“Construir un músculo político abajo que dispute al monstruo que está arriba”

En una primera vuelta muy pareja el domingo 9 de febrero, el actual presidente, el liberal Daniel Noboa del Movimiento Acción Democrática Nacional, y Luisa González del Movimiento Revolución Ciudadana, disputarán el 13 de abril la segunda vuelta para definir quién gobernará Ecuador por 4 años.
El análisis, previo a la primera vuelta, de Stalin Herrera, integrante del Comité Directivo de CLACSO por Ecuador.
En el Ecuador estamos a las puertas de las elecciones y a pesar de tener 16 candidatos, el proceso electoral se va a definir entre dos candidaturas fundamentalmente, que es la de Luisa González, representante de la Revolución Ciudadana, y de Daniel Noboa, representante de las élites, un hijo heredero de un grupo económico que creció con las exportaciones de banano y hoy, desde su discurso, también intenta ser representante de la extrema derecha en el Ecuador.
Ahora, visto así, el panorama es complejo, digamos, es un panorama polarizado en donde hay pocas opciones para una vía distinta. ¿Qué nos estamos jugando en ese escenario? Yo, para discutir esa pregunta, lo que intentaré es situarme en un actor, es decir, qué significa eso para los sectores populares, para los sectores populares organizados, las izquierdas y los movimientos sociales.
Entonces, para arrancar, diríamos que creo que es un consenso en la izquierda, en sus intelectuales, en sus representantes, que el momento ha cambiado. Digamos el ascenso de las derechas en la región, el ascenso de Trump en la potencia global más importante marca un escenario bastante oscuro, no solo por Trump y toda la política que viene desarrollando hasta ahora, sino que esa conquista política termina siendo un respaldo simbólico para sus formas menores, como Milei o como Noboa en el Ecuador.
Y eso es peligroso, sobre todo porque nuestras élites económicas, nuestras élites políticas, son élites cipayas, son élites que de una u otra forma prefieren subordinarse y hacer los trabajos que tengan que hacer para incorporarse en la dinámica global, ser parte del poder global a costa de los pueblos y las condiciones materiales de existencia de la sociedad. Eso es un problema.
Además, sabemos que más allá de Trump o más allá de Noboa, nos enfrentamos a un poder complejo, un poder que es cada vez más difícil de disputar. Desde Cambridge Analytics sabemos que las redes, Facebook, Twitter o Meta, Instagram, TikTok, son redes que tienen una enorme capacidad de influencia sobre la subjetividad de la gente. A eso se suma el rol que cumplen los medios de comunicación como altavoces, como megáfonos de los imaginarios del poder.
Y luego algo que está menos estudiado, que es como más allá de las élites o como parte de las élites económicas, estos representan a grupos económicos altamente diversificados que sus negocios terminan funcionando como dispositivos de poder que controlan la vida de las personas o condicionan al menos las vidas de las personas y su subjetividad. El mejor ejemplo creo que tiene que ver con esta idea del emprenderismo, es decir, como nos han hecho soñar que podemos ser emprendedores a pesar de las condiciones de escasez en las que vivimos, a pesar de las enormes distancias y abismos que existen entre nosotros y Noboa, o nosotros y las élites.
Y digo esto porque el escenario nos muestra que a pesar de que Noboa y las élites económicas del país no tienen ningún proyecto y ninguna intención de construir un modelo de inclusión para los sectores populares, que es al contrario de todo lo que podíamos imaginar en las elecciones pasadas, ha precarizado aún más las condiciones de vida de la población, ha profundizado aún más la creciente expansión de la violencia y es resultado de estas economías ilegales que vienen ocupando distintas esferas de la vida en el Ecuador.
A pesar de que sus acciones en términos de política internacional, la relación con México, muestran que no tienen ningún interés de sostener la vida democrática como la pensábamos, a pesar de todo eso, a pesar de que el gobierno no tiene ni un solo indicador en el cual pueda mostrar que ha sido exitoso o que tiene algo en lo cual podríamos confiar, a pesar de que todo eso lo que nos muestra es que desde la campaña hasta ahora mintió descaradamente a la población, a pesar de todo eso, hay un porcentaje importante de la población que están dispuestos a votar por Noboa. Y eso es lo dramático del momento. Porque a pesar de todo eso, hasta el viernes 31 de enero, mostraban al menos las encuestadoras más serias que tenía suficientes votos para ir a segunda vuelta y disputar una segunda vuelta frente a Luisa González Y la revolución ciudadana.
¿Qué significa esto? Es decir, que la subjetividad de la gente y la capacidad de control de las élites de seducir a las poblaciones para obtener su voto no es menor, es importante. Este gobierno, como el anterior o el de Moreno, no se pueden entender sin el rol que juegan los medios de comunicación, las élites, sus dispositivos y las redes de comunicación.
Ese es un problema. Arriba tenemos un monstruo que sostiene sus pequeños esperpentos y estas élites cipayas que finalmente lo que hacen es gestionar el Estado en función de mejorar su tasa de ganancia y mejorar su posición en las lógicas de acumulación transnacional. Frente a eso nos enfrentamos.
La racionalidad opuesta y el escenario entre lo que nos ofrece la extrema derecha, estas élites, y la Revolución Ciudadana, deberían promover en los sectores populares, en los sectores organizados, en las izquierdas y en los movimientos sociales, una rápida respuesta para articularnos y votar por Luisa González. Sin embargo, ese es un escenario muy difícil, digámoslo así. Hay gente que lo mira y no puede explicar porque la izquierda, porque el movimiento indígena, porque las del movimiento de mujeres, porque los movimientos ecologistas no se movilizan frente a Noboa y respaldan la candidatura de Luisa González. Drama.

