una vez más, sobrevuela uno de nuestros países el fantasma del fraude electoral que pudiera impedir llegar al gobierno a una propuesta democrática y progresista.

La respuesta estará en el control ciudadano de los más de 13,7 millones de ecuatorianos y ecuatorianas llamados a sufragar en 11 días, en un país donde el voto es obligatorio.

En síntesis, estamos nuevamente en una pulseada electoral entre democracia y autoritarismo en Nuestramérica.

– Entendiendo que la dimensión de cualquier elección en Nuestramérica tiene repercusión en otros países, es central pensar cada una de estas elecciones como una matriz de consecuencias en toda la región sea cual fuera el resultado, ¿no?

– Absolutamente. Lo dijimos a fines del año pasado en el InfoCLACSO sobre el ciclo que se abría en Nuestramérica con el resultado electoral en el Uruguay. Los resultados en cada uno de esos países con sus procesos electorales y estando en una encrucijada entre gobiernos progresistas y gobiernos de conservadurismo extremo, pueden marcar la ruta de toda nuestra región. Hemos tenido ya algunos resultados en este 2025 y el ciclo electoral continúa.

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