Migraciones

 Migraciones

Todos hemos sido migrantes,

o lo seremos

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Sobre una frontera de agua, un hombre que aún no es hombre viaja con catorce años a cuestas oculto en el fondo de un camión. Ha dejado atrás un continente al que llaman negro para llegar a un país europeo. Tener catorce años y no dieciocho lo hace no acompañado; pero en cuatro años más, su nuevo adjetivo será ilegal.

Llamarán ilegal también a una mujer indígena que cruzó tres fronteras de monte y río apuntando al norte americano. En el norte te cambian siete sueños por un dólar. Con un dólar de los del norte se compra un día de escuela para tus hijos en el centro americano, o en el sur. Así que la gente se lleva sus sueños para atravesar América; los mete en bolsas y bolsillos hasta casi reventar, y los vende al tipo de cambio que toque.

Llenas de sueños van las balsas, las pangas, las cámaras, las pateras, las lanchas. Los vagones del tren, la cajuela del auto, el maletero del bus, el pedazo de drenaje, el fondo de la van del coyote del Sásabe. Júntate siete, ocho, once, dieciséis, y se arma el viaje al otro lado, al lugar donde para ser alguien, tendrás que dejar de ser.

La migración –junto con el feminismo y el cambio climático– es uno de los tres grandes temas del siglo 21. En algún momento, migrar dejó de ser una elección y se volvió una necesidad: porque la pobreza, porque las sequías, porque las maras, porque la falta de servicios, porque la violencia de Estado, porque el gobierno corrupto, porque el crimen organizado –porque estos dos a veces son uno solo y no queda otra más que migrar– Migrar dejó de ser una actividad y se convirtió en estigma: dime cómo, cuándo, por dónde, desde dónde y para qué migraste, y te diré quién ya no eres.

El derecho a la libertad de movimiento, a que cada ser humano elija en dónde y cómo quiere vivir –el derecho inalienable a la búsqueda de la felicidad, dicen algunos– terminó convertido en papel: en pasaporte, en visa, en credencial del INE, en cédula de identidad, en fotografía tamaño infantil.

Depositamos la validez de un derecho en un sello de gobierno, en la máquina de escribir de un burócrata, en una entrevista con los agentes de inmigración. Asumimos que la legitimidad te la da el lugar del mapa donde le agarró el parto a tu madre, o el color del pasaporte del tipo que te enamoró.

Nada de esto, o casi nada, tiene que ver contigo, ni con tu esfuerzo, ni con tu voluntad. El tono de tu piel en el Pantone, la forma de tu pelo, el idioma que hablas, la fe que profesas, son resultado del azar, tanto como lo es todo lo que te da derecho a tener un papel para viajar, para tener un número asignado, para no ser invisible.

Sin importar las fronteras, ni el Pantone, ni el papel, seguimos migrando: del campo a las ciudades, de las selvas a las grandes urbes, del Sahara al Darién. Seguimos amando la tierra en que nacimos y aprendemos a amar la que andamos a diario: la trabajamos, la caminamos con botas de obrero, la recorremos llevando una carga, la cultivamos, la cosechamos, la regamos cuando nos pega la nostalgia y la hacemos propia con marcas de sudor. Seguimos migrando y dejando atrás la patria, el ombligo, los amores, los amigos; seguimos migrando para limpiar lo que no ensuciamos, para criar hijos que no son nuestros y para acompañar a las mujeres que buscan al suyo; para cuidar de otros, para que así no tengan que migrar.

Migramos incluso cuando nunca imaginamos migrar. Un día tenemos que dejar lo nuestro como única opción –para no morir por creer en un dios, o por no creer en un dios, o por no creer en un político que se cree dios, o por no creer en la izquierda y tampoco en la derecha; porque nos gustan los hombres o tal vez porque no nos gustan los hombres–. Llegamos a una nueva ciudad y trabajamos en los negocios de la ciudad, cocinamos lo que come la ciudad, educamos a los hijos de la ciudad; arreglamos los prados de la ciudad aunque no tengamos en la bolsa un papel que nos llame ciudadanos.

Son 272 millones los pares de pies que caminan un país que no es el suyo; la mitad son mujeres, uno de cada siete son niños, 20 millones son refugiados. Cada uno entiende los caminos como futuro, las cañadas y los ríos como frontera, y desdeña el muro, la valla, el alambre. Se ve reflejado en la migración de las aves y encuentra en otros humanos un reflejo de sí. Tarde o temprano, ahora lo saben, todos tendrán que migrar. Y serán quienes se mueven por el mundo los que lograrán derribar los muros.