Entonces llegamos a las elecciones el próximo domingo y lo que se espera es que Luisa González alcance un 40 y pico por ciento y Noboa un 30 y tanto, sin pocas opciones, digamos, para otros candidatos. Yo ahí honestamente espero que Leonidas Iza, el representante de la CONAIE que recoge en cierta forma un voto hacia la izquierda, logre un 8%, un 10%, una cosa por el estilo. No se va a parecer al 30 y pico por ciento que logró el Yaku en algún momento, pero luego a explicar por qué eso sería importante.
Entonces llegamos a las elecciones, tenemos muchos candidatos, es probable que vayamos a segunda vuelta, y en segunda vuelta hay un terrible temor, un temor de que la Revolución Ciudadana no logre los suficientes votos para ganarle a Noboa, sobre todo porque el conjunto de fuerzas que están expresadas en esos 16 candidatos, incluyendo algunos sectores de izquierda, son sectores anti correístas. Y aquí quisiera detenerme un segundo para explicar por qué es importante entender eso. O sea, por qué es importante remarcar que hay un anti correísmo de izquierda que marca en cierta forma el escenario y es parte del drama electoral que estamos viviendo ahora.
El tema es que Luisa González, en las últimas elecciones, o al menos las últimas dos elecciones donde estuvo Aráuz y Luisa, aunque logra mostrar una enorme voluntad de voto en los sectores de este correísmo duro, en los sectores populares o las clases medias, de donde vengan esos votos, no logra pasar el techo electoral y ha perdido frente a sus opositores en segunda vuelta. Y en segunda vuelta, las organizaciones de izquierda, los movimientos sociales, los ecologistas y las organizaciones feministas han evitado o de hecho han preferido votar por otros candidatos, no necesariamente de derecha, que votar por Luisa González. Y esto es complejo de entender, sobre todo si no se entiende que el progresismo en Ecuador es un progresismo yo digo conservador, es un progresismo que le cuesta dialogar, digamos, con la despenalización del aborto, por ejemplo, que es una de las consignas del movimiento feminista en Ecuador, de abanderar la lucha contra la minería o contra la explotación del Yasuní y el petróleo en la Amazonía, que le cuesta reconocer el rol que tienen los sindicatos y los trabajadores y las organizaciones y movimientos sociales en la construcción de la sociedad.
Entonces eso hace que la candidata, que además personalmente se ha definido en algún momento como renuente al aborto y ha mantenido las posiciones pro explotación petrolera, pro minería en el Ecuador, genere mucha desconfianza. Genere mucha desconfianza, sobre todo porque olvida –o la gente olvida– que el movimiento ecologista, el movimiento indígena, el movimiento de mujeres, el movimiento de trabajadores, tal vez con menos fuerza, son actores muy potentes. Basta decir que el tema minero y el tema petrolero o el Yasuní ganaron consultas populares sobre las cuales la Revolución Ciudadana, como supuestos demócratas, deberían posicionarse abierta y explícitamente para generar confianza en estos otros electorados. Entonces, eso crea desconfianza, crea cierta distancia y limita que otros actores, sobre todo los movimientos sociales, movimientos ecologistas, feministas, movimiento indígena, pueda acercarse a la Revolución Ciudadana y hacer público un voto pro Luisa González.
Tal vez no logremos representar la importancia que tiene esto es que en las elecciones pasadas, como podría pasar si vamos a una segunda vuelta, es que a Luisa González le faltaría o a la Revolución Ciudadana le faltarían 5, 6, 7, 8 puntos para lograr la diferencia necesaria y ganar las elecciones, cuatro, cinco o seis puntos que podrían aportar estos sectores que están representados en el Leonidas Iza. Entonces, uno pensar en una segunda vuelta es estratégico para el momento.
Sin embargo, yo no veo en el escenario que actores que vengan desde esta izquierda y de estos movimientos sociales estén dispuestos a jugarse la camiseta por Luisa González, que es una imagen abismalmente distinta de lo que ocurrió cuando Rafael Correa ganó en segunda vuelta frente al padre de Álvaro Noboa. En aquel momento, los movimientos estudiantiles, el movimiento indígena, los movimientos barriales, los distintos actores de los movimientos sociales se movilizaron para lograr esa acción, aunque no estuvieran necesariamente convencidos por el candidato.
En resumidas cuentas, es un momento complejo. Yo espero que la Revolución Ciudadana haga una buena campaña. Esperaría que logre una acción, una declaración conjunta, una propuesta que logre convocar estos otros sectores. Por ejemplo, rescatar el acuerdo de las izquierdas que se hizo hace un par de meses. Respetar de manera explícita, de manera concisa, las consultas populares que hicieron el Ecuador, comprometerse a un fortalecimiento de las organizaciones de la sociedad civil, que es indispensable construir un músculo político, una organización abajo que pueda disputar el monstruo que está arriba. Y para eso hay que reformar el Código Penal, integrar y bajarse los artículos que criminalizan la protesta.
Tal vez con eso podríamos dar pasos a una alianza que busque en algún momento un Frente Amplio, una articulación más grande, un cogobierno, que sería ideal para el futuro. Veamos que pasa en las próximas elecciones y esperemos que mejore el panorama.
Stalin Herrera
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