“Hay que entender la migración como un derecho humano”

 “Hay que entender la migración como un derecho humano”

(Transcripción de la columna de Karina Batthyány
en InfoCLACSO – 19 de abril 2023)

Gran parte de las personas que se trasladan o emigran lo hacen bajo condiciones de extrema vulnerabilidad. La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) estima que desde el año 2014 más de 40.000 personas murieron durante su viaje migratorio. Allí tenemos  un primer indicador que lejos está de plantear la migración como algo regulado, seguro y un derecho para todos y todas.

Las principales causas de esto son las políticas expulsivas y anti migratorias de muchos países que son considerados receptores, es decir, atractores de personas que migran y empujan evidentemente a transitar en el marco de la ilegalidad a la población migrante.



La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito  (UNODC), estimó que cada año alrededor de 2.500.000 personas son víctimas del tráfico ilícito de migrantes: una industria que mueve miles de millones de dólares anuales, más precisamente 7 mil millones de dólares anuales.

Otra actividad, además, que opera en este ámbito es el tráfico de personas. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) dice que más de 40 millones de personas son víctimas de trata con fines de explotación, de las cuales más del 80 por ciento son mujeres o niñas.

Según la estimación más reciente, en 2020 había en el mundo aproximadamente 281 millones de migrantes internacionales con una cifra que equivale al 3,6% de la población mundial. Ese es el último dato que se ha medido en términos de cuántos son los migrantes en todo el mundo.

Además, globalmente el número estimado de migrantes internacionales ha ido en aumento en las últimas cinco décadas. Por ejemplo, si miramos el total estimado de 281 millones de personas que vivían en un país distinto de su país natal en 2020, el número es superior en casi 130 millones a la misma cifra pero de 1990. Es decir que en 30 años hubo un aumento de 128 millones de personas migrantes. Si vamos para atrás hacia el año 1970, el total actual de 281 millones de personas que viven en un país distinto a su país natal triplica la cifra de 1970.

Asimismo, nos muestra de manera cuantitativa y en números agregados la contundencia y la importancia de la migración en el mundo. Hay que entender que las personas siempre hemos migrado, es un movimiento que si bien está en aumento está inherente a la condición humana. El tema es en qué condiciones se realiza esa migración y bajo qué derechos.

Mencionaré los principales cinco países destinos de la migración internacional. Estados Unidos es el primer destino de los migrantes internacionales: desde 1970, el número de personas nacidas en el extranjero que residen en el país se ha cuadruplicado y hoy en día la cifra se acerca a 51 millones de personas. El segundo es Alemania, que ha experimentado también un aumento a lo largo de los años y hoy llega aproximadamente a casi 16 millones de migrantes. El tercero es Arabia Saudita, destino con un incremento de 13 millones de migrantes internacionales. Recordemos que la población de Arabia Saudita está conformada en un 80% por migrantes, característica propia de la conformación de ese país. El cuarto es la Federación de Rusia, que hoy tiene 12 millones de migrantes internacionales. Y el quinto es el Reino Unido, con 9 millones de migrantes internacionales residiendo en su país.

Si volvemos a mirar a la OIM, la última estimación dice que aproximadamente 90 millones de personas fueron desplazadas de sus lugares de origen de manera forzosa por conflictos políticos, sociales o armados durante 2021 y de ese total más de 26 millones son considerados refugiados.

También la OIM nos muestra que en los últimos años aumentó la cantidad de desplazados por catástrofes ambientales, que asciende a más de 30 millones de personas. Y por otro lado, si miramos América Latina y el Caribe, se estima que 30 millones de latinoamericanos/as y caribeños/as migraron a otras regiones, es decir, unos 25 millones hacia América del Norte y otros 5 millones hacia Europa.

México es el país de la región latinoamericana y caribeña, con el mayor número de emigrantes, ocupando además el segundo lugar en el mundo. Es decir, la diáspora mexicana es la segunda más importante de todo el planeta, con más emigrantes que la India. Ese país en este momento tiene alrededor de 11 millones de personas residentes en el extranjero.

En tercer y cuarto lugar dentro de nuestra región se encuentran la República Bolivariana de Venezuela y Colombia, con más de 5 millones en el caso de Venezuela y 3 millones en el de Colombia. Los desplazamientos de las migraciones de América Central y de Venezuela son hoy los desafíos más importantes de América Latina y el Caribe. Porque la migración desde y a través de América Central obedece a un conjunto de fenómenos vinculados a la inseguridad económica, la violencia, la delincuencia y también a factores ambientales y del cambio climático.

En el caso de América Central, al final de 2020, Honduras, Guatemala y El Salvador tenían cerca de 900.000 personas desplazadas forzosamente de las cuales más de 500.000 habían cruzado fronteras en lo que se llama las caravanas migrantes: los movimientos transfronterizos de grandes grupos de personas que se desplazan por tierra aumentaron en número y en frecuencia desde 2018. Y por supuesto, se han enfrentado a las restricciones que ponen los países receptores o de llegada a nivel migratorio, especialmente Estados Unidos, pero también a las restricciones impuestas en muchos casos por México.

Un caso particular es la frontera entre Estados Unidos y México, porque es la frontera terrestre considerada más letal del mundo de acuerdo a los datos de la OIM de 2021.

Además, venimos de dos años de pandemia, donde los cierres de fronteras, los requisitos de visados, los requisitos asociados a la salud y a la vacunación han incrementado esta problemática, obligando a muchas personas a emprender migraciones irregulares bajo condiciones muy penosas.

El ejemplo que se suele poner son los cruces a través de lo que se denomina el tapón del Darién, entre Colombia y Panamá, donde en 2021 se dispararon a un máximo histórico de casi 134.000 personas en comparación con la década anterior, que llegó a algo más de 110.000.

Entre enero y octubre de 2022, casi 32.000 niños y niñas atravesaron dicho tapón de la peligrosa selva del Darién entre Colombia y Panamá. Durante el camino se interrumpe el acceso a servicios y derechos básicos para todas las personas y para los niños y las niñas,. Esto incluye el derecho a la educación, que se ve interrumpida durante dicho tránsito. Además, por supuesto, están expuestos a un sinfín de amenazas, violencias y discriminaciones. Los niños y las niñas también migran junto a sus núcleos familiares e integran las caravanas migrantes que tanto nos preocupan. En definitiva, hay que entender la migración y la movilidad como un derecho humano, lo que significa poder realizarla con seguridad y respeto de todos los derechos y no en condiciones de extrema vulnerabilidad y con la pérdida de vidas. Además, dentro de la violencia y la inseguridad que se dan en estos procesos migratorios, las más afectadas son las mujeres, los niños y las niñas.

Con respecto a las llegadas a los destinos elegidos, también se dan los procesos de inserción laboral para las personas adultas y de retorno a los sistemas educativos en el caso de niños y niñas. Otra cuestión importante es la vinculada a los ingresos. La mayoría de los contingentes migrantes en nuestra región son personas de bajos ingresos, que migran para buscar mejores oportunidades, mejor calidad de vida, mayor bienestar. Y es sobre esas personas que ocurre dicha sumatoria de dimensiones de desigualdad en los procesos de migración y en su reinserción en los lugares de destino.


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