«Panamá sigue siendo un país marcado por la desigualdad»

 «Panamá sigue siendo un país marcado por la desigualdad»

Transcripción de la columna de Karina Batthyány
en InfoCLACSO – 15 de mayo de 2024

Hoy, analizaremos el rostro de las desigualdades en Panamá, ya que es una nación que sirve como puente entre continentes y como epicentro comercial con el icónico canal de Panamá. El país centroamericano se encuentra en un momento crítico de su historia, desde el punto de vista tanto político como social, por el triunfo electoral reciente de José Raúl Mulino y que implica un giro hacia la derecha allí.

¿Qué ocurre en Panamá con las desigualdades? A pesar del crecimiento económico que ha experimentado en las últimas décadas, sigue siendo un país marcado por la desigualdad, las disparidades de distinto tipo entre su población. La riqueza que generan, por ejemplo, el canal de Panamá y el sector financiero como una de las actividades primordiales en ese país, no se distribuye de manera equitativa entre sus ciudadanos y ciudadanas. Si tomamos el dato del Banco Mundial, la desigualdad de ingresos en Panamá se refleja en un coeficiente de Gini que es realmente alto, indicando una gran desigualdad entre los más ricos y los más pobres y un problema de redistribución de cómo son apropiados los recursos en este país.

Las zonas rurales y las comunidades indígenas son las más afectadas por la mala distribución de los recursos, los ingresos y los bienes en Panamá. También son afectadas por las situaciones de pobreza y carecen de un adecuado acceso a los servicios básicos del bienestar, como pueden ser la educación y la salud, entre otros.

En la Capital, Ciudad de Panamá, se pueden ver la opulencia, los grandes edificios, la modernidad, algo que contrasta fuertemente con la realidad de otros territorios, de barrios más marginalizados, donde las oportunidades son escasas y la movilidad social es muy limitada. Mientras que una minoría disfruta de altos ingresos y un nivel de vida elevado, una gran parte de la población tiene grandes dificultades económicas.

Según el coeficiente de Gini, Panamá es de los países con mayor desigualdad en nuestra región latinoamericana y caribeña. Esto implica diferencias significativas en el acceso a las condiciones básicas del bienestar individual, pero que en definitiva es el bienestar social. También observamos desigualdades geográficas; la geografía tiene un papel importante en la distribución de los territorios, la distribución de la riqueza y en el acceso a esos servicios básicos del bienestar.

En Panamá y en otras zonas urbanas tenemos las mayores inversiones, el mayor desarrollo económico y la mayor prestación o provisión de servicios. En contraste, las áreas rurales y las comunidades indígenas sufren de una falta crónica de infraestructura básica como el acceso al agua potable, carreteras, vías para la comunicación  y electricidad, lo que no hace más que perpetuar el círculo de la pobreza y la imposibilidad de movilidad social. Además, en muchas de las comunidades indígenas se observan niveles muy alarmantes de pobreza en niños y niñas y de factores asociados a la desnutrición infantil y a problemas de desarrollo en la infancia.

En términos de educación, el acceso y la calidad educativa también varían significativamente según la región y los territorios del país, en función del nivel socioeconómico. En términos muy generales, las escuelas en áreas urbanas tienen una mejor infraestructura, están mejor equipadas, con docentes más capacitados en comparación con las zonas rurales e indígenas. Y esta desigualdad educativa perpetúa el ciclo de la pobreza, quitándoles derechos y posibilidades de acceso a los niños y las niñas que están en las regiones menos favorecidas en el acceso a los distintos niveles (primario y secundario) y a la educación superior. Sabemos también la asociación que hay entre educación y posibilidades de desarrollo a nivel personal, en términos de inserción en el mercado de trabajo y de obtener empleos dignos, de calidad y bien remunerados.

En Panamá no están ausentes las desigualdades de género, todo lo contrario: las mujeres en Panamá enfrentan importantes desigualdades en las distintas dimensiones. Al igual que en otros países de América Latina, ha habido algunos progresos, pero todavía encontramos una brecha salarial importante que ronda el 30%. Además, las mujeres están sub-representadas en las distintas posiciones de liderazgo, tanto en el sector público como en el privado y el problema de la violencia basada en género es sin duda también un tema.

Además, si miramos al interior del Colectivo de las Mujeres, las mujeres rurales e indígenas todavía enfrentan barreras adicionales, debido a la falta de acceso a recursos, servicios y elementos esenciales.