Eileen Truax

Periodista mexicana especializada en política,
inmigración y movimientos sociales.


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¿Sabías Qué?

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Claves

Latinoamérica migrante

En las dos primeras décadas del siglo XXI, América Latina pasó de ser primordialmente una región emisora de migrantes a países del norte global, a ser una región de tránsito y de destino de migrantes provenientes de países vecinos, del Caribe, de África y Asia. Se reforzaron las prácticas de control de los Estados para impedir, perseguir y criminalizar la migración, conformando una frontera vertical altamente riesgosa que transita al norte y se expande a través del corredor migratorio que conecta la región andina, Centroamérica, México y Estados Unidos.

Detención y deportación

Las detenciones y deportaciones son cada vez más comunes, no sólo en Estados Unidos, sino también en Canadá,  México, Chile, Colombia y Brasil. La militarización de las fronteras llevó a cientos de migrantes regionales y extra-continentales a quedar confinados en zonas de espera altamente riesgosas, como la selva del Darién entre Panamá y Colombia o la frontera entre México y Estados Unidos.

Derechos sustraídos

El aumento de las políticas restrictivas incrementó la irregularidad migrante y limitó el reconocimiento del derecho al asilo. En las frágiles economías latinoamericanas se emplean trabajadores migrantes cuya mano de obra es esencial, como en la agricultura, en los servicios de entrega o en las economías del cuidado. Muchos de ellos y ellas, al encontrar obstáculos para regularizar su condición, quedan marginados de la protección social y se vuelven explotables, deportables y desechables.

Luchas migrantes

Frente a este territorio hostil, es la organización colectiva la que sostiene las vidas de los migrantes y refugiados. A través de prácticas solidarias, creativas y contestatarias los sujetos en movimiento, adultos, menores de edad acompañados y no acompañados y familias enteras,  se defienden de la violencia, la exclusión y el control. Estas acciones revelan que las personas, lejos de ser “pasivas”, “víctimas”, “traficadas” o “indefensas”, son sujetos en lucha que activan permanentemente estrategias de sobrevivencia ante el abierto e intolerable despojo de sus derechos.


¿A Quiénes Seguir?

Corredores migratorios

corredoresmigratorios.com

Ecologías del cuidado migrante

ecologiesofmigrantcare.org

Migrantes de otro mundo

migrantes-otro-mundo.elclip.org

@EileenTruax

Periodista mexicana especializada en política, inmigración y movimientos sociales.

Movimiento Migrante Mesoamericano

migrantes-otro-mundo.elclip.org

(In)Movilidad en las Américas y Covid-19

Es un proyecto (in)acabado y por lo tanto en construcción, que reflexiona colectivamente en torno a la (in)movilidad y el control en las Américas durante la pandemia. inmovilidadamericas.org


Lecturas para ir a Fondo

Migración

Las nueve reflexiones que conforman este libro colec­tivo ofrecen pautas para repensar el carácter incierto y contingente de las dinámicas migratorias, que están cambiando en la región. Además, buscan aportar a la investigación políticamente comprometida con un llamado transnacional para procurar justicia migrante.

Autores: Iréri Ceja. Soledad Álvarez Velasco. Ulla D. Berg

Repensando el vínculo entre migración y crisis

Perspectivas desde América Latina y Europa

Este libro colectivo y coeditado junto a CALAS ofrece una mirada crítica sobre el vínculo migración y crisis, e invita a repensar los límites del concepto de crisis migratoria desde perspectivas políticas, medioambientales e identitarias.

AA.VV

Miradas a las migraciones, las fronteras y los exilios

Este libro busca problematizar la presencia o ausencia de un actor fundamental en los procesos expulsivos de migración y exilio: el papel que tiene el poder político, el Estado y sus instituciones.

AA.VV


Coordinación general:
Karina Batthyany
Nicolás Arata
Nicolás Sticotti

Ilustración:
Power Paola (@PowerPaola)

Asesoramiento académico:
Iréri Ceja y Soledad Álvarez Velasco

Podcast:
Gustavo Lema

Diseño y comunicación:
Gustavo Lema
Marcelo Giardino
Sebastián Higa