En términos de la salud, encontramos desigualdades en el acceso a los servicios del sector, con una fuerte brecha entre las zonas urbanas y las zonas rurales. En las zonas urbanas, particularmente en la capital, se encuentran más disponibles los servicios médicos de calidad, mientras que en las áreas rurales el acceso a la atención médica es muy limitado. Esto tiene consecuencias directas en los indicadores de salud en Panamá, por ejemplo, en la esperanza de vida y la tasa de mortalidad infantil.

También encontramos desigualdades en el ámbito laboral: los trabajadores informales, que representan una parte muy importante de la fuerza de trabajo, no tienen acceso a beneficios laborales básicos, protección social en términos generales, es decir, seguro de salud, jubilaciones, pensiones y protección contra situaciones de despidos. Además, la informalidad laboral es un problema en el país, mucho más marcado en las áreas rurales y entre los grupos de menor nivel socioeconómico, lo que no hace más que exacerbar su situación de precariedad desde el punto de vista económico y social.

No puedo dejar de mencionar el tema de las migraciones en Panamá: la expulsión de los migrantes llamados ilegales del territorio panameño. Recordemos el lugar geográfico que ocupa Panamá en términos del corredor migratorio que se da de sur a norte en la región de América Latina y el Caribe. Este tema de las migraciones añade una capa adicional de complejidad a las desigualdades, ya que Panamá es un país de tránsito y de destino para la población migrante con desafíos, en términos de cómo se garantizan la movilidad humana y los derechos de estas personas migrantes en las distintas dimensiones de la vida económica, social y cultural del país.

Una vez más, hay que plantear esta preocupación en esta temática migratoria por la tendencia que se observa particularmente en los gobiernos con orientación neoliberal, de derecha y conservadora, hacia la criminalización de las migraciones. Debemos volver a enfatizar que la movilidad humana y la migración son un derecho, así como la integración de las poblaciones migrantes, es decir, de las personas migrantes en condiciones de igualdad y de respeto de todos sus derechos en las distintas comunidades en términos de tránsito y de destino.

En definitiva, dichas desigualdades implican un desafío muy importante que requiere de un enfoque multidimensional para ser sostenido en el tiempo. Nos preguntamos, entonces, cuántas de las dimensiones mencionadas serán una prioridad para el gobierno actual de Panamá. Creemos que los temas de desigualdad, pobreza y migraciones no van a estar en el foco de la definición de las políticas públicas o en el centro de las prioridades a discutir como, por ejemplo, en la redistribución equitativa de los recursos, la mejora de infraestructura para las áreas desfavorecidas dentro del país y mucho menos se van a ocupar por garantizar el acceso universal de los servicios de bienestar básicos como educación, salud y trabajo.

Lamentablemente el resultado electoral y el triunfo de José Raúl Mulino nos abren grandes interrogantes acerca de si estas prioridades en materia de política pública van a ser atendidas o no. Panamá está nuevamente en una encrucijada. Las decisiones que se tomen en estos tiempos deberían orientarse a corregir estas desigualdades históricas para poder, desde un enfoque multidimensional, inclusivo y equitativo, avanzar hacia un país más justo para todos y todas sus habitantes.

– En 2023 transitaron más de medio millón de migrantes por la Selva del Darién con resultados muy dramáticos, en muchos casos de gente que no pudo atravesar la selva. Y lejos de pensar en un sistema que compense la desgracia que implica pasar por ahí con desesperación, las declaraciones del presidente electo proponen reprimir y bloquear. InfoCLACSO ha estado el año pasado en Panamá en momentos de protesta callejera muy grande con respecto a la minería y todo indicaría que Mulino ya está en diálogo con varias mineras para reactivar sus procesos, lo que abre muchos ejes de conflictos…

– Absolutamente. En definitiva, lo que no está en el centro son las prioridades que mencionamos. De acuerdo a las orientaciones de campaña electoral que tuvo Mulino, evidentemente la ruta que busca transitar es otra, neoliberal, conservadora y de derecha. No se pone en el centro el interés colectivo, mucho menos el interés de Panamá como tal, sino los intereses que responden a las lógicas mercantiles y no al bienestar de la vida y el cuidado. Sin duda, es muy probable que en los próximos meses estemos enfrentando o analizando distintas protestas sociales como resultado de la aplicación de estos modelos neoliberales en relación a la brecha de desigualdad.


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